— ¡No quiero ocultar mis orejas!, ¿porque tengo que hacer eso? Es denigrante — dijo Silphy.
—Sí ya te dije, no existen elfos en este mundo, todos te van a mirar y es probable que alguna vieja se acerque a tocartelas, además están sus ropajes — dije.
—¿Qué tienen de malo nuestra ropa ?, dijo Roxy.
—Son muy medievales, excepto el de Silphy y Eris, bueno si te sacas los protectores de cuero de tus piernas y esa chaqueta pasaras desapercibida.
—¿Y que hay de mi quieres que salga desnuda? , dijo Roxy.
—No, claro que no. Espera, creo que tengo un vestido de mi ex novia.
Se lo traje y se lo pasé a Roxy.
—Yo no me pondré esto, me queda grande, ademas es de esa otra mujer ,— dijo Roxy.
—Vamos, Roxy . Es solo algo de mi mente ni siquiera es real .
—¿Y por qué tienes un vestido de esa zorra? — me dijo Eris.
—Lo dejé aquí con cosas de ella que jamás vino a buscar.
—¿Y por qué no las botaste? — dijo Silphy.
—¡Santo Dios! ¿Me están cuestionando por algo que hice en otra vida? Ponte el vestido Roxy, ademas no es tan grande es del tamaño se Silphy .
—Bien — dijo, de mal humor, sacándose la ropa. Y bajo ella llevaba una sexy ropa interior, pero el vestido le quedó grande, de hecho parecía campana .
—Mírame, me veo fea, —dijo Roxy —inflando las mejillas .
—Ya tranquila Rudy traeme aguja e hilo, yo lo prepararé, —me dijo Silphy.
—Si creo que tengo para cuando debía zurcir mis calcetines .
Después de un rato Silphy hizo magia con aguja e hilo y Roxy se veía muy linda, cuando me lo mostró sonriente aproveche para agarrarle el culito.
— No, Rudy, me dijo sonrojada.
— Te ves muy linda Roxy.
—¿No hay problema con mi pelo azul, Rudy? .
NO, tal vez solo te miren, pero pensaran que te lo teñiste, solo creerán que eres una chica punky, o alguna chica con problemas de ausencia de figura paterna.
—Pero yo si tengo papá, Rudy, —me dijo Roxy
—Tranquila, hablo de cosas de este mundo, no me hagas caso .
—¿No podías cambiarnos la ropa solo con imaginarlo?, después de todo estamos en tu mente Rudy, dijo Silphy .
—Claro como esa vez en que soñé con Ari..Ari...Ari...Ariadna, una, una, eeh una chica que conocí en, en, en Neris.
—¿ Otra Zorra? , dijo Eris molesta.
—Solo dije que soñé, no hice nada, ademas en esa época estaba solo porque mi prometida me había abandonado.
—Yo no te abandoné, tu no entiendes un simple mensaje.
—Ya dejalo Eris — le dijo Silphy.
— Hablando de eso, toma esto es para ti, —le dije a Silphy pasándole un gorro.
—No voy a usar eso, —dijo Silphy molesta.
—¿Pero amor?.
—Esta bien haré algo, —dijo recogiendo su bello y haciéndose un peinado con la que tapo sus orejas con su mismo cabello.
—Como me veo.
—Hermosa como siempre, aunque me gustan tus orejitas, —le dije —¿No quieren seguir viendo TV?
—Al regreso, Dijo Eris, quiero ver este mundo.
—Oye Rudy, hablando de algo diferente, ¿puedo pedir algo que tal vez te podría molestar? — dijo Silphy.
—¿Qué cosa?
—Podemos tener sexo, pero contigo en tu antiguo cuerpo.
— Cof, Cof, Cof ¿Qué? .
— ¿O no quieres?
—Silphy, no puedes hacerle eso a Rudy,¿ lo quieres engañar? ,— le dije Roxy.
—¿Como se supone que lo voy a engañar con el mismo?, dijo Silphy enojada por ese comentario .
—Yo no quiero — dijo Roxy.
—Yo tampoco — dijo Eris.
