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—Entonces... ¿qué planeas hacer? —preguntó Daphne, su voz temblaba de miedo y preocupación.
Sus ojos se posaron en la pequeña daga en las manos de su esposo. Hacía un mes, nunca habría creído que él la usaría contra ella. Un mes después, Daphne se estaba dando cuenta rápidamente de que no conocía a su esposo en lo absoluto.
Atticus jugueteó con el cuchillo. —Sol, no te veas tan preocupada. No hay necesidad de que use esto en ti por ahora, —dijo Atticus, el viejo apodo salió de su boca con práctica facilidad—. ¿No confías en mí?
Daphne se sobresaltó. Esas palabras, combinadas con esos gestos, la hicieron pensar en Jean Nott y sus manipulaciones. ¿Estaba atormentando a su esposo desde el más allá?
—Atticus, no estoy segura de siquiera conocerte. ¿Quién es el hombre con el que me casé? ¿Qué estás planeando?