Acercándome miré de arriba a abajo el reloj. No hubo ningún cambio.
Acerque la mano al vidrio y lo toque. Pero nada. Solo un vidrio normal y corriente.
Frunciendo el ceño me puse a pensar.
¿Tengo que golpearlo?
Pensando en mis acciones pasadas dudé. Antes, solo golpeé al cuadro y funcionó.
Tengo que golpearlo, ¿verdad?
Volví hacia la pintura y acerqué mi mano lentamente.
Traspase el vidrio y pude tocarla. No hace falta golpear de nuevo.
Probemos cosas.
Probé con la otra mano y también traspaso. No había diferencia alguna, entonces mi mano derecha no era especial, ¿eh?
No tiene un dragón negro sellado…
Suspirando ante la cruel realidad, seguí intentando otras opciones.
El resultado fue simple. No podía hacer nada más con la pintura. Ni arrugarla ni nada más. Nada funcionaba. Estaba estática, al igual, que los demás elementos en el pasillo anteriormente.
Volviendo al reloj cavilaba.
¿Golpeamos?
No perdía nada. Solo algo de dolor.
Inhalando me puse en posición y golpeé.
Respire fuertemente mientras me sujetaba la mano izquierda y me inclinaba hacia delante.
—Joderrr…
Dolor. El dolor traspasaba la mano y recorría todo mi cuerpo. Mirándola, se empezó a enrojecer. Seguramente por el golpe. Mire de nuevo al reloj. No paso nada. Ni siquiera vibro.
Mierda.
¿A lo mejor tengo que usar la derecha? No quería… Pero si era la última opción… Podía hacer cualquier cosa. Pero antes…
Mire hacia los ladrillos. Se me acababa de ocurrir. Sonreí mientras sentía un ligero autodesprecio.
Probemos el vandalismo. No es porque dude de que aún no funcione con la derecha. Porque si es la derecha seguramente funcione. Tiene un historial positivo.
Funcionará.
Tiene que funcionar.
Pero probemos antes la nueva idea.
Tocándome el corazón; inhale y me relaje.
Cogiendo el ladrillo me quedé quieto. Me había llegado una nueva idea.
¿Qué pasa si golpeo el ladrillo con la pintura? ¿Rebotara o dañara la pintura?
Tragando, sentí una curiosidad intensa.
Probemos.
La curiosidad me gano. Además, la pintura está más cerca de los ladrillos que el reloj. Quedándome frente a ella, temblé por las emociones. La pintura tenía más posibilidades de cambio que el reloj. Después de todo, ya había tenido transformaciones mientras el reloj no.
Si no funciona… Cállate, joder. Funcionará. Y aún tengo el reloj si no funciona.
Elevando mi brazo, con el ladrillo, mire fijamente la casa en el desierto. Y ataque. Cuando el golpe choco contra el vidrio, un sonido agudo resonó por el pasillo. Una resonancia que daño mis oídos. Soltando rápidamente el ladrillo me cubrí las orejas mientras gritaba del dolor.
—¡Ahhhhhhhhh!
Unos segundos pasaron antes de que la calma se asentara y el agudo sonido desapareciera. Jadeando dejé de cubrirme las orejas.
¡Qué mierda!
No pude evitar querer sentarme e intentar relajarme. Pero no pude. No podía ni debía parar.
Mire el cuadro y alze de nuevo el ladrillo. Pero no pude bajar el brazo. Ese dolor era horrible. Mi brazo temblaba. En ese momento extrañamente sentía que si seguía haciéndolo, un resultado nefasto sería lo único que recibiría. No sabía de donde venía ese sentimiento, pero decidí hacerle caso por ahora.
Suspirando me moví al reloj. Si esto falla tendré que volver a la pintura para golpearla. Un escalofrío recorrió mi piel ante el simple pensamiento.
Levantándome, cogí el ladrillo y fui al reloj. Enfrente de este me quedé un rato parado.
Hagámoslo coño.
Tapándome un oído, moví el ladrillo para tocar ligeramente el vidrio. Si hay un sonido como el anterior, espero que al hacerlo no tan rápido sea menos sonoro: haciéndome menos daño. Aparte de que quería ver como reaccionaba el reloj.
El ladrillo lo toco con un ligero movimiento. No hubo un sonido abrumador. Simplemente, el vidrio tembló.
Mire fijamente esta situación maravillado. No me jodas. ¿Funcionará?
Antes de que mi mente lo procesara, mi mano ya se había movido. El ladrillo chocó fuertemente contra el vidrio. Mis ojos se abrieron. Que acabo de hacer.
Mis ojos se cerraron esperando el dolor. Pero el sonido que esperaba no llego. Al contrario, el sonido de un cristal normal rompiéndose resonó en el pasillo. Abriendo los ojos, lo vi. El cristal del reloj de péndulo estaba roto.
Las comisuras de mis labios se elevaron en éxtasis. Sentí que la emoción me podía mantener despierto durante días. Miro esto embobado por la felicidad antes de pensar en una pregunta simple.
¿Ahora qué?
Mire el reloj de péndulo. Estaba hecho de madera y tocaba el suelo. Su tamaño era alto. Dentro de la cabina, anteriormente resguardada por el cristal, estaba únicamente el péndulo rodeado de otras tres paredes blancas.
Pensé en que hacer. Baje la mirada hacia los restos del vidrio. Entonces, giré la cabeza hacia el sofá. Fruncí el ceño.
¿Uso los fragmentos puntiagudos contra el sofá?
Demasiada coincidencia. Todo parecía perfecto. Uso el cuadro para conseguir ladrillos de la ventana. Con esos ladrillos rompo el péndulo, obteniendo un objeto puntiagudo para el sofá. Era un orden inverso del de siempre.
Cuadro, ventana, reloj y sofá. Pero había una cosa que no cambio. La puerta. Resople negándolo. A lo mejor sí había cambiado. Sacudí la cabeza para dispersar los pensamientos. Primero comprobemos el sofá. Es posible que no le pueda hacer nada y ahí entonces miraré la puerta.
Cogiendo un fragmento afilado me dirigí al sofá. Apoye la punta contra este. Presione un poco. El filo se hundió atravesando el cuero.
Mi corazón empezó a latir más fuerte.
Funciona.
Empecé a presionar más fuerte hundiéndolo más profundamente. Mi corazón latía cada vez más rápido. Seguí hundiéndolo. Mi cabeza empezó a latir.
Continúe.
Oscuridad.
Mi visión se cegó por un momento.
—!
Lance el fragmento en pánico. Mi visión volvió. En el pasillo silencioso solo escuché el latido acelerado de mi corazón y sentí las pulsaciones de mis sienes.
¿Qué acaba de suceder?
A pesar de que no entendía que acababa de pasar, sentí instintivamente algo. No es la solución. Absolutamente, no tenía que continuar dañando el sofá.
Apoyándome contra la pared, me relajé un rato para aliviar mi cuerpo. Me caí lentamente hasta sentarme.
Mis parpados empezaron a descender. Intente luchar pero no pude. Mi conciencia cayó en el sueño siendo abrazada por la oscuridad.
Había hecho demasiadas cosas hoy. Me podía permitir una siesta.