—Cada golpe, cada latido, Daphne podía sentirlo destacado bajo su palma y sus dedos —el corazón de Atticus estaba ahí mismo, una señal siempre presente de su humanidad, y en este caso, su amor y devoción por ella. Se preguntó, brevemente, si en verdad utilizara magia para llevarlo a cabo y lo matara, ¿él la dejaría? ¿O lucharía en contra, siendo sus palabras nada más que un espectáculo?
La magia cosquilleaba en las puntas de sus dedos con el mero pensamiento. Sería tan simple acabar con este tirano de una vez por todas. Al mismo tiempo, terminar con el esposo al que juró proteger, apoyar y amar.
Ella estaba segura de que Atticus era lo suficientemente sensible a las chispas de magia que se habían desencadenado en sus dedos, pero él ni siquiera se inmutó. Simplemente se mantuvo quieto, observando a Daphne en silencio mientras los demás miraban conteniendo el aliento. Atticus prácticamente tenía sus brazos abiertos de par en par, listo para recibir una posible sentencia de muerte.