Mientras caminaban por las calles desiertas, la brisa fresca de la noche acariciaba sus rostros, y la ciudad a su alrededor parecía dormir, ajena a los secretos que se tejían entre los tres. Naomi caminaba alegremente al lado de Matt, sin dejar de lanzarle miradas curiosas a Ray. Aunque él intentaba parecer indiferente, no pudo evitar notar que, a pesar de su actitud relajada, Naomi parecía tener una energía que contrastaba con la calma tensa que había dejado la pelea en el callejón.
Finalmente, Naomi rompió el silencio con su característico tono despreocupado, como si no le importara lo que hubiera pasado antes.
"¡Oye, Ray!" exclamó, mirando a Ray con una sonrisa traviesa. "¿Has visto lo asombroso que es Matt? Es como... no sé, una especie de fenómeno, ¿verdad?"
Ray, un poco sorprendido por la arrepentida pregunta, la miró de reojo. No esperaba que Naomi se dirigiera a él de esa manera, y mucho menos con un tema tan peculiar. A pesar de la chispa de admiración en los ojos de Naomi, Ray no se dejó llevar por su entusiasmo.
"Lo he visto", respondió de manera seca, sin mucho interés. "Es... impresionante."
Naomi no pareció molesta por su respuesta cortante. En lugar de eso, continuó con su tono ligero, como si estuviera a punto de revelar un secreto.
"Es que, Matt ha estado buscando a los elegidos durante mucho tiempo. Siempre pensó que había algo más, algo más grande, que necesitaba encontrar. Al principio, pensé que era un caso perdido confiar en sus habilidades, pero... bueno, aquí estamos."
Ray frunció el ceño, confundido. No entendía a qué se refería Naomi con "elegidos", pero algo en su tono lo hizo sentir que había algo más en la historia. Se detuvo un momento, pensativo, antes de preguntar con curiosidad.
"¿Qué quieres decir con eso? ¿Por qué está buscando a los elegidos?"
Naomi miró a Matt, que caminaba unos pasos más adelante, su expresión impasible como siempre. Parecía que no le sorprendió la pregunta, pero Naomi, sin dudarlo, se adelantó y lo alcanzó, caminando a su lado. Con una mirada cómplice, se giró hacia Ray y le dio una respuesta rápida, como si todo fuera parte de una conversación habitual para ella.
"Porque él tiene algo que los demás no tienen", dijo Naomi, su tono más serio ahora, pero sin perder su energía característica. "Matt es... bueno, no es fácil explicarlo, pero tiene una conexión con algo mucho más grande que él. Y está buscando a los demás que también la tengan. A los elegidos."
Ray, aún confundido, miró a Matt, quien no parecía dispuesto a hablar al respecto. La curiosidad de Ray se intensificó, y no pudo evitar preguntar más.
"¿Y qué significa ser uno de esos 'elegidos'?", insistió. "¿Qué tienen de especial?"
Fue Matt quien, finalmente, rompió el silencio. Sin detener su paso, su voz se mantuvo calmada y controlada, como si estuviera acostumbrado a que le hicieran preguntas sobre este tema.
"Las deidades guardianas", dijo Matt sin girarse. "Cada uno de nosotros tiene una conexión con una de ellas. Son los guardianes de la tierra, el fuego, el agua, el aire y el hielo. Y los elegidos son aquellos que tienen el poder de conectarse con ellas, de recibir su fuerza. y guía."
Ray no pudo evitar fruncir el ceño, confundido aún más por la respuesta vaga. "¿Y por qué hasta ahora no se ha puesto en contacto conmigo?", preguntó, su tono algo escéptico. No podía entender cómo alguien podría ser tan seguro de algo tan abstracto.
Matt, sin detener su paso, respondió con un tono más serio, pero aún sin dar demasiados detalles.
"Tu deidad se pondrá en contacto contigo cuando llegue el momento", dijo Matt. "Las respuestas vendrán cuando lo necesites. Por ahora, solo tienes que estar preparado".