—¿Qué dices Rudy? — me pregunto Silphy.
— Claro, no hay problema.
—Pero Rudy, es como acostarse con otro hombre, me dijo Roxy.
—Soy yo mismo, y es un sueño. Aunque no sé como adoptar mi forma antigua — dije.
—Ok, pero hagan eso después. Quiero ver este mundo. No vine a encerrarme en una casa a tener sexo en los sueños — dijo Roxy.
—Bien, iré a cambiarme la ropa — dije.
Entré a mi pieza y las chicas me siguieron, me puse unos jeans, zapatillas y una camisa, un reloj y además me eché un poco de perfume.
—Oye, Rudy, ese calzado es muy liviano, y es muy raro — dijo Silphy.
—Sí, bueno, es cómodo — dije.
—Y hueles muy bien. ¿Qué rico! ¿Qué es?, pregunto Eris.
—No sé, este perfume me lo regaló mi hermano en la navidad del 2010.
—Creí que Navidad es en invierno, amor, dijo Roxy.
—Estamos en el hemisferio sur. Acá es en verano. Y creo que debe ser febrero, Silphy —Bien, salgamos — dije abriendo la. Puerta .
—Guau, guau, guau, guau. —
— ¡Aaaaah, una Comadreja qué ladra ! — gritó Silphy.
—Tranquila, es mi perro. Tranquila, no te hará nada dije tomado a mi mascota en brazos .
—Es, muy lindo, Rúdeus — dijo Eris, abrazándote a mi perrito , haciendo que el pobre perro salchicha se quejara.
—Ggrrr. —
— ¡Auch! El maldito me mordió. ¡Te voy a matar! — dijo Eris.
—Oye, oye, cálmate. No le hagas nada a Homero Simpson, dije abrazando a Eris mientra estas trataba de darle una patada a mi perro.
—Espera un segundo. ¿Llamaste al caballo así por ese animal?, dijo Roxy.
—Sí bueno y a ambos por el personaje de TV.
—Qué raro. Parece un perro mezclado con un hurón, —dijo Roxy acariciandolo?mientras homero le movía la cola .
—Ya dejen a Homero en paz. Vamos.
— Wow, eso es tu camioneta Rudy, dijo Eris impresionada.
—Sí una Toyota Hilux año 2006, Diésel, motor 2.3 4x4 de color verde opaco.
—No entiendo una mierda de lo que dijiste. Vaya, se ve mucho mejor que los dibujos de Nana — dijo Eris .
—¿Y qué esperabas? Nanahoshi dibuja pésimo.
— ¡Esto es increíble! — dijo Roxy, mirándola mi camioneta mientras le daba la vuelta .
—Guau, guau.
— ¡AAAAGH, RUDY, HAY UN PERRO GRANDE! —
—Tranquila, tranquila. Ese es mi otro perro, un pastor alemán. Tranquila, anda a echarte, Maradona, a tu casa— lo regañé.
—¿Qué nombre tan raro? ¿Por qué lo llamaste así? — preguntó Silphy.
—Es que tiene unas raya blanca cerca de la nariz — le dije.
—No entiendo. ¿Qué tiene que ver? — me dijo Silphy.
—Te lo explicaré cuando despertemos. Ya vamos. Suban — dije, abriendo el portón para sacar el vehículo.—Oye, Eris, ese es el volante. Yo voy ahí.
—Quiero conducir.
—Pero pensé que querías ir a la ciudad
—Si, Pero quiero conducir primero .
—Bien, bien. ¿Ustedes también, chicas?.
—Sí — dijeron con entusiasmo.
—Bien, salgamos a la calle — les dije.
Una vez fuera, la primera que quiso intentarlo fue Eris.
—Bien, ¿cómo lo hago, Rúdeus?
—Bien, esta es la palanca de cambios.
— ¿Cuál es esta? — dijo, agarrándome el "muñeco".
—Muy graciosa, pero hablo en serio. Debes apretar el embrague, pones la primera, y sueltas el embrague poco a poco mientras aprietas suavemente el acelerador. ¿Entendiste?
