```
La lujosa casa de Baldwin todavía estaba brillantemente iluminada a altas horas de la noche.
La condición del Viejo Maestro Baldwin se había estabilizado y le habían permitido salir del hospital. Todos en la familia habían ido al hospital para recibirlo, esperando que ver a su familia lo animara.
—Abuelo, es tarde. Permíteme ayudarte a volver a tu habitación para descansar —el Sr. y la Sra. Baldwin rogaron al viejo maestro.
—Abuelo...
—Edward, el Abuelo acaba de recuperarse. No lo molestes con tus problemas. ¿Entiendes? —Amelia interrumpió a Edward, aparentemente por el bien del maestro. Pero de hecho, quería evitar que Edward hablara acerca de Mónica.
Sin embargo, el viejo maestro no era tan fácil de engañar. Se puso de pie firme y le dijo a Edward:
—Edward, dime lo que quieras siempre y cuando el abuelo pueda complacerte.