Ray se quedó en silencio, procesando las palabras de Matt. Algo no le cuadraba, pero la forma en que Matt hablaba, tan seguro de sí mismo, hizo que Ray sintiera que debía haber algo de verdad en todo eso. Sin embargo, no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente.
"Eso suena... ambiguo", dijo Ray, en su tono más desafiante. "¿Y cómo se supone que voy a saber cuándo mi deidad se pone en contacto conmigo? ¿Es algo que simplemente sucede?"
Matt, sin detenerse, dio un pequeño suspiro, como si ya estuviera acostumbrado a este tipo de preguntas. Luego, volvió a hablar con calma, pero esta vez su tono se tornó más grave.
"Eso depende de ti", dijo, sin mirar a Ray. "Cada uno tiene su propio camino. Las deidades no se muestran a todos de la misma forma. Algunas veces es un sueño, otras veces es una visión. Pero lo que importa es que, cuando llegue el momento, lo sabrás."
Ray no estaba convencido, pero no dijo nada más. Se quedó en silencio mientras continuaban caminando, sus pensamientos nublados por las dudas que seguían creciendo en su mente. Sin embargo, algo en las palabras de Matt le decía que tal vez había algo más en todo esto, algo que aún no entendía por completo.
Naomi, que había estado observando la conversación con una sonrisa, se detuvo de arrepentimiento y miró a Ray con una expresión más seria.
"De todas formas, no te preocupes demasiado por eso", dijo Naomi, con una mirada que transmitía una mezcla de confianza y cierto tono misterioso. "Lo importante es que estás aquí. Y si eres uno de los elegidos, lo descubrirás. Pero mientras tanto, tenemos que seguir adelante".
Ray la miró, aún con dudas, pero la forma en que Naomi hablaba le dio una sensación de certeza. Tal vez no entendiera todo lo que estaba sucediendo, pero algo le decía que estaba a punto de entrar en un mundo mucho más grande de lo que había imaginado.
Naomi dio un paso adelante, como si quisiera cambiar de tema para aliviar la tensión. "Por cierto", dijo con una sonrisa, "hay algo más que debes saber. Yo soy la poseedora de la deidad guardiana de la tierra".
Ray se detuvo en seco, sus ojos se abrieron de sorpresa. "¿La deidad guardiana de la tierra?", repitió, sin comprender del todo.
Naomi asintió con una sonrisa orgullosa, como si estuviera acostumbrada a sorprender a la gente con esa revelación.
"Sí", dijo, como si fuera lo más natural del mundo. "Soy la guardiana de la tierra. Y créeme, tiene sus... ventajas."
Ray, confundido y aún incrédulo, no pudo hablar porque Naomi volvió a decir.
"Y tu eres poseedor de la deidad del rayo, por lo visto."
Mirándose a sí mismo, Ray empezó a unir ciertas piezas de su pasado, internamente. Aun así, seguía confuso y curioso.
"¿Cómo es eso posible? ¿Qué significa ser poseedor de una deidad?"
Naomi se encogió de hombros, sin perder su tono relajado. "Es una larga historia. Pero básicamente, significa que tengo una conexión directa con la tierra, con la naturaleza. Puedo sentirla, controlarla. Y créeme, cuando entiendes cómo funciona, es bastante increíble".
Ray miró a Naomi, todavía procesando la información. Pero antes de que pudiera decir algo más, Matt, que había estado caminando en silencio, se detuvo y miró hacia atrás.
"Es un tema complicado", dijo Matt, como si supiera que Ray no iba a dejarlo ir tan fácilmente. "Pero si tienes tantas preguntas, te lo contaré todo. Vamos a una posada. Ahí podremos hablar con más calma."
La posada no estaba lejos, un edificio modesto y discreto, con un cartel de madera que crujía suavemente al viento. Matt, Naomi y Ray llegaron sin hacer ruido, como si intentaran pasar desapercibidos, aunque no había nadie cerca para observarlos. El lugar tenía un aire antiguo, con las paredes de piedra que daban un toque rústico, pero acogedor. Los tres se detuvieron un momento frente a la puerta, observando el entorno con cautela.
