—Recuperar lo que él considera una maldición... —Leonora hizo eco de las palabras de su hermana mayor.
Retrocedió tambaleándose, sus rodillas de repente se debilitaron. Daphne no pudo atraparla a tiempo y Leonora simplemente colapsó en el suelo, aturdida. Miró directamente hacia adelante, sus ojos vidriosos mientras luchaba por aire.
¿Qué monstruosidad era esta? ¿Cómo podía? ¡¿Cómo se atrevía?!
—¡Nuestra magia no es para que él la tome de vuelta! —Leonora de repente gritó.
Una tormenta de emociones pintó su cara con una ira frenética que rozaba la desesperación. Sus ojos ardían con un fuego salvaje, casi como una criatura salvaje acorralada luchando por su escape. Labios temblorosos con furia cruda contenida, todo su cuerpo parecía temblar con incredulidad. Todas las pruebas estaban ante ella, pero Leonora no podía creerlo.
No quería creerlo.