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Durante un segundo, Daphne pensó que quizás era un truco que Atticus estaba empleando. No le sorprendería si lo fuera, ahora él tenía toda la magia del mundo. ¿Qué tan difícil podría ser una simple ilusión?
Sin embargo, cuando una ráfaga de plumas y cabellos se precipitó sobre su cara, presionándola en un fuerte abrazo, Daphne oyó un sollozo ahogado salir de sus propios labios. Las manos de Atticus abandonaron su cuerpo justo medio segundo antes de que Zephyr prácticamente volara a sus brazos. Si no fuera porque se había afirmado, podría incluso haberse caído por la pura fuerza.
No se atrevía a respirar demasiado fuerte, por miedo a que si hacía algún movimiento brusco, todo lo que tenía delante se derrumbaría y se daría cuenta de que no era más que un sueño cruelmente realista. Sin embargo, lentamente, Daphne colocó sus brazos en la espalda de Zephyr, sus manos recorriendo las suaves plumas rojas y naranjas que alineaban sus alas y una parte de su espalda desnuda.