—Seguro que te tomaste tu tiempo —dijo Jean Nott, apoyando con languidez su barbilla en el dorso de su mano, escaneando un montón de documentos que se habían repartido por su mesa.
En las pocas visitas que Alistair había hecho, nunca había visto a este hombre trabajando. Siempre estaba holgazaneando, disfrutando de las diversas bellezas rubias que lo rodeaban, o relajándose con una copa de vino mientras se escondía en un rincón de un teatro, viendo cualquier espectáculo que se presentara esa semana.
Alistair no estaba sorprendido, sin embargo. Si no hubiera visto a Jean Nott trabajando duro, habría empezado a dudar de su reputación como líder de los Serpientes. Para un gremio de asesinos subterráneo tan masivo, parecía funcionar bastante bien con su figura pública deambulando, disfrutando de su mejor vida en reinos aleatorios.