Naomi, que había estado callada por un rato, rompió el silencio mientras miraba a su alrededor. "Este lugar es bastante tranquilo", dijo, su tono relajado como siempre, aunque sus ojos brillaban con una ligera melancolía. "No es como las grandes ciudades, pero aquí se está bien."
Ray, aún con la mente llena de preguntas sobre las deidades y su conexión con todo lo que estaba sucediendo, no prestó mucha atención al entorno. Sin embargo, Naomi no pareció dispuesta a dejar que el silencio continuara.
"Sabes", comenzó con una sonrisa nostálgica, "cuando empecé este viaje con Matt, teníamos un carro diseñado por mi hermana y yo. Era... bueno, era una maravilla. Un diseño único, con todo lo que necesitábamos para viajar largo tiempo. Pero... ya sabes, la vida tiene sus giros."
Ray la miró con curiosidad, pero Naomi continuó sin esperar una respuesta. "Nos lo robaron", dijo con un suspiro. "Un descuido mío en una gasolinera. Estaba tan concentrada en revisar el motor que no me di cuenta de que alguien se subió al carro y se lo llevó. Fue una de las cosas más frustrantes que me ha pasado. Pero... bueno, al final, eso nos trajo hasta aquí. Así que no me arrepiento."
Ray se quedó en silencio por un momento, observando a Naomi. Había algo en su historia que mostraba una vulnerabilidad que no esperaba de ella. Sin embargo, sus pensamientos pronto se volvieron a centrar en el tema que le preocupaba más.
"Eso suena... duro", dijo finalmente, aunque sin mucho entusiasmo. "Pero, ¿puedes decirme algo sobre las deidades ahora? ¿Por qué yo soy el único que no ha manifestado nada aún? ¿Por qué todo esto parece tan... extraño?"
Naomi, al ver la impaciencia en los ojos de Ray, se acercó con una sonrisa comprensiva. "Te lo contaré todo, pero tienes que esperar un poco más", dijo, antes de dar un paso hacia la puerta de la posada. "Vamos a la habitación. Ahí podremos hablar con más calma."
Matt, que había estado observando la escena en silencio, simplemente ascendió y entró primero, seguido por Naomi y Ray. Una vez dentro, la habitación era pequeña pero acogedora, con una cama de madera, una mesa de escritorio y una ventana cerrada con cortinas pesadas. El aire era cálido y acogedor, pero el ambiente parecía cargado de tensión, como si todo estuviera a punto de cambiar.
Matt cerró la puerta con un ligero crujido y giró el pestillo. Naomi, sin dudarlo, se acercó a la ventana y cerró las cortinas, sumiendo la habitación en una penumbra tranquila. Ray observa cada movimiento con una mezcla de expectación y ansiedad. El ambiente estaba cargado de misterio, y él no podía evitar sentirse como si estuviera a punto de descubrir algo que cambiaría su vida para siempre.
Finalmente, Matt se acercó a una silla de escritorio y se sentó con una postura relajada, pero su mirada se mantenía fija en Ray, como si estuviera esperando que diera el siguiente paso. Naomi, sin perder su carácter de juguetón, se acercó también y se sentó en la esquina de la cama, mirando a Matt como si estuviera siguiendo una rutina que ambos conocían bien.
"Ven", dijo Matt, con un tono tranquilo pero firme. "Acércate, Ray. Es hora de hablar."
Ray no dudó. Se acercó lentamente, sintiendo que algo importante estaba por suceder. Aunque aún no entendía completamente lo que estaba pasando, sabía que no podía escapar de lo que se avecinaba. Al llegar frente a Matt, se quedó de pie, esperando.
Matt le hizo un gesto con la mano para que se sentara, y Ray, sin pensarlo demasiado, tomó asiento frente a él. Naomi, que había estado observando en silencio, también se acomodó, cruzando las piernas mientras esperaba con una sonrisa tranquila.
Matt los miró a ambos, y en ese momento, la atmósfera en la habitación cambió por completo. La tranquilidad que había reinado hasta entonces se tornó más seria, como si el peso de las palabras que estaba a punto de decir colgara en el aire.