—Puf, si es pan comido.
—Bien, házlo. ¡AAAAGH! ¡CUIDADO! ¡CUIDADO! ¡EL ÁRBOL! ¡EL ÁRBOL! ¡FRENA! ¡FRENA! ¡CUIDADO CON EL POSTE! ¡CUIDADO CON EL POSTE! ¡AAAAGH! —
Finalmente, tuve que frenar con el freno de mano.
—Aaah, Aaah, Dios mío, ¡Dios mío! — dije, agarrándome el pecho . — ¡Qué demonios, Eris, debías soltar el embrague suavemente! ¡ Casi nos matamos! Si morimos aquí, vamos a despertar. Santo Dios, ¡qué susto! Esto parece una pesadilla.
—Qué cobarde eres Rúdeus, esto es genial,— dijo Eris con una maniática sonrisa.
—Chicas, ¿están bien? — dije, mirando hacia atrás. Las chicas estaban pálidas, sobre todo Roxy.
—Quiero bajarme — dijo mi peliazul.
—Ya, tranquila. Es turno de Silphy — dije.
Después de esto, Silphy lo hizo muy bien. Incluso logró pasar la segunda marcha. Roxy apenas alcanzaba los pedales, así que tuve que regular el asiento y ponerle un cojín. Ella se molestó por eso. Roxy también lo hizo muy bien. Ella es muy técnica, y logró llegar a tercera .
En fin, luego de un rato, regresamos fuera de mi casa, y me puse al volante para dar un paseo.
—Yo voy adelante — dijo Eris.
—Claro que no. Viste la película que querías primero , yo voy adelante — dijo Silphy.
—Oye, yo quiero ir — dijo Roxy. Después de una discusión, finalmente Silphy ganó tirando una moneda al aire.
—Bien, vamos — dije.
Justo en ese momento, salió la vieja de mi vecina del frente, la típica vieja chismosa que hay en todos lados .
—Hola Paulo, ¿cómo estás? ¡Vaya, tres mujeres! No son muy jóvenes para ti?
—Son mayores de edad, señora Clara.
—Oye, Rúdeus, ¿qué dice esa anciana? — preguntó Silphy.
—Pregunta quiénes son ustedes. Creo que la vieja me ve como era antes. ¡Qué raro! ¿Ustedes me ven como Rúdeus? .
— Te vemos como siempre, oye Rudy ¿No puedes hacer que entendamos lo que hablan? Después de todo, son tus recuerdos de esa gente ¿no puedes recordarlos en idioma humano?
—Sí, pero esa vieja era conocida como la chismosa del pueblo, algo así como la Perugius de este lugar.
—Quiero escuchar qué dice — dijo Eris.
—Bien — dije, concentrándome.
—Oye, Paulo, ¿quiénes son esas chicas? No sabía que te gustaban las que se pintan el pelo de azul.
—Sí, gusto en verla señora Clara.
—Oye Paulo y que paso con la Rubia de ojos azules que trajiste la otra vez?¿ Esa chica Europea?.
—¿De que mierda esta hablando esa vieja, Rúdeus, —me dijo Eris molesta.
—Eeeh de una chica, eeeeh cuando vivía aquí (maldita sea mejor me largo, antes de que mi subconsciente me delate que Ariel estuvo en mi mente).
—Oye Paulo, te diré una cosa, este pueblo es muy tranquilo como para que traigas mujeres de vida fácil a pasar la noche contigo — me dijo la vieja.
—¿A quién llamas puta, vieja de mierda? — le dijo Eris que intentaba salir por la ventana a Golpearla . — ¡Para que sepas, soy su esposa, vieja de mierda!.
—Eris, cálmate — le decía Silphy, que la agarraba de la cintura.
—Nos vemos, señora Clara, — le dije, y aceleré la camioneta.
— ¿Por qué esa vieja pensó que éramos putas, Rudy? Y quiero una explicación no sexual — me exigió Silphy.
