Alicia se levantó y extendió su mano en un arco elegante hacia Ezequiel. Luego lo besó. Lo saboreó mientras permanecía envuelta por la suave caricia del agua, que ahora la cubría desde la cadera.
Ezequiel la correspondió con un beso apasionado, su cuerpo se movió hasta que estaba sentado en el borde de la piscina. Sus largas piernas ahora encerraban su cuerpo desnudo.
Cuando sus labios se separaron, Alicia apoyó su frente contra la de él, sonriendo y con ojos brillantes de deseo. —Te deseo, Ezequiel —susurró.
Ezequiel alzó la mano para apartar los mechones de su cabello pesados por el agua, colocándolos tiernamente detrás de su oreja. Luego abrió sus brazos ampliamente, como si se ofreciera a ella.