"Lo que voy a contarte no es algo que se pueda explicar fácilmente", comenzó Matt, su voz grave y pausada. "Es algo que ha estado oculto durante mucho tiempo, incluso para aquellos que se consideran los más sabios. Las deidades guardianas no son simplemente dioses antiguos. Son fuerzas primarias, conectadas con los elementos más fundamentales del mundo: la tierra, el fuego, el agua, el aire y el hielo."
Ray lo miró con atención, sus pensamientos corriendo a mil por hora. "¿Y qué tiene que ver todo eso conmigo?", preguntó, ansioso por entender.
Matt lo observará un momento antes de continuar, su tono serio. "Cada uno de nosotros tiene una conexión con una de estas deidades. No todos nacen con esa conexión, pero aquellos que lo hacen son llamados 'elegidos'. Tú, Ray, aún no has manifestado esa conexión. Y eso es lo que te preocupa, ¿verdad?"
Ray afirmo con la cabeza, sin poder evitar mostrar su frustración. "Sí, exactamente. ¿Por qué yo no?"
Matt suspiró ligeramente, mirando a Naomi antes de volver a fijar su mirada en Ray. "Las deidades no se manifiestan cuando uno las espera. Ellas eligen el momento. Como dije, a veces es un sueño, a veces es un encuentro fortuito en una ocasión de necesidad del usuario. Y otras veces, como en tu caso, simplemente no ocurre... todavía."
Naomi, que había estado escuchando en silencio, intervino con una sonrisa enigmática. "No te preocupes, Ray. Todo llega en su momento. Aunque, claro, no todos tienen la suerte de tener la deidad de la tierra como yo".
Matt, que había estado observando la interacción entre los dos, avanzando lentamente. "Así que, ahora que entiendes lo básico, es hora de que sepas más. Pero, como dije, esto no es algo que se pueda explicar rápidamente."
Ray asintió, listo para escuchar lo que Matt tenía que decir, aunque la incertidumbre seguía rondando en su mente.
Matt empezó con su relato.
"Hace mucho tiempo, cuando el mundo era joven, existía un único continente, vasto y sin fronteras, donde todas las criaturas vivían bajo un mismo cielo. Fue un tiempo de armonía, aunque breve, porque el equilibrio nunca es eterno. La Gran Guerra marcó el principio del fin para esa era. Fue una lucha entre la deidad celestial, el creador de todo, y los hermanos deidad pagana, nacidos de la oscuridad y el caos. Ambos bandos reclamaban el mundo como suyo, y su enfrentamiento desató un cataclismo que cambió para siempre la forma de nuestra tierra."
Ray interrumpe la historia. "Espera, ¿por qué los paganos querían destruirlo todo si también vivían aquí? No tiene sentido."
"No buscaban destruir, sino rehacer." Respondió fríamente Matt. "Querían un mundo sin las cadenas de las leyes del celestial, un lugar donde su caos pudiera florecer. Para ellos, la destrucción era solo el primer paso."
Matt se cruzó de brazos, sin alterar su tono ni detenerse demasiado en la explicación.
"La guerra se extendió por siglos. Las montañas se alzaron y cayeron, los mares se secaron y volvieron a llenarse con sangre. Los ejércitos del celestial, formados por algunos humanos y las razas antiguas, lucharon con valentía, pero los paganos, apoyados por los demás humanos corrompidos, eran implacables. Cada victoria costaba un precio demasiado alto, y cada derrota acercaba al mundo al abismo."
"Y la isla... ". Dijo Naomi, metiéndose en su papel de alumna, con los ojos llenos de emoción. "¿qué papel jugó en todo esto?"
"La isla fue el epicentro de la batalla final. Era el lugar donde el celestial había establecido su trono en la tierra, su conexión directa con este mundo. Cuando los paganos avanzaron hasta allí, el destino del continente entero pendía de un hilo."
Matt hizo una pausa, su mirada perdiéndose momentáneamente en un punto lejano, como si estuviera viendo la escena en su mente.
