Absurdez.
Ese era el único pensamiento que quedaba en mi mente blanca. No entendí qué sucedía en ese momento. Mis pupilas se ensancharon y dilataron mientras la conmoción abrumaba mi cerebro. Era como un golpe fuerte que paralizo todos mis sentidos, dejando solo un cuerpo inerte, sin alma.
Mi cuerpo se acercó involuntariamente al cuadro. Mis manos, temblando, se acercaron al marco del cuadro mientras tenía un nudo en la garganta. El cuadro se distorsionaba mientras las lágrimas empezaron a aparecer en mi rostro retorciendo la imagen que entraba por mis iris.
No me lo podía creer.
Toque el cuadro cambiado después de cientos de pasillos repetidos. Una sensación áspera se transmitía por las yemas de los dedos. Era el mismo sentimiento de siempre. Pero la sonrisa no abandonaba mi rostro. La pintura había cambiado. Un cambio en esta realidad paralizada que antes era como una foto inmaculada. Esta vez, en vez del marco, toque la pintura.
Expectante de algo más.
Mantuve la mano en la pintura.
Espere…
Seguí esperando…
Aún…
Nada…
Nada Nada Nada Nada Nada Nada Nada Nada .
Inútil.
Completamente inútil.
Absurdamente y completamente inútil.
Sentí el sabor de la sangre mientras me mordía el labio lleno de frustración.
¿Qué esperabas maldito inútil?
¿Que sucediera algo más?
Todo era exactamente igual. El pasillo no había sufrido ningún cambio más. Mis manos se apretaron. ¿Por qué? No podía entender ¿Por qué dar esperanza?
Sentí que mi corazón se quebraba mientras las lágrimas caían por mi rostro desenfrenadamente. No por alegría, sino, por tristeza; una absoluta tristeza con un vacío que retorcía mis entrañas
¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!
Mis manos se movieron rápidamente hacia el marco del cuadro. Quería arrancarlo. Quería tirarlo. Quería pisotearlo. Quería arrugarlo.
Pero no se movió ni una pizca. Inmóvil. Ya lo habría intentado en un pasado lejano. Lleno de frustración y cólera intentaría destruirlo todo. El resultado sería infructuoso. Todo estaba fijado y extrañamente daba igual lo que hiciera que siempre se mantenía en el mismo estado. Fue lo mismo de siempre. No pude mover el marco.
—¡Mierda!
Siendo dominado por las emociones, a un nivel que nunca antes había sentido, me sentía extrañamente más vivo que nunca.
Siendo abrumado por la cólera, solté el marco y golpeé la pintura en desesperación. Mi puño se acercó a la pintura impactando contra él pero mágicamente lo atravesó provocando ondas que se extendieron por el vidrio mientras mi golpe impactaba en la casa pintada.
Tembló.
Todo el pasillo tembló.
No pude mantener el equilibrio mientras el suelo se retorcía. Cayéndome, mire a mi alrededor estupefacto mientras el polvo del techo caía en mis hombros. Unos segundos pasaron antes de que la calma se asentara.
¿Qué acaba de pasar?
Me levanté lentamente con mis ojos fijos en el cuadro. Lo único que podría haber provocado esto era el objeto enfrente mío. Miré el cuadro más en profundidad y trague.
Una casa de ladrillos.
Había repetido este pasillo lo suficiente para saber cualquier elemento relacionado con este cambio.
Mi cabeza giró lentamente como una máquina no engrasada. La ventana. Mire los ladrillos que inhabilitaban cualquier vista del exterior. Volví mi mirada al cuadro. No había ventanas visibles, pero, la ventana podría estar en una parte no visible por el cuadro.
¿Entonces esta casa es…?
¿Cómo afecta el cuadro…?
No tenía sentido. Aun así… aun así… no lo necesitaba. Si podía cambiar algo, aceptaría cualquier cosa. Por ilógica que sea.
¿Es posible que un cuadro afecte la realidad?
No lo sé. Pero ya estoy en un pasillo infinito. Supongo, entonces, que todo dará igual.
Una cosa ilógica más no importaría.