Era soltero, y no eran putas. Era el idiota de Lucho, que una vez que lo invitamos a un asado, y el desgraciado llegó de la mano con un stripper, —les explique —¡Maldito putero! Me ocasiona problemas incluso después de muerto — pensé para mí mismo.
—¿Y quién era la rubia? Esa descripción sonó como Ariel — dijo Eris.
— ¿Y cómo demonios se supone que me acosté con Ariel en mi vida pasada? — le dije.
—Sí, bueno, eso no tiene mucho sentido. Pero, ¿quién era la rubia? — insistió Eris.
—Eeeh, una compañera de la universidad con quien salí unas semanas… (Mentira, nunca salí con nadie así en este mundo. ¡Grrr! Cuando salga de aquí voy a hablar seriamente con Ariel, ).
— Wow, que hermosos campos verdes — dijo Roxy, mirando el paisaje.
—Sí, cultivan forraje para los animales — le dije.
— ¡Wow, hay muchos de esos autos, Rudy! — me dijo Roxy.
—¿Y qué pasa si chocamos a unos? — dijo Eris.
—Por la velocidad, moriríamos. De hecho, así morí en este mundo.
—Vamos muy rápido. Baja la velocidad me dijo Roxy.
—Solo vamos a 70 km/h, tranquila, escuchemos música, dije encendiendo la radio sorprendiendo a las chicas.
—¿Esa música suena misteriosa, quien es?, pregunto Silphy.
—Depeche Mode, ejoy the Silence.
—¿Puedes hacer que entendamos la letra?.
—Hacer eso, hace que la letra suena rara al cambiar de idioma, solo disfrutala no tienes que entenderla, la mayoría escucha esta música y no entiende lo que dice, solo disfruta, le dije.
—¿ puedes poner otra música Rudy? , dijo Silphy.
—Mira con ese botón cambias de emisora, le dije, y Silphy se puso a jugar con ella.
—Es mi turno, —dijo Eris,— no yo quiero dijo Roxy y casi se forma una pelea por la radio.
—Ya tranquilos, la que va adelante elige que escuchar, —les dije, —Silphy miro hacia atrás y les sacó la lengua.
Finalmente, no se como encontró una emisora que daba música clásica.
—esto es hermoso, Rudy, la Música de este mundo es mucho más hermosa que la nuestra, —me dijo.
—Es increíble que escuches música cuando quieras —dijo Roxy,— con razón siempre dices que extrañas esto.
—A mi me gusta más la primera que escuchábamos, cuando cantan —dijo Eris.
—Sabes, Rudy, esta música y este paisaje hermoso y viajar en este carruaje tan suave y cómodo te hace ver muy sexy conduciendo — me dijo Silphy, agarrándome el muñeco.
—No hagas eso, me desconcentras, amor.
—Esto es aburrido. Pensé que sería diferente. Y el paisaje se parece mucho a Fitoa, aunque las colinas se ven muy rocosas — dijo Eris.
—Es que estamos en verano, amor. En primavera se llenas de flores y es verde por el pasto.
—Igual que en Fitoa. En fin, hay muchos árboles ahí, dijo Eris .
—Son cultivos de frutas.
—Genial.
—Ya estamos por llegar.
—¿Qué tan pronto?
—Sí, bueno, estas cosas son rápidas — le dije.
—No dijiste que la ciudad es pequeña? Esto es del tamaño de la Sharia — me dijo Roxy.
—Sí, bueno, en este mundo es una ciudad pequeña. De hecho, Ars en este mundo, ni siquiera sería considerada una metrópolis — le dije.
—Los edificios son pequeños, Rudy — me dijo Silphy.
—Sí, bueno, ya te dije, es una ciudad muy chica, salvo por los edificios de la alcaldía.
Una vez que llegamos, me estacioné.
—Chicas, ¿chicas? ¡Chicas, OIGAN CHICAS! —
—¡No nos grites, idiota! — me dijo Eris.
—Lo siento, es que no me hacen caso.
—Es que es muy diferente. Pasan muchos de estos carros sin caballos por la calle hay banderas y todo es de colores hermosos, dijo Roxy.
