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Chapter 210 - El bautizo de Edward Anemoi Asúra.

Luego de despedirnos de Sara y de Roa, emprendimos el camino a donde alguna vez estuvo la aldea buena. Por lo que averiguamos, la aldea no se ha refundado. Aunque nos dijeron que hay campos de trigo y otros cultivos y algunas casas, el pueblito que conocí no se reconstruye del todo.

Mientras cabalgaba, Lara quiso ir conmigo, así que la subí al caballo delante de mi y le pase las riendas.

— ¿Qué feo es aquí, papi? Todo se ve pelado.

—Antes era hermoso, todo era verde y los campos de trigo se perdían en el horizonte. Fui muy feliz aquí cuando era un niño, y aquí conocí a tus mamás.

—Si lo se, Mamá Azul me contó, ella le dijo que solo eras un niño y solo te veía como un niño y que no era una asaltacunas.

—Ya veo. Vaya Roxy siempre les dice lo mismo a todos cuando saben de nuestra diferencia de edad o cuando preguntan como nos conocimos, creo que le da vergüenza haber sostenido a su marido en brazos cuando era solo un niño, jajajajaja, a la noche le voy a burlar de ella, pensé .

—Mami Roja dijo que debo empezar a entrenar con una espada. — dijo Lara.

—Cuando cumplas 4 años, amor. Ya falta poco.

—Oye, papi. Ten cuidado cuando estés lejos de casa y te muestren a tío Alek atacándote en un bosque , no le hagas nada. Corta hacia atrás de ti.

—¿De qué rayos hablas, Lara?

—No uses malas palabras, te acusare a mami Blanca.

—Lo siento, pero ¿de qué hablas, amor?

—Tío Alek no es tu enemigo. Cuando te muestren que él te va a atacar, corta a lo que está en tus espaldas.

—¿Me Va a pasar algo, amor?

—Aún no, pero lo sabrás cuando pase. Llevame al carruaje, Quiero ir con tía Aisha y conducir caballitos .

—Claro, amor — dije, confundido, mientras Lara se subía al carruaje que conducía Aisha y se sentaba a su lado. Mientras, yo me ponía al lado de Silphy y Ghislaine en la vanguardia.

Silphy cabalgaba con Lucy delante de ella, pero Silphy iba callada, salvo cuando Lucy le hacía alguna pregunta.

—Todo bien, orejitas?,— pregunté.

—Sí, solo que desde el incidente jamás regresé a la aldea buena. Tú pasaste por ahí cuando regresaste con Eris del continente demoníaco, ¿cierto? .

—Sí, pero no había nada. Todo estaba desolado y nuestro árbol de colina estaba seco y solo quedaba la base del tronco,—le dije.

—Ya veo — dijo Silphy, con una expresión de melancolía.

—Recuerdo ese día en que te fui a buscar, por órdenes de Lord Phillip Rúdeus — dijo de pronto Ghislaine. —Pensé que serias un idiota como Paul, insoportable y engreído , pero me sorprendiste eras bastante humilde y diligente .

—Sí, y me noquearon — le dije.

—Deja de quejarte. Si no hubiese hecho eso, jamás habrías conocido a Eris.

—Lo sé, pero podrían habérmelo explicado bien, y no golpearme yo habría entendido, yo fui quien pidió ese empleo, dije que no porque en vez de decirme, "debes ir a trabajar para pagar la universidad". Me dijeron, "debes separarte de Silphy", ¿que pensaron que iba a hacer? —Le dije.

Ghislaine solo sonrió recordando el pasado.

—¿Quién habrá hecho esto? — preguntó Silphy, mirando los campos con algunos cultivos, aunque aún había partes desoladas, como los antiguos bosques o colinas.

—Nanahoshi dice que es probable que sea la miko del regreso.

—¿Quién es ella?

—Orsted dice que hay una miko que puede enviar cosas al pasado unos minutos, y tiene una gran capacidad de mana. Esa niña bendita pudo hacerlo. ¿El motivo? no tenemos idea.

—Voy a partirle la cara si la conozco y averiguo que fue ella — dijo Silphy.

—Sí, Nanahoshi dijo lo mismo — le dije.

—Así que esta era su tierra natal, Dios del Cauce? — me preguntó Isolte qué cabalgata cerca del carruaje de Ariel.

—Así es, diosa del agua… Oye, Isolte, solo dime Rúdeus. Si aquí era, aunque era mucho más hermoso, todo era verde con los campos dorados de trigo, con las montañas nevadas al norte que llevan a los países del triunvirato , y los bosques del sur. Era muy lindo — dijo con nostalgia.