"Dicen que el cielo se partió en dos aquella noche, y que el rugido de las deidades resonó más fuerte que cualquier tormenta. Los hermanos paganos, con sus formas titánicas, desataron su furia sobre la isla, mientras el celestial, debilitado pero decidido, convocó todo su poder para enfrentarlos. Fue una batalla que sacudió los cimientos del mundo. Las olas se alzaron como montañas, y el fuego llovió desde el cielo."
"¿Y qué pasó con los ejércitos? ¿La gente común?"
"Muy pocos sobrevivieron." Su tono era cortante, sin espacio para la compasión. "El poder desatado por ambos bandos era demasiado. Los pocos que no murieron en el acto fueron consumidos por el caos que siguió. El continente fue arrasado, y con ello, todo lo que había sobre la faz de la tierra. Pero al final, el celestial logró lo imposible. Dividió el continente, separando a los hermanos paganos de su fuente de poder y sellándolos en un lugar más allá de nuestro alcance."
Matt dejó que sus palabras se asentaran antes de continuar.
"El continente original quedó partido en los fragmentos que conocemos hoy. Por un lado, con Asteria y Meridia, y en el otro lado Feridia, Elbadia y la nación salvaje... y la isla, ahora un lugar desolado, marcado para siempre como el campo de batalla final."
"Entonces," dijo Ray, "¿todo lo que hacemos ahora es solo vivir en las ruinas de su guerra?"
"Así es." La voz de Matt era baja, pero firme. "La Gran Guerra nunca terminó realmente. Solo cambió de escenario. Y si no hacemos nada, el caos volverá a reclamar lo que considera suyo."
Aunque Ray trataba de mantener la calma, su impaciencia era evidente.
"Está bien" dijo Ray finalmente, cruzándose de brazos. "La historia del mundo que yo conocía no es la exacta ni la correcta, ya me quedó claro. Pero ¿qué tiene que ver eso con las deidades que mencionó Naomi o contigo?"
Matt levantó la vista hacia él, sus ojos celestes brillando con un leve destello helado. Una sonrisa apenas perceptible cruzó su rostro antes de que su expresión volviera a endurecerse.
"Paciencia, Ray. Todo está conectado. Pero si necesitas que sea más claro, entonces escúchame."
Naomi se acomodó en su lugar, abrazando sus rodillas. Aunque ya conocía esta parte de la historia, siempre le emocionaba escucharla. Su entusiasmo era contagioso, y Matt, aunque no lo admitiera, lo encontraba útil para mantener la atención.
Tras la gran guerra —comenzó Matt, su voz adoptando un tono solemne—, las deidades gemelas paganas fueron selladas. Sus esencias, demasiado peligrosas para ser destruidas, fueron divididas y escondidas en diferentes puntos del mundo. Nadie, ni siquiera los más leales al celestial, supieron dónde fueron enterradas. Era un secreto que él se llevó consigo.
"¿Por qué no las destruyó?" interrumpió Ray, frunciendo el ceño. "Si eran tan peligrosas, ¿no hubiera sido mejor eliminarlas por completo?"
Matt asintió lentamente, como si hubiera anticipado la pregunta.
"El celestial no podía destruirlas. Las deidades gemelas representaban fuerzas fundamentales del universo. Destruirlas habría significado desbalancear todo lo que conocemos: la vida, la muerte, el tiempo mismo. Así que decidió sellarlas y dividir sus esencias, para que nadie pudiera reunirlas nuevamente."
Naomi inclinó la cabeza, sus ojos brillando de curiosidad.
"Entonces, ¿qué pasó con el celestial? ¿No quedó... agotado?"
Matt soltó un leve suspiro y continuó:
"Exacto. La batalla lo dejó al borde de la extinción. Aunque ganó, su esencia estaba desgastada. Decidió retirarse al lugar central de maná en el mundo, la "isla". Allí, buscó descansar y recuperar fuerzas. Pero no lo hizo solo. Sus diez descendientes, las deidades guardianas, lo acompañaron."
Ray arqueó una ceja.
