Daphne respondió con ansias, fervor, desesperación, sus labios danzando con los de Atticus mientras sus brazos lo atraían para acercarlo.
La sensación de las palmas de ella deslizándose a través de su amplio pecho antes de aterrizar en la nuca de él solo incitaba a Atticus aún más, y sintió cómo su pene se estremecía.
Solo un toque de ella encendía toda su piel, danzando y elevándose como si meteoros hubieran tomado control del cielo nocturno, dejando tras de sí una estela brillante que iluminaba y calentaba su cielo nocturno. Cada célula de su cuerpo burbujeaba con deseo, y cuanto más se enfrentaban sus labios en una batalla de amor, más sentía Atticus la necesidad febril de atraerla hacia sí.