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—Rey Calarian —saludó Atticus, asintiendo una vez cuando sus ojos se encontraron con los del hombre mayor.
Los ojos del Rey Calarian siguieron hasta Daphne en los brazos de Atticus, arrugando el ceño lentamente al aparecer en su cara. Se levantó de entre las ruinas, sacudiendo sus manos antes de dirigirse hacia donde estaban Atticus, Sirona y Jonás.
Entonces, cuando se acercaba, se dio cuenta de que había —incluyendo a la inconsciente Reina— una quinta persona presente. Jonás arrastraba el cuerpo de Jean Nott con una mano por su pierna y su cabeza en otra, todo ello sin inmutarse ante el desmembrado cadáver.
—Rey Atticus —respondió Calarian, sus ojos aún fijos en la sonrisa salvaje y despreocupada que estaba en la cara de Jean Nott—. Veo que has logrado someterlo.
—Ya no será un estorbo para la sociedad —declaró Atticus—. En cuanto a tu ciudad...