"¿Diez descendientes? Pensé que las deidades eran únicas, no... ¿familia?"
Naomi sonrió.
"Es un concepto diferente, Ray. No son familia como los humanos lo entienden. Son fragmentos de su esencia, manifestaciones de su poder. ¿Verdad, Matt?"
Matt asintió.
"Correcto. De esos diez, los menores (agua, tierra, fuego, aire, hielo, electricidad, naturaleza y metal) no participaron en la guerra. Eran demasiado jóvenes, por así decirlo. Pero los mayores, luz y oscuridad, lucharon a su lado y jugaron un papel crucial en la victoria."
Ray se inclinó hacia adelante, intrigado.
"¿Y qué pasó con los humanos? Dijiste que algunos se mantuvieron leales. ¿Recibieron algo a cambio?"
Matt dejó escapar una leve sonrisa, como si la pregunta hubiera tocado un punto importante.
"El celestial recompensó su lealtad. Les otorgó un lenguaje especial, uno que les permitía comunicarse directamente con las deidades. Pero ese conocimiento se perdió con el tiempo. Ni Naomi ni yo lo conocemos."
Naomi asintió con pesar.
"Es verdad. Mi familia siempre habló de ese lenguaje como una leyenda, un idioma prohibido, algo que se perdió cuando la humanidad se volvió más... independiente."
Matt continuó:
"Pero esa no fue la única recompensa. Las deidades guardianas, especialmente los menores, se sintieron tan conectadas con los humanos de la isla que decidieron convivir con ellos. Querían aprender, crecer juntos. Fue una decisión arriesgada, pero el celestial accedió. Les permitió unirse a los humanos, pero ese acto agotó lo que quedaba de su fuerza."
Ray frunció el ceño, tratando de procesar la información.
"¿Qué significa unirse? ¿Se convirtieron en humanos?"
Naomi se río suavemente.
"No exactamente. Se fusionaron con ellos, compartiendo su esencia. Fue un acto de amor y confianza."
Matt asintió.
"Esa unión creó algo nuevo. Los humanos de la isla se volvieron especiales, capaces de hazañas extraordinarias. Y el primer rey, quien recibió el poder de las diez deidades, se convirtió en un ser único. Sin embargo, adaptarse a esa fuerza no fue fácil. Le costó años comprender su nueva naturaleza, pero una vez que lo logró, cambió el mundo conocido."
Ray se recostó, cruzándose de brazos.
"Entonces, ¿todo esto es un secreto? ¿Por qué no lo compartieron con el resto del mundo?"
Matt clavó su mirada en Ray, su voz baja pero firme.
"Por seguridad. El celestial y sus hijos sabían que el mundo no estaba listo para manejar ese conocimiento. Divulgarlo habría puesto en peligro todo. La gente de la isla juró proteger ese secreto, y así lo hicieron... hasta que fueron traicionados."
Naomi bajó la mirada, su expresión perdiendo un poco de su brillo habitual. Matt terminó su relato con un tono más sombrío.
"Esa traición marcó el principio del fin para la isla y para el equilibrio que había creado el celestial."
El silencio cayó sobre ellos nuevamente, más pesado esta vez. Ray miró a Matt, su mente llena de preguntas, pero decidió guardarlas para más adelante. Había mucho que procesar, y la historia de Matt apenas comenzaba.
Matt tomó aire profundamente, como si intentara ordenar sus pensamientos antes de continuar. Había algo solemne en su expresión, un peso que parecía hacerse más tangible con cada palabra que pronunciaba.
"Después de la unión de las deidades guardianas con el primer rey de la isla" comenzó, su voz baja pero firme, "pasaron siglos. La humanidad, mientras tanto, prosperó. Los demás continentes, lejos de la influencia directa de las deidades, comenzaron a desarrollarse de manera independiente. Las naciones que conocemos hoy comenzaron a formarse, cada una con su propia identidad y propósito. Pero la isla... la isla siempre fue diferente. Protegida, oculta, y en muchos sentidos, bendecida por el legado divino."
Ray frunció el ceño, inclinándose ligeramente hacia adelante. Había algo en la historia que lo tenía al borde de la impaciencia.
