Con las palabras y el suave toque de Daphne, Atticus sintió que todo su cuerpo se calentaba. Su boca se secó y sólo pudo dar una breve y brusca afirmación con la cabeza. Todas sus palabras amenazaban con tropezarse entre sí mientras trataban de salir de su boca.
No se había imaginado la voluntad de Daphne de volver a participar en la intimidad. La fuerza de su deseo por ella casi lo abrumaba, y tuvo que usar todo su autocontrol para evitar abalanzarse sobre ella como una bestia desesperada por amor y hacer que ella cambiara de opinión.
No, Atticus era mejor hombre que eso. Afortunadamente, el baño se había mantenido limpio incluso durante su larga ausencia, por lo que no tuvo que preocuparse por la presencia de plagas en su interior. Ver una rata o dos habría hecho que Daphne volviera a Nedour y arruinado los planes de seducción de Atticus.