(Desde la perspectiva de Demetrio)
—No creo que entiendas, mi esposa. No tienes idea de los horribles pensamientos que pasan por mi cabeza —dije—. No es solo una mala personalidad. Está torcida y podrida hasta el núcleo.
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que está torcido? Si sabes que tus pensamientos están torcidos, ¿no te parece extraño? Si realmente fueras una persona torcida, no deberías haberlo entendido. Pensarías que es un comportamiento normal, pero eres capaz de separar tus pensamientos torcidos. Piénsalo, Dem. No es posible si tú... No estoy diciendo que seas una buena persona. Solo estoy diciendo que no eres malvado —dijo ella.
—¿Eh? No sabes nada —mascullé—. Ella no sabía nada sobre lo que yo quería. ¿Cómo se sentiría cuando descubriera que quería encerrarla para que no pudiera irse? ¿Cómo reaccionaría al saber que quería mantenerla solo para mí, en algún lugar donde solo yo podría posar mis ojos sobre ella?