Silphy se acercó a mí.

—Tu mundo era así, Rudy.

—Bueno, de hecho donde nací también estaba la cordillera igual que acá, Silphy, aunque no había bosques, solo algunos sotos en las quebradas. Había un río cerca donde íbamos a pescar.

—¿O sea, es parecido acá?

—Mmm, sí y no. No había cultivos de trigo en los campos. Cultivaban forraje para los animales o naranjas, duraznos, cerezas y uva — le dije. — Aunque eso era en las zonas más de campo. Yo vivía en una zona suburbana, cerca de la ciudad.

—Debe ser hermoso. No puedo esperar para poder verlo — me dijo sonriendo.

—Yo también quiero ver — dijo Lucy.

—No, amor. Cuando estés más grande lo haremos — le dije.

—No te quiero — me dijo Lucy, inflando las mejillas y cruzándose de brazos.

—¿Ah, sí? Bueno, entonces tendré que comerme este dulce yo solo — dije, sacando una golosina de mi bolso.

—Estaba bromeando, papi. Yo te amo mucho — me dijo Lucy.

Jajaja, toma — le dije, mientras Lucy me sonreía. —Ella es muy linda.

Cerca del mediodía divisé la aldea buena. Habían unas 10 casas, muy lejos de la aldea que conocí. Había varios campos de trigo cultivandose, y el verde había retornado a las colinas, mientras los arroyos y esteros volvieron a fluir.

Pasamos por el pueblo, ante las miradas confusas de los aldeanos. Creo que todos eran nuevos no vi caras que reconocira, solo salieron a mirar por curiosidad .

—Paul, eres tú, ¿ Paul Greyrat? Espera, soy yo — me dijo de pronto un anciano.

Detuve el caballo, y el hombre llegó a mi lado.

—No, no eres Paul. Eres demasiado joven — me dijo.

—Soy Rúdeus, el hijo de Paul Greyrat.

—¿En serio? ¡Has crecido mucho, chico! No creo que te acuerdes de mí.

—Lo siento, señor. Salí muy joven de casa a Roa y nunca regrese hasta ahora .

—Soy Martín, uno de los guardianes de las atalayas.

—Lo siento, pero no lo recuerdo — le dije.

—Jaja, te entiendo. Pero yo sí te recuerdo. Siempre te veía jugar por ahí con la hija de Laws. Lo siento, lo último que supe es que todos ellos murieron.

—Eso no es cierto, señor — dijo Silphy — yo soy la hija de Laws.

—No, ella tenía el pelo verde.

—Sí, perdí el color en el accidente de maná. — le dijo Silphy.

—Ya veo. Me alegro ver que están vivos, chicos. ¿Tu padre está bien? Él me encontró en el reino del rey dragón, me dio una moneda de oro y me envió de regreso.

—Sí, está vivo. Tuve suerte de que toda mi familia sobrevivió. — le dije.

—Me alegro, chico. Dile a Paul que muchas gracias. Mi hijo sobrevivió. Y si no fuera por tu padre que me salvo de esos esclavistas, no habría conocido a mis nietos.

—Se lo diré, señor Martín,—le dije.

—Gusto en verte, también a ti, chica — le dijo a Silphy.

—A mí igual, señor. — le dije.

—Espera, esa niña es una elfa — dijo, mirando a Lucy qué iba sentada delante de Silphy .

—Sí, bueno, me casé con Silphy, y ella es nuestra hija, se llama Lucy.

El anciano me dio una genuina sonrisa.

—Me alegro escuchar eso. Es especial por Laws y su esposa. Fue un gusto volver a verte, muchacho. Adiós — dijo el anciano, mientras nosotros seguimos avanzando hasta llegar con la vanguardia.

—¿Qué pasó, Rudy? ¿Por qué te quedaste atrás? — me preguntó Ariel desde su carruaje.

—Nada, solo era un señor que me conocía — le dije.

Finalmente llegamos a las ruinas de lo que fue mi casa. Pasé por aquí cuando regresé con Eris hace 13 años , pero todo estaba casi igual, salvo por la maleza verde que rodeaba el lugar. Nadie había reconstruido la casa del caballero, y quién sabe cuándo asignarían a uno acá, aunque por los avances que vimos en Ría sería pronto.

—Bien, llegamos — dije.

—Tengo vagos recuerdos de este lugar — dijo Aisha.

