"Elle sintió como si una enorme espina que nunca supo que estaba allí, hubiese estado clavada profundamente en su pecho y finalmente fuera arrancada en el momento en que Sebastián accedió a casarse con ella. La sensación era increíblemente... extraña. Casi liberadora, de hecho. Sentía que su corazón, que antes era de plomo, ahora era tan ligero como una boya.
—Gracias
—No —La respuesta cortante llegó cuando él la interrumpió, sacudiendo su cabeza levemente. Luego se acercó y se inclinó hacia ella antes de que su voz indiferente la atravesara—. No tienes nada por lo que agradecerme, princesa. Algún día, te darás cuenta de que no merezco ninguno de tus agradecimientos.
Su respiración se volvió superficial ante esas palabras. Solo con mirar esos ojos grises tan fríos y duros como una bala, sintió que lo que él le decía no eran meras palabras vacías. Podía sentir que realmente lo decía en serio. Tenía la confianza de que lo que estaba diciendo se convertiría en realidad algún día.