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Un agudo suspiro resonó en la habitación cuando los labios de Daphne se abrieron. El aire se precipitó en sus pulmones como si hubiera sido lanzada bajo el agua y finalmente le permitieran resurgir justo al borde de la muerte. Todo se sentía extraño y borroso: los dedos le hormigueaban, las piernas estaban entumecidas y la espalda le dolía por todas partes.
Instantáneamente, llevó su mano a la cabeza. Le palpitaba increíblemente, la parte trasera de sus ojos ardía como si alguien hubiera vertido alcohol en sus cuencas y lo hubiera dejado allí.
Lentamente, abrió los ojos. Sentía como si estuvieran pegados con una capa de resina y necesitara hacer un gran esfuerzo solo para echar un vistazo a su alrededor. Lo primero que registró en su mente fue que esa no era su habitación en Xahan, ni tampoco una enfermería. Sin embargo, la decoración le resultaba tan familiar que casi podía nombrarla.