—Veo, ¿y qué arreglos son esos? —preguntó Daphne, inclinando la cabeza con curiosidad—. Ni siquiera sabía de este asunto hasta hace poco, y veo que ambos acabáis de determinar la causa de la muerte. ¡Ciertamente habéis actuado rápido! Estoy impresionada.
La voz de Daphne no sonó impresionada; todo lo contrario a sus palabras. La garganta de Jonás se contrajo mientras tragaba, sorprendido de que Daphne todavía estuviera dispuesta a presionar el asunto. Sentía como si de repente lo hubieran arrojado a un campo minado sin previo aviso, y una palabra equivocada por su parte podría hacerle volar.
—Los quemaremos mañana temprano en la madrugada —dijo Jonás esforzándose por no moverse nerviosamente—. Todavía tenemos la pira funeraria sobrante de Wethstadt.
—¿Entonces los estás quemando en Wethstadt? —preguntó Daphne.
—Sí, así que podría ser un inconveniente para ti viajar tan temprano por la mañana —dijo Jonás, agarrándose ansiosamente del señuelo que Daphne le había lanzado.