—Aquí nacimos, hermana — dije, abrazándola, mientras mirábamos los cimientos del que fuera nuestro hogar, en eso estaba cuando Ariel se bajó del carruaje y se acercó a mí .

—Rudy, yo no sé cómo sigue la tradición ahora — me dijo Ariel.

—Yo sí, Perugius bautizó a Siegh. Sé cómo se hace — le dije.

—Bien, pero aquí no hay agua — me dijo Ariel.

—Lo sé. Lo haremos en el río. El pozo está tapado — le dije.

Pero antes de ir , hice bajar a mis hijos del carruaje, mis esposas y Ariel con Edward en sus brazos me acompañaron.

—Aquí nací, hijos — les dije.

—Pero no hay casa, papi.

—Lo sé, Lara. Se destruyó en el accidente de maná. Pero aquí nací yo y tus tías. Aquí conocí a Mamá Azul — dije, tomando la mano de Roxy — y aquí estudiábamos con Mamá Blanca, cuando aún tenía el pelo como Siegh. Ahí practicaba magia con Roxy, y allá mamá tenía su huerta. Más allá papá me enseñaba esgrima. Fuimos muy felices aquí — les dije mientras recorríamos el lugar .

—Bien, debemos caminar a partir desde aquí — les dije. Dejamos los carruajes en las ruinas de lo que fue mi casa y caminamos hacia el arroyo que estaba cerca del árbol donde jugaba con Silphy. Mientras nos acercábamos, notamos cómo tenía brotes verdes. Hace 10 años estaba seco, pero volvió a brotar. Un nuevo árbol estaría ahí pronto.

Finalmente llegamos al arroyo donde el agua cristalina corría.

—Ven conmigo, Ariel — dije, tomándola de la mano, ante las miradas inyectadas en sangre de Nana y Silphy.

—¿Hay que meternos al agua? Pregunto Ariel.

—Claro que si , así es el ritual — les dije.

Nos metimos al agua hasta las rodillas, con Edward en mis brazos, y recordando lo que dijo Perugius.

—Es un bebé hermoso — dije, mientras le besaba la frente, y él me sonrió. Tenía una Perturbadora sonrisa , no porque fuera feo o tuviera una sonrisa maligna, si no que su sonrisa se parecía a la de Lara y a la mía. Traté de no pensar en eso.

—Yo, Rúdeus Greyrat, el Dios del Cauce, Reidar Reí, bautizo a este niño, quien tendrá el sagrado deber de ser el futuro rey del reino de Asúra, y desde hoy lo reclamo como a mi hijo, como si fuera a a (…) como si fuera de mi propia sangre, y en este sagrado lugar, el cual me dio la vida, prometo cuidarte así eso me cueste la vida — me agaché y le eché un poco de agua en la cabeza. —Te bautizo con el nombre que te dio tu madre, Edward, a este niño, esteretoño de la humanidad. Desde hoy, mi hijo.

Luego se lo pasé a Ariel, quien lo acunó en sus brazos.

Luego de bautizar a Edward, nos sentamos bajo los restos del árbol de la colina y comimos un rico almuerzo, mientras escuchaba a Ghislaine hablando con Isolte, y a Aisha con los dioses del Norte, mientras los demás miraban lo que fue la aldea buena en silencio.

En eso, Silphy tomó a Siegh en brazos.

—Rudy, Lucy, ¿podrían acompañarme, por favor? — nos dijo.

—Claro — le dije, y así empezamos a caminar en dirección a donde estaba la casa de Silphy. Cuando llegamos ahí, no había ni un rastro de su casa de madera y barro, ni el establo del caballo de Laws, ni los corrales y el gallinero que estaban tras su casa. Silphy miró sin ni una expresión en su rostro, pero aún así, sé que por dentro miles de imágenes de su infancia y sus padres pasaban por su cabeza.

— ¿Qué te pasa, mami? — preguntó Lucy.

—Nada, querida. Solo recordaba a tus abuelos, mis padres. La última vez que los vi fue aquí. Había terminado de tomar desayuno e iba a casa de tus abuelitos, Paul, Zenith y Lilia, a entrenar etiqueta cuando me atrapó el brillo. Me habría gustado decirles cuánto los amaba — dijo Silphy, finalmente, rompiendo en llanto.

—Ya, tranquila — le dije, abrazándola con Lucy.

—Nunca supe dónde quedaron sus cuerpos ni sus tumbas. Solo sé que los encontraron muertos. Estaban juntos. — dijo Silphy que lloraba co su cabeza apoyada en mi pecho. Solo pude abrazarla y besarle el cabello.