—Sí, sí. Escuchen, debemos pasar desapercibidos. Así que no se queden mirando a la gente… Silphy, deja de mirar así a esa persona.
—Es que está hablando solo, Rudy.
—No lo está. Está hablando por celular.
— ¿En serio?, de esos telefonos que hablaste.
—Sí. Mira — dije, sacando el que tenía del bolsillo.
— ¡Wow! Esto es genial — dijo Silphy que lo tomo .
—Quiero verlo — dijo Eris.
—No, yo lo estoy viendo.
—¡RUDEUS, ES MI TURNO! — dijo Eris, con las mejillas infladas.
—Dios, parecen niñas, después vemos eso, amores.
—Bien, y tú egoísta — le dijo Eris a Silphy. —No te haré eso que te gusta por las noches.
—Hey, no seas mala — le dijo Silphy.
—Bien, ¿qué quieren hacer? — les dije.
—Caminemos — dijo Roxy.
—Bien — les dije. Apenas nos bajamos, todo llamaba la atención, mientras caminábamos por el centro de la pequeña ciudad donde nací.
—Me encantan las veredas rojas, Rudy.
—Sí, es bonito aunque todos decían que esta ciudad es aburrida . — De pronto, me agarraron de la camisa y me zamarrearon. — ¡MIRA, RUDES! ¡MIRA QUE PAJARO TAN RARO! ¡MIRA, SUENA COMO UN TRUENO! ¡MIRA, MIRA! — me decía Eris, que apuntaba a un avión, mientras la gente nos miraba raro.
—Sí, amor, ya cálmate. Es solo un avión.
—¿Y en eso va gente?
—Si, vienen de otros países o del mismo país, pero de partes alejadas.
— ¡Esto es genial, Rúdeus! — dijo con su gran sonrisa, mientras Roxy y Silphy miraban impactadas.
—Oye, tu padre no soñaba que se mataba en una de esa cosas, —me dijo Eris.
—si pero eso supuestamente pasó hace 70 años en este mundo.
—La gente viste muy raro — dijo Silphy mirando a un grupo de chicos . — ¿Quiénes son ese grupo que viste de negro y tiene peinados raros?
—Son góticos. A ellos les gusta(.....) La verdad, no se que diablos les gusta, Silphy, pero se visten así, de negro.
—Me gusta ese estilo — dijo Roxy.
Mientras caminábamos, las chicas se detenían a cada rato a ver tiendas de electrodomésticos, de ropa o las farmacias, que les llamaron la atención. Ya que en nuestro mundo, si no usas magia de curación, usan hierbas medicinales, así que una tienda así fue algo raro, en especial para Silphy y Roxy.
Paseamos por la plaza donde les compré un helado, y nos sentamos a hablar un rato bajo la sombra de un árbol, había varios tipos que miraban, en especial a Eris y su cuepazo.
Mientras a las mujeres las que más llamaba la atención era Silphy por su pelo y Roxy, aunque la gente solo las miraba y no les daba mayor importancia.
—La gente me mira mucho — dijo Roxy. —Ya se dieron cuenta de que soy un demonio?
—No. Ellos creen que eres humana. Solo te miran por tu pelo azul, amor, seguramente piensan que eres feministas, una punky, o tal vez piensan que eres otaku.
—Nff, Nff, ¿Qué es ese olor? Huele delicioso — dijo Roxy, de pronto.
—Ah, claro. Es ese lugar de ahí, se llama el vagón , es una cafetería. Ese es el olor del café. También venden helados, pasteles, te, jugos y comida. ¿Quieren ir?
—Sí — dijeron todas.
Así que entramos al mismo lugar donde vine con Ariel.
—El lugar es hermoso, Rudy — me dijo Silphy.
—Sí, es bonito. Mi papá nos traía aquí cuando era niño en este mundo. ¿Qué quieren comer?
—Algo Dulce— dijo Roxy.
—Bien — así que ordené pasteles para las chicas y jugo de piña. Y esta vez pedí un capuchino grande, ya que la última vez Ariel me lo tomó (el café). También pedí mi sándwich favorito, carne, cebolla y huevo frito.
