Finalmente, después de una de las noches más largas que Cordelia tuvo la desgracia de vivir, la herida de Zephyr finalmente sanó. No había reemplazo para el ala perdida, pero al menos había dejado de sangrar. En vez de eso, su piel estaba de un rosa crudo cuando finalmente lo acostaron boca abajo en una cama de enfermería alterada, hecha especialmente para evitar que se reabriera su piel recién curada.
La falta del otro ala era muy evidente. Una vez que Daphne recuperara la conciencia, no cabía duda de que ella comenzaría a hacer preguntas e investigar la causa, tal como ocurrió con el ojo de Nereo.
Aunque Cordelia y Nereo no deseaban nada más que Daphne viera la verdad —que su esposo era un monstruo psicótico sediento de sangre y violencia— Sirona prefería mantener las cosas en secreto.
Zephyr, sorprendentemente, despertó antes que Daphne tras solo un día de descanso. Y en cuanto estuvo lo suficientemente coherente y deambuló en su desesperación, Sirona estaba a su lado.