[ADVERTENCIA: Contenido sexual leve]
Atticus decidió obligarse a pensar en las cosas menos excitantes posibles. Como sus abuelos procreando. O comiendo tierra con una cuchara. O Eugenio Attonson. Este último pensamiento ciertamente lo desinfló lo suficientemente rápido, reemplazando su excitación con ira y asco.
—Deberíamos bañarnos ahora —dijo Daphne.
Habían estado sentados en silencio juntos durante los últimos minutos, y el agua pronto estaría fría. Su esposo tenía una mirada vacía en sus ojos, como si estuviera a miles de kilómetros de distancia.
Ahora parecía enfadado.
—Tenemos que limpiarnos eventualmente —añadió Daphne—. ¿Quieres que te ayude a lavarte?
Normalmente, Daphne no se molestaría en hacer una oferta tan atrevida. Pero Atticus había gastado mucho esfuerzo para mantener a todos a salvo.
Y Daphne esperaba que esto ayudara mucho a reparar las relaciones entre ellos.
Mientras tanto, la cabeza de Atticus estaba mareada por la oferta.