Ya estábamos cerca de la muralla, la playa parecía un hervidero, lleno de gritos y jaleo, el aire parecía más denso y maloliente, era el sudor acumulado que ni el fragante mar podía empañar. Había comerciantes vendiendo sus productos en la entrada, mientras otros entraban o salían por el puente.
Nosotros ya estábamos llegando al inicio, cuando comenzaron a revisar los permisos de los comerciantes, de igual manera, revisaron la mercancía.
Los encargados de la puerta eran de razas diferentes, uno parecía un minotauro con escamas azules y agallas, en la parte inferior de la espalda crecía una cola, parecida a la de las ballenas.
Según Bel, el líder del grupo de minotauros, esta raza se llamaba, Bull Oceánico.
Una especie rara y muy fuerte, parecía que compartían mentalidad con los minotauros y estos se llevaban extremadamente bien.
El otro era un hombre salamandra marina.
Ambos portaban una armadura, de un metal inoxidable, el cual constaba de hierro, carbón y la azurina de los Sirenoides.
Siendo de un color gris junto a vetas azules, el sistema de las vetas tenía un parecido a las marcas de la malaquita.
Poco a poco, los comerciantes comenzaron a pasar los carros y fue el turno del nuestro.
Como era de esperar cuando salimos del carro fuimos el centro de atención.
Como siempre nuestra ropa era muy llamativa, lo mismo para nuestra forma, básicamente una forma física tan humana, junto a la ropa tan extremadamente refinada, tan bien hecha, nos daba ese punto como una facción superior.
Al Bull no parecía importarle mucho nuestra presencia, se sintió sorprendido al inicio, pero tampoco fue algo muy llamativo, pero para el otro guardia, fue algo diferente.
-Ustedes, identifíquense e indiquen su propósito al acceder a la ciudad- El Bull comenzó con las preguntas de rutina.
Fue Bel quien respondió por nosotros.
-Estos son nómadas, que buscan trabajo como mercenarios en la ciudad Caer ys. Además de hospedarse, nosotros los minotauros damos crédito a su fuerza y no tememos asegurar que es mayor a la nuestra, además de que nuestra facción dará mano amiga a estos compañeros- Las palabras de Bel sorprendieron y agradaron al guardia Bull, pude ver que su mirada impasible se iluminaba, solo le faltaba invitarnos a una bebida.
Pero al otro guardia, no parecía gustarle mucho.
-Nuestra ciudad no esta en su momento más pacífico, así que no creo que sea necesario más población, sobre todo una tan sospechosa, podéis volver por donde habéis venido- Podía notar un toque de superioridad y desprecio en sus palabras, parecía que no le gustaba los extranjeros, o eso es lo que me parece.
Como no tenía intención de irme, me tocó hablar.
-Nosotros somos nómadas y entiendo que parecemos sospechosos, pero aún tenemos intención de entrar, además de que para mí reclutamiento será mejor hablarlo con la pequeña emperatriz, no con un simple guardia de la puerta, mucho menos un guardia que ni siquiera es de la puerta de la ciudad- Mis palabras eran resonantes y no tenía intención de ser amable.
En el peor de los casos solo tendría que demostrar la fuerza de los míos, seguramente perderemos, pero eso sucederá llevándonos a mínimo unos cien soldados y este guardia tenía todas las papeletas de ser el primero en la fila.
Tras escucharme, el guardia se puso rojo, algo cómico para un hombre salamandra de escamas azules.
Se preparó para usar su lanza, pero fue detenido por el Bull, el guardia estaba a punto de decirle algo cuando el Bull le señaló el suelo y su espalda.
En el suelo tres pequeñas puntas negras asomaban, eran cadenas que en un gesto habían recorrido el subsuelo y estaban a punto de atravesarlo de abajo a arriba, pero el terror apareció en su cara cuando él miró su espalda, Saun estaba parado allí, como si siempre hubiese estado parado en ese lugar, con una cadena apuntando a la sien del guardia.
En otras palabras, si no lo hubiera detenido su compañero, habría muerto sin saber cómo había sucedido.
El guardia perdió la fuerza en sus piernas y si no fuese por su fuerte agarre en la lanza, habría caído al suelo del pánico.
Volvió a ser el turno del Bull para hablar, usando una voz cautelosa, pero sin ningún desprecio como lo había hecho su compañero anteriormente.
-Entiendo que la furia de mi compañero estaba desproporcionada, en ese caso no daré parte del posible asesinato que habrían cometido de no haberlo detenido, también he notado tu manera de llamar a nuestra reina sirena, eso da a entender que eres un enviado de los dioses, pero tu acceso a la ciudad solo dependerá de cuál de ellos seas-
Le dije que era un inmortal y los demás lo atestiguaron, por todo el tiempo recorrido durante el viaje sin haber pasado ningún día durmiendo, como lo harían los jugadores al desconectarse.
Siendo el caso, el Bull se disculpó por el comportamiento de su compañero, y nos permitió el acceso a la ciudad.
En ese momento un enorme Bull se nos acercó.
-Bienvenidos a la ciudad de Caer ys, joven inmortal y su séquito, yo soy el líder de la guardia, debido a su situación os acompañaré todo el trayecto hasta pedir audiencia- El Bull le sacaba más de una cabeza a su subordinado, viéndose absurdo cuando lo comparaba conmigo, estando solo a la mitad del pecho, como si fuese un niño, junto a un adulto.
-Debo admitir que he visto todo lo sucedido y no tenía intención de interponerme, así que podéis atribuir todos los problemas causados por mi subordinado a mí, también me gustaría saludaros como un Bull, un amigo de un minotauro vale igual que un amigo de Bull, así que si necesitáis alguna cosa podéis buscarme en cualquier momento, solo preguntad por Gong, además tengo ganas de entrenar con vosotros, tu seguidor fue tan rápido y sigiloso, que ni siquiera pude notarlo, eso sin haber pestañeado en ningún momento- En ese momento no pude evitar reírme sonoramente.
Gong me miró extrañado.
-¿De qué te Ríes?- A lo que mientras me reía le respondí.
-De que es verdad, de que sois iguales a los minotauros, igual de honestos- Al escucharme una atronadora carcajada del Bull resonó junto con la mía.
-Por cierto, mi nombre es Hel, los tuyos me caéis bien, así que mientras esté en mi poder y no interfiera en mis planes, no dudéis en pedirme ayuda-
A lo que el Gong, sonrió y continuamos riéndonos hasta llegar al final del puente.
Delante nuestra estaba una monstruosa manta, azul marino, llena de marcas de colores vivos, sobre ella tres sirenoides, uno a las riendas y otros dos en los costados, estos eran magos de agua, encargados de crear una burbuja para poder descender a la ciudad hundida.
-Veo que sois terrestres, en ese caso podéis usar la manta, yo nadare a vuestro costado- Con ello él saltó al agua.
Me reí y salté con él, dejándolo algo descolocado, incluso para los sirenoides en la manta.
Conmigo los demás saltaron y rápidamente buceamos, seguido de Gong.
Todoterreno no tardó en hacer efecto y nuestras cadenas/cola, se transformaron en los tentáculos, dejando boquiabierto al Bull.
-Cada vez eres más interesante, amigo- A lo que asentí, nuestros tentáculos se unieron formando la cola y nos dispusimos a descender.