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—No, no lo he hecho —murmuró Sirona desoladamente. Cerró sus ojos en desesperación por un breve momento antes de reunir fuerzas y ofrecer ayuda a la reina mayor. —Fui directamente hacia Dafne en cuanto escuché que había caído. Reina Lavinia, ¿qué tan grave es la situación de Dafne?
Por una vez, no había ni rastro de una sonrisa en el rostro amable de la reina.
—Has hecho un buen trabajo deteniendo la hemorragia hasta ahora, y también he hecho lo posible para ayudar en su recuperación haciendo que su sangre fluya hacia los órganos necesarios, pero la fuerza vital de la Reina Dafne está en peligro —dijo la Reina Lavinia con un suspiro—. Alguien tiene que contactar al Rey Atticus, y rápido. No quiero que él posiblemente pierda el momento del fallecimiento de su amada.