—Azy luchaba por mantener su compostura, incluso mientras su magia oscura continuaba saliendo de él. Su preocupación por el bienestar de su madre era innegable mientras suplicaba:
— Pero papá... está comenzando de nuevo... mamá... ¿puedes llevarla contigo? Me temo que ella...
—No, no te preocupes. Ella no se verá afectada esta vez —aseguró Zeke, colocando suavemente su palma sobre los ojos de Azy.
El silencio reinó mientras todos observaban asombrados. La magia desenfrenada de Azy se disipó gradualmente, estableciéndose en un estado de calma. Parecía casi sin esfuerzo, como si el simple acto de Zeke de cubrir los ojos de su hijo hubiera traído un control absoluto. Sabían que implicaba su magia demoníaca, pero Zeke la ejecutó con tanta facilidad que parecía que no estuviera haciendo nada asombroso en absoluto.
La sorpresa y asombro de Azy eran inconfundibles al sentir la calma que lo invadía, gracias a la intervención de su padre. —Gracias, papá, eso fue... ¡increíble!