—Esa no es la Sinfonía de un nuevo amanecer en tu dedo.
—Eso es imposible —dijo Daphne, soltando una risa burlona ante la mera audacia de las afirmaciones de Jean Nott—. La gravedad de tus acusaciones es asombrosa. ¿Cómo te atreves a afirmar que mi anillo de boda es falso?
Daphne se había dado cuenta de que no canalizaba sus energías tan bien como antes, pero lo atribuyó a la diferencia en la calidad de las aguamarinas. La Sinfonía era una reliquia invaluable, cada joya debió haber sido buscada meticulosamente por los antepasados de Daphne para crear la perfecta muestra de amor.
No era tan extraño pensar que incluso Atticus, con todas sus conexiones, encontraría difícil hallar aguamarinas lo suficientemente buenas como para reemplazar a su predecesora.