— ¿Cómo eran los abuelitos? Mami — le preguntó Lucy.

—Bueno, mi mamá tenía el pelo castaño oscuro, se parecía un poco a Purcena. Bueno, salvo que era humana, y no tenía orejas caídas ni cola. Y papá era idéntico a la abuela Elinalise, salvo que tenía el pelo corto y era más corpulento. Ellos te hubiesen amado, Lucy, y también a Siegh.

—Silphy, quieres que haga unas tumbas simbólicas. , le propuse.

—No, no es necesario. Si es como tu dices, Rudy, mis papás están viviendo una nueva vida. Solo espero que estén juntos y estén felices. Ya Regresemo, vamos a preocupar a nuestras esposas — me dijo, y regresamos al árbol, desde donde nos podían ver.

—Cuando regresamos, Silphy fue acompañada por nuestras esposas y Ariel, además del resto de los niños, incluido Ars, que por primera vez lo veo abrazarla con cariño en ves de apoyar su cabeza en el pecho .

—Creo que iré a dibujar el círculo para regresar directamente a la cabaña — les dije.

—Espera, Rudy. Acampemos aquí esta noche, a menos que sea un problema para ti, Silphy. —le Dijo Ariel.

—No, Majestad, pero no estás acostumbrada a dormir a la interperie. —Le dijo Silphy.

—Jaja, no soy mi padre ni mis hermanos. Yo soy dura. ¿Olvidaste cómo huimos de Asúra, o cuando regresamos, o cuando fuimos a ese laberinto?

— ¿Cómo olvidarlo? — dijo Silphy, inflando las mejillas.

—Bueno, iremos a hacer el campamento cerca de donde era mi casa. — les dije.

—Quiero quedarme un rato con Silphy — me dijo Ariel.

—Bien — les dije, mientras bajábamos. Aisha y Alek estaban en el arroyo tirándose agua como niños.

—Oigan, ustedes. — les grite.

—Déjalos, Rudy. Aisha no tiene amigos, y Alek también es algo infantil — me dijo Roxy.

—Bien, vamos — le dije.

Mientras en la colina, Silphy y Ariel se quedaron mirando el atardecer con Edward y Siegh en los brazos de sus respectivas madres. En eso, Siegh empezó a llorar.

—Tienes hambre, amor — dijo Silphy, sacándose una teta.

—Espera, déjame alimentarlo yo — dijo Ariel, quien le pasó a Edward, que estaba dormido mientras se sacaba una teta para alimentar al hijo de su amiga.

—Mejestad, en estos momentos estoy con la reina de Asúra, o con mi mejor amiga, —pregunto Silphy de pronto.

—Ahora mismo estamos solas, así que estas con tu amiga,— le dijo Ariel.

—En ese caso, Majestad quiero preguntarte algo muy delicado y espero que seas muy honesta conmigo — le dijo Silphy muy seria, mientras miraba a Edward que estaba en sus brazos.

— ¿Qué es, Silphy? —dijo Ariel nerviosa.

— ¿Tú estás enamorada de Rudy?

—¿Por qué piensas eso?

—Porque es obvio. Lo miras todo el día, le sonríes, tus ojos brillan cuando lo ves. O siempre que escuchas su voz, lo buscas con tu mirada.

Ariel solo guardó silencio y evitó su mirada.

—Escucha, si lo amas, no me importa, Majestad. No te voy a quitar mi amistad, nunca. Tú me salvaste la vida cuando querían ejecutarse por caer en el palacio de plata, y me cuidaste esos años cuando supe que mis padres murieron y en la universidad . También me ayudaste a estar con Rudy. Te debo mucho.

—Solo somos aliados, Silphy. — le dijo Ariel tras un largo silencio.

—No me tomes por una niña tonta, Majestad. No soy una noble como con las que creciste y hacían la vista gorda con tus actividades. Desde que salimos de ese laberinto, tú mirabas de manera diferente a Rudy.

—Creo que mejor me retiraré al campamento. — Le dijo Ariel.

—Espera, no te vayas aún. Debemos hablar, por favor — dijo Silphy, deteniéndola del brazo. —Si amas a Rudy, está bien. Sé que lo amas desde antes de que fuera el Dios del Cauce, y no lo haces por su poder. Solo sé sincera conmigo por favor .

—¿Te perderé como amiga, Silphy?

—No, seremos amigas para siempre lo juro.

