—Sirona, deberías volver al interior del palacio —dijo Jonás preocupado mientras miraba la ola rodante de arena a punto de llegar a las puertas de la capital en cualquier momento—. Va a ser muy peligroso.
—¿Y cómo supones que haga eso? ¿Volar? —preguntó Sirona con una ceja levantada.
El castillo había tapiado todas las salidas y aperturas para minimizar la destrucción que la tormenta podría causar. Los civiles habían sido evacuados al refugio más cercano, pero Sirona, tras echar un vistazo a lo llenos que estaban, decidió jugársela fuera. Si alguien tosía dentro de él, todos contraerían la misma enfermedad.
Se suponía que Sirona estaría en la enfermería, pero la repentina visita de Zephyr la había inquietado. Después de haber hecho lo mejor por él, fue a buscar a Atticus y Jonás para informarles lo sucedido. Discutieron sobre sus planes futuros, y fue entonces cuando el estridente chirrido comenzó a sonar.