—¿¡¿Qué significa esto?!
Luis caminaba de un lado a otro fuera de la puerta de la enfermería, sus uñas entre sus dientes y sus pasos desgastando las alfombras que recorrían los pasillos. Sus hermanos —en particular Silas y Leonora— habían estado armando un gran alboroto fuera de la habitación donde Dafne descansaba durante la última hora o más.
Habían visto a guardias y sanadores entrar y salir. Sin embargo, cada vez que intentaban entrar, eran frenados por los caballeros del Rey Atticus, quienes estaban más que dispuestos a mantener alejados a los visitantes no deseados.
La cara de Leonora estaba roja de ira mientras le ladraba al inmutable caballero, con las manos apretadas en puños.
Luis podía contar con una sola mano las veces que había visto a Leonora tan visiblemente enfurecida —durante mucho tiempo, siempre había sido la tirana tranquila y recogida de la familia, lo opuesto a la impulsividad de Alistair. Eso era lo que a su padre también le gustaba de ella.