Rememoré que era un dios. Con la mirada busqué cansado a Nugu; seguía en pijama abrazándome con ternura y, como de costumbre, acaricié su cabeza.
Mi pasado ya no debía ser trascendental, pero seguía detestándolos.
—¿Mamá?… —murmuró adormecida; me miró, se avergonzó y escondió la cabeza sin soltarme.
—No pasa nada —aclaré con confianza. Pareciera mi hija, aunque para mí era como un gato.
Al igual que no cambiaron sus sentimientos por su madre, sentía que esto también se aplicaba a mí.
Aun si los odiaba, no los obligaba a cambiar como eran por mí, aceptaba que nadie era capaz de cumplirlo; mi otro sueño era irrealizable.
—…¿Por qué tiemblas? —preguntó preocupada.
Yo mismo estaba confundido. ¿Cómo paré a ser dios? ¿Por qué debía estar aquí? La abracé para dejar de temblar; por nuestro pijama parecía un oso abrazando a su cría.
—¿Qué puedo crear con mis poderes? —pregunté desviando el tema.
—Hum… No lo sé, debes averiguarlo con el tiempo e ir mejorando.
—¿Eso significa que tendré que abrazarte a diario? —bromeé riendo; avergonzada, forcejeó para alejarse. Me fijé que aún tenía el grillete en la mano—. ¿Cómo hiciste para llamar a Mugon?
—Le envié un mensaje a través de un aparato.
—¿Te refieres a un móvil?
—¿¡C-Cómo sabes su nombre!?
—Existían en mi universo. ¿También usáis Internet?
…¿Esa diosa los reunió desde su portátil?
—Lo siento…, no sé tantos términos de estas cosas…
…Ayer te lo expliqué por encima…
De un bolsillo del pijama sacó un móvil sofisticado rosa con una correa de un diminuto lápiz.
—Lo uso para el trabajo, comprar y contactar; aparte de eso, no lo utilizo.
—¿No debería tener uno?
—La diosa siempre nos entregaba uno, a lo mejor se olvidó. —Tecleó en él—. Me ha dicho que la visites solo cuando quieras, que te lo entregará —informó después de trastearlo.
…Tengo un mal presentimiento.
—Nugu…
—¿Qué pasa? —Giró la cabeza hacia mí con su dulce voz.
—Me siento demasiado cómodo contigo como para levantarme.
Se avergonzó y se levantó:
—¡E-Es hora de trabajar! ¡V-Voy a ducharme primera!
Se la veía agitada, pero no molesta; actuaba como un gato con exceso de mimos.
Seguí tumbado y dormí por segunda vez.
⸎
Estaba en un sitio oscuro. Delante de mí yacía aquella luna solitaria.
No oía ni veía nada fuera de lugar. El paisaje y yo éramos iguales: sin razón de existencia.
Como si algo perturbase a la luna, se agrietó.
⸎
Desperté por alguien que pinchaba mi moflete.
—¿Por fin estás aquí? Eres igual de dormilón que A. —Nugu infló la mejilla.
—No existe mejor despertar —expuse reincorporándome a la realidad.
—¿¡Eh!? —Alterada, dio un salto atrás y tapó la parte inferior de su cara con la mano.
—Voy a ducharme, gracias por despertarme. —Agotado me dirigí a la ducha; me sorprendió lo energética que era para dar esos saltos de buena mañana.
⸎
Usando la misma ropa de ayer, me senté en la mesa del comedor enfrente de ella. Esta vez almorzamos una especie de croissant junto a un vaso de leche; aunque ella terminó repitiendo.
—¿También lo has hecho tú? Está bueno.
—Sí, me alegro —contestó sonriente, movía su cola con energía—. ¿La visitarás al terminar?
—Creo que es importante. ¿Cómo haré para ir? No sé conectar los TIS. ¿Me puedes enseñar luego?
Asintió con la cabeza comiendo como una ardilla.
…Es un gato, ¿verdad?