—Bien, te diré la verdad, Uuuf, Sí, yo lo amo. Lo amo desde que regresó del continente demoníaco, y me gustaba desde mucho antes de que fuera tu novio. Yo no quise dar el paso porque tú estabas tan enamorada de él desde que eras niña, que no quise interponerme. Y con el tiempo, ese sentimiento creció y no paró. Yo lo siento Silphy — dijo, con los ojos llorosos, mientras acariciaba el cabello de Siegh, quien aún bebía leche de la teta de Ariel.

—Lo sabía. Era muy obvio. —dijo Silphy mirando el sol ocultarse mientras los últimos rayos del sol iluminaban su rostro.

—No les digas a las chicas. No quiero que abandonen a Rudy. Él las ama más que a nada en el mundo. Si supieras las cosas que él es capaz de hacer por ustedes. — le dijo Ariel.

—Lo sabemos — dijo Silphy, recordando el diario.

— ¿Tú me odias, Silphy ?.

—No, claro que no. Si lo amas, no se puede evitar. Sin embargo, Sara también lo ama, pero Rudy a ella la mira solo como amiga, así como mira a Rinia, Purcena o Isolte. Pero a ti te mira de otra manera, con culpa. Dime algo más ¿Pasó algo entre ustedes? Esas veces que el fue a Ars.

—Ya basta, Silphy — le dijo Ariel, con firmeza.

—Ya te dije que no te odio. Ni podría odiarte. A ti y a Luke los amo como si fueran mis hermanos, los hermanos que jamás tuve. Y lo que me preocupa no es lo que sientes por Rudy, es la culpa que siente Rudy, cada vez que regresa de verte .

—¿Qué me quieres decir, Silphy?, le Dijo Ariel tiritando de nerviosa

—Si me dices la verdad, te dejaré entrar a la familia y estar con Rudy, lo juro . Pero quiero saber algo, Majestad.

—¿Qué cosa?

—El príncipe, y el bebé que cargas en tu vientre, ¿son hijos de Rudy?

— ¿Cómo te atreves, Silphiette Greyrat? ¿Acaso olvidaste con quien estas hablando? , Soy la reina.

—Deja esa fachada de que estás enojada. Te conozco y siempre haces eso cuando estás acorralada. Si me dices la verdad, te dejaré incluso casarte con Rudy, Ariel.

—No puedo casarme con él. Soy la reina. Si lo hago, la casa real de Gaunis caerá.

—Eso no es cierto. Simplemete los niños deben mantener tu apellido. Asúra no permite los cambios dinasticos.

—No, no son hijos de Rudy. Edward se parece a mí, y a mis hermanos.

—Lo sé, sin embargo casi todos nuestros hijos tampoco se parecen, sin embargo tienen gestos de él o el color de sus ojos, y el príncipe cuando ríe, tiene la misma risa y la misma mirada de Rudy. Y ni hablar del lunar que tiene tras su oreja. Tal vez Rudy sea despistado y no se diera cuenta de ello, pero yo no soy estúpida, Majestad. — le dijo Silphy.

—Es solo mío. Solo quiero que Rudy lo crie, porque no quiero que Edward o cualquiera de mis hijos sea un idiota como Grabel o mi padre. Y Rudy es un gran padre y un gran guerrero. ¿Quién mejor que él para que asuma esa responsabilidad? Es solo por eso. Y esos gestos no son necesariamente de Rudy, y el lunar, mi papá lo tenía en su espalda. — dijo Ariel que se sentía acorralada.

—Bien, solo te diré una cosa, Majestad. Yo sí sé que Edward y ese bebé son de Rudy, y sé que el día de la coronación tú entraste disfrazada de Nanahoshi y te acostaste con nosotros y 2 semanas después estabas embarazada, porque no me trago que el bebé naciera prematuro y tan sano como nació.

Esa noche , pensé que era solo un sueño, y me sentí avergonzada cuando entré a tu habitación y tú estabas desnuda con Kleene. Pero te equivocaste en algo con tu fachada.

—¿En qué cosa?

—Hace poco descubrí cómo es el cuerpo de Nanahoshi, y la Nanahoshi de ese sueño era diferente, besaba diferente, se movía diferente y gemía diferente. Además, en ese sueño, ella me rasguñó mi espalda, y al día siguiente tenía ese rasguño.

—Estás siendo paranoica, Silphy. — le. Dijo Ariel ya pálida.