Basta con decir que a las chicas les encanto el pastel y el jugo de piña, y Eris también se comió mi sándwich y se bebieron mi café. De hecho, tuve que ordenar una segunda ronda de pasteles y café para las chicas. También se impresionaron cuando pagué, y los billetes les llamaron mucho la atención. No entendían que en este mundo se pague con papel, y cómo pueden dibujar imágenes tan pequeñas en los billetes.
Mientras salíamos Roxy iba mirando un billete que le pasé , ya que quería verlo bien.
— ¡Wow! Esto sí es increíble los detalles en este papel, es una obra de arte. Zanoba estaría impactado si ve esto — dijo Roxy, mirando un billete.
—No es tan impresionante, lo hace una máquina, Roxy. —
—Aún así es increíble, y ¿quien es este tipo, es un rey? .
—No, es un personaje histórico de este país, era un militar.
—Uff, estoy llena. Comí mucho — dijo Silphy.
— ¿Qué era ese jugo? Nunca probé algo tan rico — dijo Eris.
—Era piña, una fruta que no existe en nuestro mundo, o al menos, nunca lo he visto en mis viajes .
—Rydy, mira, son como Nanahoshi — me dijo de pronto Roxy, apuntando a un chino que fumaba afuera de la tienda china, valga la redundancia.
—Oye, Roxy, no lo apuntes. Y él no es japonés. Es chino.
— ¿Qué?¿Y cual es la diferencia?, preguntó Roxy.
—Nana es de otro país. Esos tipos son chinos.
—Ahora que lo dicen, Nana es hermosa. Ese tipo, bueno, es, es… No es agradable a la vista , pero sus ojos se parecen mucho.
—Son asiáticos, tienen los ojos así, le explique. —Aunque ahora que lo pienso, muchos nórdicos también tienen los ojos así así, pensé
—¿Y cómo los diferencias? — me dijo Eris.
—No puedo hacerlo. Todos se ven iguales a mí, pero hablan idiomas diferentes y a Nana odia que le diga china.
—¿Y qué venden ahi? .
—Solo baratijas de mala calidad — le dije. —Aunque a veces es bueno cuando quieres comprar algo para usar solo por unos días.
—Ya veo — dijo Roxy, que miraba a los chinos fumar mientras hablaban taka taka .
—Parecen dragones tirando humo por la boca — dijo Silphy, con su aparente inocencia .
—¿Qué hacemos ahora? — pregunté.
—La ciudad, la verdad, es parecida a cualquier ciudad, aunque más moderna. Pero es una ciudad más , aunque es increíble. Los colores, los aromas, la ropa, y la gente no huele mal. —dijo Silphy.
—Sí, bueno, hay más acceso al agua — dije.
—Regresemos — dijo Silphy. — Quiero seguir viendo tu casa.
—Bien, pero antes, quiero un helado, Rudy — me dijo Roxy.
—Jaja, está bien. ¿Ustedes quieren un helado, chicas?
—No — dijo Eris, que rápidamente se subió adelante, dejando molesta a Silphy.
Después de comprarles un helado, regresamos a casa. Silphy iba molesta porque Eris le quitó su lugar.
—Es genial ir adelante, Rúdeus. Se siente como si corriera — dijo, sacando la cabeza por la ventana, mientras su pelo se movía con el viento.
—¡Entra la cabeza, Eris! Es peligroso! —
—Le quitas lo entretenido a la vida, amor. Oye, Rúdeus, y que hay con esta otra cabeza — dijo, agarrándome el "muñeco", haciéndome frenar de golpe.
—No hagas eso mientras conduzco. Ya te dije. Chicas, ¿están bien? — Cuando miré atrás, Roxy tenía su helado en la cara, y el cono parecía su nariz.
—Lo siento, amor — le dije. Ella nos regaño todo el camino de regreso, estaba muy molesta.
Cuando llegamos, gracias a Dios, la vieja de la vecina no estaba afuera así que entramos rápidamente.