"Espera un momento" lo interrumpió, levantando una mano. "Todo esto está bien, pero... ¿qué tiene que ver todo esto conmigo? Dijiste que el poder estaba en ese rey, ¿no? ¿Cómo pasamos de eso a.… esto?" Se señaló a sí mismo con ambas manos, claramente frustrado.
Naomi, que hasta entonces había estado escuchando en silencio, dejó escapar una risa suave.
"Ray, deja que termine. Es una historia larga, y si sigues interrumpiendo, nunca llegaremos al punto." A pesar de su tono ligero, había un destello de curiosidad en sus ojos.
Matt, imperturbable, continuó. Su mirada se posó en Ray, fría, pero con un matiz de comprensión.
"Ten paciencia. Todo está conectado." Hizo una pausa, como si buscara las palabras exactas para explicarse. "Después de siglos de paz relativa, ocurrió la Segunda Guerra Mágica. Fue un conflicto devastador, uno que casi destruye todo lo que las deidades habían protegido. Aunque el primer rey y las deidades guardianas lograron detener la destrucción, el costo fue alto. La longevidad del rey, ya desgastada por siglos de existencia, estaba llegando a su fin."
Ray cruzó los brazos, su expresión endurecida.
"¿Y qué hizo entonces?" preguntó, aunque el tono de su voz dejaba claro que no esperaba que la respuesta lo satisfaciera completamente.
Matt lo miró fijamente, como si evaluara cuánto decir.
"El rey sabía que su tiempo se agotaba. Había visto crecer y morir a toda su descendencia. Su legado, el vínculo con las deidades, no podía simplemente desaparecer. Así que tomó una decisión. Ordenó que se eligieran a diez personas de los diez pueblos de la isla, una por cada deidad guardiana. El proceso fue exhaustivo, buscando no solo habilidades, sino también cualidades que resonaran con las deidades."
Naomi asintió, sus ojos brillando con un conocimiento compartido.
"Los Elegidos. He leído sobre ellos. Fueron los primeros portadores después del rey." Su voz tenía un tono reverente, como si hablara de figuras legendarias.
"Exacto" confirmó Matt. "El día del Legado llegó, y esos diez individuos fueron llevados al palacio. Allí, las deidades, que hasta entonces habían estado unidas dentro del rey, se separaron. Cada una eligió a su portador, conectándose con sus almas. Fue un momento trascendental, no solo para la isla, sino para todo el mundo conocido."
Ray levantó una ceja, claramente escéptico.
"¿Y eso cómo me incluye a mí?" preguntó, su tono desafiante.
Matt lo miró directamente, su expresión imperturbable.
"Lo que tienes dentro de ti, Ray, es una conexión directa con la deidad del rayo. Esa conexión no es física, sino astral. Las deidades no tienen forma física, pero al comunicarse con sus portadores, adoptan una apariencia que facilite la interacción. Lo extraño aquí" continuó, inclinándose ligeramente hacia adelante "es que, después de todo este tiempo, la deidad no se haya comunicado contigo."
Ray parpadeó, sorprendido por la declaración. Naomi, por su parte, parecía intrigada.
"¿Crees que hay una razón para eso?" preguntó ella, su tono curioso, pero también preocupado.
Matt se encogió de hombros, pero su mirada permaneció seria.
"Es posible. Las deidades no actúan al azar. Si no ha intentado comunicarse contigo, podría ser porque algo lo impide... o porque está esperando el momento adecuado."
Ray dejó escapar un bufido, claramente frustrado.
"Genial. Entonces tengo un ser divino dentro de mí que decide jugar al misterio." Sacudió la cabeza, pero había algo en su mirada, una chispa de incertidumbre que no había estado allí antes.
Naomi le dio una palmada en el hombro, intentando aliviar la tensión.
"Míralo de esta manera: tienes una deidad dentro de ti, eso te hace único. Especial, incluso."
Ray no respondió de inmediato, pero su expresión se suavizó ligeramente. Matt, mientras tanto, se recostó en su asiento, su mirada distante.
