"La Reina Anette solo pudo cerrar los ojos y dejar escapar un suspiro cansado. Al final, a pesar de sus mejores esfuerzos, esta habilidad particular de Daphne aún había emergido.
Quizás era hora de decir la verdad. Con el nuevo estatus de Daphne como Princesa Heredera, ni siquiera este nuevo descubrimiento perjudicaría su posición.
Anette tomó una profunda bocanada de aire y comenzó a hablar.
—Tú... siempre tuviste afinidad con la magia del agua —dijo Anette, eligiendo mantener sus ojos en su taza de té en lugar de en su hija—. Lo supe desde el momento en que cumpliste dos años de edad. Te estaba recogiendo de la guardería y estabas llorando. Pero no era tu cara la que estaba mojada de lágrimas. El agua salía saltando de tu cuna. Los cristales de aguamarina que decoraban las barras de tu cuna estaban brillando en azul.