Cerré mis ojos e inhale y exhale para calmar mi corazón nervioso. Abriéndolos de nuevo, fijé mi mirada hacia delante mientras me sujetaba al cuadro inamovible. Después de todo podría volver a caerme. Ojalá me caiga. Ya que si me he caído, aun agarrado, he ganado. Porque eso significaría que el cuadro se ha soltado y ha aparecido un cambio permanente.
Me emocioné pensando en eso. ¿Que pasaría si me lo llevara por la puerta si cae? ¿Habría otro nuevo o el de mi mano desaparecería? ¿O algo más?
Mi corazón a mil por hora motivaba mis movimientos. El cuerpo se movía descuidadamente por la emoción. Mi brazo se elevó y lo moví en un golpe recto. Las ondas aparecieron otra vez mientras atravesaba el vidrio. Un temblor. Era el cuadro, efectivamente. Manteniendo mi posición sujetándome al marco me moví.
Un golpe más.
Y otro y otro y otro y otro y otro.
La sangre empezó a emanar de mis nudillos mientras un dolor agudo atormentaba mi cuerpo. Pero seguí y seguí y seguí y seguí. Apretando los dientes y con el éxtasis de la adrenalina, por la posibilidad de escapar, pude continuar. Hasta que sonó un estruendo sordo. Me petrifiqué.
¿Qué ha pasado?
Me giré rápidamente y vi un conjunto de ladrillos en el suelo. Mis ojos brillaron mientras la euforia recorría cada célula de mi ser.
¿El exterior?
Moví mis piernas como nunca antes en dirección hacia la ventana. Pero mi velocidad se ralentizaba conforme me acercaba. Mis ojos se nublaron mientras mi visión vacilaba. Un malestar empezó a anidar en mi cuerpo. Sentí ganas de vomitar mientras empecé a sujetarme la barriga. Mi rostro se distorsionó mientras mis mejillas se hincharon. Moví una mano a mi boca instintivamente mientras intentaba tragar lo que sea que intente salir. Conseguí tragarlo pero se había derramado ligeramente del labio.
Su color era rojo. Era sangre.
Mis ojos se abrieron mientras el malestar empeoro rápidamente. La saliva caía de mi boca y las preguntas en mi cabeza sobre lo que estaba pasando desaparecían porque mi cabeza no daba más de sí. Moví mi pierna intentando avanzar, pero me caí. No tenía fuerzas.
Mis ojos empezaron a cerrarse solos.
No…
No.
NO NO NO NO.
Daba igual cuanto intente evitarlo. Fracase. Mi mente se sumergió en la oscuridad.
....
…
.
Abriendo los ojos, la luz ilumino mi rostro intacto. Miré cerca mía consternado. Solo un pasillo limpio.
¿Qué estaba haciendo?
¡Ah, sí!
¡El exterior!
Moví mis piernas como nunca antes en dirección hacia la ventana. Pero mi velocidad se ralentizaba conforme me acercaba.
Ladrillos.
La ventana aún tenía ladrillos. Me acerqué sin palabras. Mire el suelo y vi bastantes ladrillos en el suelo. Luego alze la mirada. La misma pared de ladrillo. No. Falso. Me acerque aún más y arrastre mi mano por la pared. Había algunos ladrillos sobresaliendo, pero también había espacios que estaban huecos.
Mire en el espacio vacío y vi al fondo otro ladrillo.
¿Qué diablos?
¿Es posible que haya varias capas?
¿No es el tamaño de una casa normal?
No.
Mis cejas se fruncieron. Volví sobre mis pasos a la pintura. Una casa de ladrillos en un desierto vacío. No pude evitar pensar en otra suposición ridícula.
Aunque si era esta…
Una sonrisa amarga se formó en mi rostro. En el cuadro solo había una casa. No había ningún material de comparación. Por lo que el tamaño de la casa podría ser astronómico, y, completamente diferente de lo que había pensado. Podría romper otras decenas de paredes, y aun así, no haberme acercado ni a un tercio de la distancia del exterior.
Aunque no me importaría si podría salir. El problema no era ese. El problema es si no hay distancia y es infinito como el pasillo. Mis puños se apretaron.
Por favor…
No…
Espero que no…
No me des esperanza para esto. Sacudí la cabeza intentando evitar pensar en malos pensamientos. Moví mi cuerpo y me dirigí hacia el reloj de péndulo. Después de todo, puede que también haya cambiado algo como en el cuadro.