—Además, hace un mes, Rudy se quedó solo en la aldea Superd ya que debíamos regresar a casa y el dormía en una cabaña alejada. No me extrañaría que hablaras con Orsted y como a él le conviene tener aliados que no le teman, te autorizara a entrar a su cabaña. Y sería muy fácil para ti hacerlo qué olvidara todo.

Ariel la miraba asustada y con los ojos abiertos y con lágrimas .

— ¿Tú me odias? Silphy.

Silphy tomó repentinamente a Ariel del Rostro y le dio un beso en la boca.

—¿Qué crees que haces Silphy ?, dijo la reina alejándose de ella.

—Sí, es el mismo beso que sentí esa noche en las semanas de tu coronación.

—Ya basta. Toma a Sieghart, ya se durmió. — le dijo Ariel.

—Claro — le dijo Silphy, pasándole a Edward que estaba dormido.

—Será mejor regresar, Silphy.

—Espera, Majestad.

—Y ahora qué? — dijo Ariel, al borde de las lágrimas.

—No te odio — dijo, acariciando la mejilla de Ariel — pero quiero que sepas que sé que tus hijos son hijos de Rudy.

—¿Él lo sabe? Ya se lo dijiste.

—Basta, Silphy, por favor. Basta.

—Bien, no seguiré, pero si Rudy se entera de que lo engañaste, no sé cómo va a reaccionar. Yo te perdono, y si cambias de opinión y quieres casarte con Rudy te lo permitiré , solo dímelo antes .

—Estás viendo cosas donde no las hay, Silphy.

—Solo te pediré que no le rompas el corazón a Rudy. Él lo que más ama son los niños y nosotras, y creo que eso te incluye a ti.

—Regresemos, por favor.

—Bien — dijo Silphy, poniéndose de pie y ayudándola a pararse.

Ariel estaba al borde de las lágrimas.

— ¿Por qué lloras, Majestad? ¿Acaso te herí con mis palabras?

—No, solo es porque creo que te perdí como mi amiga para siempre — le dijo Ariel.

Silphy la tomó y le dio un largo beso.

—No te odio. Te quiero mucho, Ariel. Jamás podría odiarte. Solo no le rompas el Corazón a Rudy, menos usando nuestros hijos, ¿entiendes?, puede que si haces eso el jamás te perdoné.

—No lo haré. Le dijo Ariel.

—Bien, será mejor regresar — dijo Silphy, y caminaron unos minutos en silencio con sus bebés en sus brazos.

—¿Majestad?

—¿Sí? —

—Esos dispositivos para ver los recuerdos de Rudy, ¿las pueden usar las chicas embarazadas?.

—Si no hay problemas. No daña al feto. Solo hace que sus mentes se acoplen y puedan ver en los recuerdos de quien tome el tónico A. Recuerda, usen las pulseras, y ustedes tomen el tónico B y Rudy el A.

—Ya veo. —

—Ahí veras que yo no tengo nada que ver con Rudy. — le dijo Ariel.

—Jajaja, mentirosa. Sé que pudiste hacer un tónico que bloquee los recuerdos que él tiene de ti. No me puedes engañar. Recuerda que tenía las mejores notas en la universidad, le dijo Silphy.

—Si lo había olvidado — dijo Ariel, mirando a un lado.—Oye, Silphy, respecto a las chicas, yo(… ).

—No les diré nada. Sin embargo, también se dan cuenta de lo que pasa, No son tontas.

—Entiendo.

—Vamos, Majestad. Sonríe. Si llegas con esa cara pensaran que peleamos.

—Sí, claro.

Justo en ese momento, Rudy salía de una tienda.

—¿Y ustedes que les paso Que se quedaron tanto tiempo ahí? Oscureció y estaban con los niños. ¿Cómo se les ocurre? ¡Puede haber monstruos! —las regaño.

—Ya tranquilizate. Soy reina en magia de agua. Nada hubiera pasado — lo regañó Silphy.

—Bien, tranquila. Qué mal carácter, —dije.

—Vengan, vamos. Aisha está cocinando y huele delicioso — les dije.

—¿Dónde está Alek? — preguntó Silphy.

—Aisha lo mandó a buscar leña seca.

—Oye, Silphy, ¿no crees que tú cuñada y el Dios del Norte, están algo raros entre ellos? —le pregunto Ariel.

—Creo que sí, pero no le digas a Rudy. Él aún lo odia. —le Dijo Silphy

—Oh, está bien — dijo Ariel volviendo a sonreír.

Esa noche, nos quedamos en lo que fue el patio de nuestra casa.