Música de fondo: Vals de medianoche de Adam Hurst
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Algo brilló en los ojos de Sebastián ante la pregunta de Elle. Pero no logró interpretar lo que estaba en sus ojos, ya que él la había llevado a dar un giro inverso inmediatamente después, seguido de pasos en cruz. El giro era simplemente perfecto... tan perfecto como él.
Y antes de que pudiera darse cuenta, estaba sonriendo asombrada hacia él, sus ojos brillaban al mirar los suyos grises. No podía creer cómo sus cuerpos se movían en tal armonía. Era como si esta no fuera la primera vez que bailaban sino la centésima. Parecía haber un entendimiento tácito cada vez que ella o él miraban al otro y su próximo movimiento fluía como si hubieran hecho cientos de veces antes.
No podía creer cuán suave era cada deslizamiento. Cuan grácil cada movimiento que hacían y cuán natural y sin esfuerzo cada paso y turno eran. Perfección. Esa era la única palabra que se le ocurría si se le pidiera que lo describiera. Eran pura perfección.