"Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de Eugene Attonson, como si un tesoro secreto estuviera oculto dentro. Era una expresión coqueta, llena de un atractivo juguetón y un encanto enigmático que cautivaba a Maisie, la observadora.
La curva de su boca insinuaba historias no contadas y conocimientos ocultos, como una cerradura que custodiaba un mundo de misterios, y sus ojos centelleaban con un destello de diversión, como si disfrutaran del alucinante poder de mantener esos secretos resguardados. Era una sonrisa que invitaba a la curiosidad, desafiando a otros a desentrañar el enigma que se escondía detrás de esa astuta y misteriosa sonrisa.
Sin embargo, Maisie conocía bien los peligros de esa sonrisa. Podía ser joven y su mente podía ser moldeable, pero eso no significaba que estuviera sorda o muda. Sabía de los rumores que habían rodeado a Eugene Attonson, el desesperado señor que derramaría la sangre de su propia familia por un título.