—Drusilla ni siquiera podía recordar la última vez que tuvo que correr así. Quizás fue en Raxuvia cuando participaron en esa despreciable caza en el laberinto. Si fue aún más atrás, habría sido durante un tiempo en su olvidada infancia.
Por lo que Drusilla podía recordar, había vivido su vida en el palacio. Recordaba vagamente pasar sus días en las calles, viviendo en la pobreza hasta que su madre decidió empacar todo y mudarse al palacio. Incluso ahora, ya mayor, Drusilla podía recordar la pura felicidad y confusión que había sentido cuando le dijeron que llamara padre al rey.
Incluso de niña, Drusilla conocía el poder de la riqueza. Donde estuviera el rey, ahí estaría la riqueza también. Si el rey era su nuevo padre, significaba que ella ahora era una princesa. Ya no tendría que comer pan rancio y mohoso en sus comidas y el invierno ya no sería frío.