—¡Maisie! —Daphne gritó horrorizada al ver a Maisie colapsar a su lado—. La sangre comenzó a derramarse por su ropa, mezclándose con el vino que ya estaba en el suelo.
—Bram rió, una mirada salvaje y enloquecida en sus ojos al ver las llamas danzar por la habitación. Cada segundo que pasaba era otro segundo en el que el fuego crecía en intensidad. Parecía estar correlacionado con las emociones de Daphne y ver a Maisie herida, posiblemente muerta, había alimentado sus llamas como si una puerta al infierno se hubiera abierto en este mismo sótano.
Sin embargo, esto ni siquiera se acercaba a lo extremo que había presenciado esa noche. Ese fuego había sido tan vívido y poderoso que era un terror de la noche. Incluso ahora, Bram podía imaginar el calor que había causado, una llama que podría derribar el invierno y traer el verano a Vramid tempranamente.