Se había desvanecido en apenas unos segundos, y podía regresar igual de rápido. Parecía que estaba en todas partes y en ninguna al mismo tiempo. Daphne tembló, y no era por la fresca brisa de la ventana abierta.
La cabeza de Zephyr apareció apenas unos momentos después. —¡Daphne! ¿Estás bien? ¡Acabo de ver algo caer de tu ventana! ¿Arrojaste tu almohada por la borda?
—Zephyr —Daphne inhaló una bocanada de aire e intentó calmarse—. Era bueno que Zephyr no hubiera entrado en la habitación cuando Jean Nott estaba presente. Zephyr era fuerte, pero no quería que se lastimara.
Si luchaba contra Jean, sin duda se lastimaría.
—No arrojé mi almohada —dijo Daphne—, pero, ¿miraste bien lo que cayó? ¿Escuchaste algo que pasara en mi habitación?
—No —Zephyr negó con la cabeza confundido—, estaba volando alrededor y pensé en hacerte una visita ya que estás... embarazada —Zephyr susurró la última palabra como si fuera un gran secreto maldito.