—Elige uno —dije—. O más. Lo que quieras...
—¿Puedo escoger más de uno? —preguntó Atenea.
—Adelante —respondí.
Ella tomó un pudín de manzana mientras yo comía pastel de fresa. El sabor a fresa era el que más me gustaba.
—¿Quieres decir algo? —pregunté cuando sentí que quería decirme algo, pero no podía.
¿Tenía miedo de mí? Bueno, los niños solían asustarse de mí. Cuando le pregunté a Luc, dijo que mi cara asustaba a los demás. Pero mi esposa tenía una opinión diferente. Según ella, siempre mantuve una expresión fría en mi cara. Si no hubiese hecho eso frente a los niños, no habrían tenido miedo de mí. No era porque tuviera una cara aterradora, sino porque mantenía ese tipo de expresión.
—Um… Su Majestad me habló mucho acerca de Su Majestad y dijo que Su Majestad ama mucho a Su Majestad. ¿Es verdad? —preguntó lentamente.
—Sí, la amo mucho.
—¿De verdad?
—¿Es difícil de creer?