—¿Jean Nott? ¿Qué hizo? —exigió frenéticamente Daphne.
Rápidamente miró alrededor, medio esperando que Jean Nott descendiera del techo para acabar con Zephyr. Daphne no podía recordar nada de su enfrentamiento anterior, pero si había alguien capaz de herir a Zephyr, sería alguien tan ingeniosamente cruel como Jean Nott.
Este era el hombre que había soltado un dragón a sus anchas y transformado a Alistair en una monstruosidad chupasangre a sabiendas. No había profundidad en su depravación.
Los ojos de Sirona eran sombríos. —Él los atacó a ti y a Zephyr con su magia de hielo, y vuestros cuerpos reaccionaron muy mal a ella. Llegó un punto en el que ambos perdieron bastante sangre porque su magia impedía directamente nuestros intentos de curarlos con métodos tradicionales. Es más, hasta tuvimos que construir una fogata para ayudar a Zephyr a recuperarse —dijo Sirona.