—Tu casa por fuera es bonita, el césped se ve muy bonito también, —decía Roxy que acariciaba a Homero Simpson.
— ¿Y ahora qué?
—Quiero ver tu casa — dijo Silphy, que entró como si fuera su casa también, y empezó a explorar todo.
—¿Qué es eso?
— Es una lavadora.
—¿Y cómo funciona?
—Pues, tiras la ropa adentro — dije, tirando unos trapos que tenía en la cesta de ropa sucia —. Le hechas el jabón para lavar, programas la cantidad de agua y aprietas este botón. —
—¿Eso es todo? —
—Sí, después la lavadora sonará una alarma que avisa que está lista para tenderla al sola ya que también la estruja.
—¿Y por qué diablos no inventas algo así en nuestro mundo? Lavamos como idiotas a mano en casa, no se te ocurrió que sería más fácil para la familia tener algo así?
—Pero, es que estaba ocupado, amor.
—Claro, para hacer armas, martillos y armaduras tienes tiempo, pero para algo así, no puedes porque estas ocupado .
—Bien, bien, haremos una. Dios mío, me gustaba cuando lavamos la ropa entre todos, así aprovechamos de hablar .
—Es porque no lo haces siempre. Yo y las chicas debemos hacerlo varias veces por semana.
—Bien, lo haremos, no te enojes.
Después vio la cocina, mismo drama: cómo no había hecho algo para cocinar sin leña o el refrigerador. Cómo no había inventado algo que conserve los alimentos frescos y así no ir todos los días al mercado.
— ¡Santo dios! Silphy, estás aquí hace solo unas horas y ya te comportas como las esposas de este mundo.
—Lo siento, es que son cosas muy útiles, Rudy, y tu ya las conocías, debiste pensar en eso.
—La cocina, el refrigerador y la lavadora puedo replicarlas, pero les diré cómo funcionan y deberás pedirle ayuda a Nana. Yo te ayudaré cuando tenga tiempo sabes que debo salir mucho.
—Bien — dijo, inflando las mejillas.
—Ya no te enojes — dije, besándola y dándole una suave palmada en el culo.
—Y ya que estoy aquí — dijo, soltandose el pelo, dejando nuevamente a la vista sus orejas — me duelen — dijo, acariciándolas. No pude evitar besarla.
—Vengan, veamos una película — dijo Eris.
—Bien, ¿qué quieren ver? —
— El Señor de los Anillos — dijo Silphy.
—Bien — dije, poniendo la peli, mientras traía algunas cosas para comer como palomitas, papitas y aceitunas.
—Esto son aceitunas de las que tanto hablas. Son saladas — dijo Roxy.
—Sí, son deliciosas. Pero La verdad, me imaginaba algo más increíble, No tienen mayor gracia — dijo Silphy.
— ¿Cómo te atreves? — le dije.
—Son ricas — dijo Eris — pero es difícil comerlas con esa semilla.
—No te tragues las semillas, Eris. Déjalas en ese pocillo que dejé en la mesita.
—Bien, bien. Me tratas como si fuera estúpida.
— ¿Qué es esta cosa que me diste, Rudy? — preguntó Roxy.
—Es una lata de Coca- Cola. Déjame abrirla. ¡Pssst!
—¿Y qué hago con ella?
—Bebelа por esta parte — dije, señalando el agujero.
—Haaay, pica, pica, pica.
—Tranquila, solo son las burbujas.
— Mmm, es dulce. ¡Qué rico! Pero pica al principio.
—Es como una cerveza. Solo bébela de a poco, amor.
Las chicas siguieron su ejemplo e hicieron lo mismo. Eris mostró su poca feminidad al beberla de un sorbo y luego dando un gran eructo.
—No hagas eso, Eris es de mala educación — la regañó Silphy.
—Ya déjame ver la película, maldita mandona. Rúdeus, tráeme otra de estas, por favor — dijo Eris, estirándose en el sillón, mientras abrazaba a Silphy.
Cuando las miré ahí en mi sala mirando la TV, realmente me di cuenta de que Eris es el hombre de la familia.