—Le avisaré por mensaje, es exigente con eso.
⸎
Terminando el alba, fuimos hasta el TIS.
—El problema es que debes abrazar a alguien para conectarlo. Podrás volver si nadie cambia la dirección desde su lado; si hace falta, ella te puede ayudar.
—Espero no tener que recurrir a ella. Entonces, ¿qué hago?
—Primero, a-abrázame… —Extendió sus brazos hacia mí sin pudor.
—…
—¿Q-Qué sucede?
—Si lo hiciera diferente, por el lado o por la espalda, ¿funcionaría? Bueno, da igual. —La abracé normal; creí que era interesante la duda que me surgió—. ¿Y ahora?
—…
—¿Nugu?
—Lo siento… M-Me distraje. —Movía la cola de felicidad—. Cierra los ojos, te será más fácil; ahora piensa el lugar. Y no los abras hasta que notes algo.
Seguí sus instrucciones.
—Lo único que siento es tu cuerpo. —Con sus pequeñas manos intentó separarse. Sentí como si algún instinto me avisara en mi cabeza—. Creo que ya está. —Abrí los ojos, pero el paisaje no cambió.
—Sí.
—¿Así de fácil?
Afirmó con la cabeza.
—¿C-Cuándo me dejarás de abrazar?…
—Es que tu pelo es suave, y huele bien.
…¿Será gracias a aquel champú divino?
—¡E-Eh! G-Gracias… —Se alejó dándome la espalda de un empujón—. S-Si no vuelves antes de la noche, te iré a buscar.
—¿Estás preocupada por mí? Tendré cuidado —pregunté riendo, era como un gato doméstico preocupado por su amo. Antes de adentrarme, me detuve para decir algo que encajaba con esa situación—. Si me llegara a pasar algo, quiero que sepas que me gustabas.
Era una frase típica de película, y no es que me tuviera que pasar algo.
Me aventuré en el túnel y me dirigí al trono. Mi TIS era soso: las paredes y el suelo eran de un gris luminiscente.
El gato de la última vez se acercó, me agaché y le acaricié la panza; él pataleó plácidamente.
—Sé que eres tú, no caeré en la misma trampa dos veces.
—¡Muajaja! ¿Estás seguro? —preguntó burlona tumbada en su majestuoso sofá.
—¿Qué? ¿Este gato es de verdad?
—No, muajaja.
El felino se transformó en Mugon que seguía boca arriba y mi mano en su barriga.
—¿Qué haces aquí? ¿También te puedes transformar?
Escribió en su libreta desde la misma pose:
«Me dijo que colaborara para que cayeras; parecía divertido, así que accedí★». Después de leerlo, usó la libreta para ocultarse la boca.
—¿Queríais que quedara mal a toda costa? —Cosquilleé su barriga como venganza.
Aparentaba reírse intentando detenerme y, cuando parecía arrepentida, paré.
—Sin duda me gustas más cuando eres feliz. No estoy enfadado, no te preocupes —aclaré sincero.
Abrió los ojos de par en par y me miró sorprendida, después puso ojos llorosos.
…¿Qué le pasa? No entiendo a los humanos, por eso no me gustan.
—No es bueno entristecer a una chica, muajaja.
…Yo no sé si considerarte a ti como una.
—Lo siento si te he ofendido. No llores, no es tu culpa, es de ella. —Señalé a la diosa despreocupada.
…¿Por qué debo ser el único que la consuele?
—Porque es tu responsabilidad, muajaja.
—¿A qué te refieres?
—Lo descubrirás pronto, cuando la abraces.
—Lo dices como si lo fuera a hacer… Cuando veo sus pasados, experimento su sufrimiento; no es agradable tu regalo.
—Muajaja, lo harás porque… —Gesticuló su cara maliciosa.
Mugon se abalanzó encima de mí, tirándonos. Protegiéndola de la caída, logró que la abrazara; una mancha roja devoraba mi existencia.