"Esto es solo el principio. Hay mucho más que necesitas entender, pero por ahora... esto debería ser suficiente." Sus palabras tenían un peso que ninguno de los otros podía ignorar.
El silencio que siguió fue denso, cargado de pensamientos y emociones no expresadas. La historia, aunque lejos de estar completa, había comenzado a revelar los hilos que conectaban sus destinos.
Matt miró a Ray, notando el ceño fruncido y la tensión en sus hombros. Como si hubiera leído su mente, Ray habló, su tono cargado de una mezcla de escepticismo y curiosidad.
"Muy bien, Matt. Ya entendí la parte de las deidades y los elegidos, pero aún no me dices algo." Se inclinó hacia adelante, sus ojos clavados en los de Matt. "¿Por qué estás reuniendo a los elegidos? ¿Cuál es tu verdadero propósito? Porque algo me dice que no es solo para salvar a ese pueblo de la isla."
Matt esbozó una sonrisa, una que parecía contener algo oscuro, casi malicioso. Pero tan rápido como apareció, desapareció, dejando su expresión habitual de calma fría e imperturbable.
"Tienes razón, Ray. Esto es más grande de lo que imaginas." Su tono era bajo, casi un susurro, pero lleno de intensidad. "Lo que viene no es un simple conflicto. Es algo que podría devastar todo lo que conocemos. Las naciones, las personas, incluso las deidades mismas... nada estará a salvo."
Ray frunció el ceño aún más, su impaciencia evidente.
"¿Y qué es exactamente "lo que viene"? Si voy a participar en esta cruzada tuya, necesito saber más."
Matt negó con la cabeza lentamente, su mirada fija en Ray.
"No puedes entenderlo, no todavía. Incluso si te lo explicara, no sería suficiente. Es algo que tienes que vivir, experimentar por ti mismo. Solo entonces lo comprenderás realmente. Y créeme, Ray, no te lo recomiendo."
Ray dejó escapar una risa amarga, cruzando los brazos sobre su pecho.
"¿Eso es todo? ¿"No te lo recomiendo"?"
Matt lo miró con una mezcla de frialdad y comprensión, pero sus palabras fueron directas.
"Los matones que viste en el bar no estaban ahí por casualidad." Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran. "El jefe de la mafia para la que trabajabas vendió tu información como descendiente de la isla a la persona equivocada. Alguien que, años atrás, ya te había arruinado la vida en esa ciudad que dejaste atrás. Y ahora, ha vuelto a buscarte."
Ray se quedó en silencio, su rostro palideciendo ligeramente. Había algo en la manera en que Matt hablaba, como si supiera más de lo que estaba dispuesto a revelar.
"¿Cómo sabes todo eso?" preguntó finalmente, su voz más baja, casi un susurro.
Matt lo observó con intensidad, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, añadió con calma:
"Esa casualidad, ese rostro que tanto odias... está más cerca de lo que crees."
Ray apretó los puños. Intentó no pensar en ello, pero su mente lo traicionaba, llevándolo de vuelta a ese tiempo, a ese rostro que le arrebató todo, no una, sino dos veces. Su visión comenzó a nublarse, como si el pasado lo envolviera una vez más.
Matt rompió el silencio al levantarse lentamente de su asiento.
"Es suficiente por hoy. Necesitamos descansar. No podemos quedarnos aquí mucho tiempo." Sus palabras eran firmes, casi una orden.
Ray lo miró con desconfianza, pero no dijo nada. Naomi, por su parte, parecía ansiosa por preguntar algo, pero se contuvo al ver la expresión de Matt.
Cuando Ray finalmente rompió el silencio, su tono era desafiante.
"¿Y a dónde vamos después?"
Matt señaló a Naomi con un leve movimiento de la cabeza, como si ella fuera la respuesta.
Ray y Naomi intercambiaron miradas, ambos claramente llenos de preguntas, pero sin respuestas inmediatas. La noche avanzaba, y aunque el descanso parecía necesario, las tensiones y los misterios que los rodeaban no hacían más que aumentar.