—Odio este jodido mundo... Alex... Lo odio tanto... —su voz se hacía más baja—. Más te vale encontrar una forma de acabar conmigo pronto. Porque si la pierdo... —levantó la mirada, sus ojos sangrando pura desdicha. Y aún así, una sonrisa sombría se formó en la comisura de sus labios—. Sé que no necesito decirte más. Después de todo, tú ya has estado en mi lugar.
Alex no se movió durante un largo tiempo. Simplemente estuvo ahí, viendo a su amigo temblar. No pudo evitar recordar esa vez cuando Zeres lo había curado, llevando el veneno de su cuerpo al suyo y luego se escondió detrás de una pared para morir solo.