—¿Has terminado? —preguntó Dafne inocentemente mientras veía a Drusila terminar el último trago del whisky sin siquiera un atisbo de sospecha. Eso le demostró que Drusila probablemente desconocía las propiedades más sutiles del afrodisíaco.
Lo que significaba que ella no estaba trabajando sola. Debía haber alguien más que proporcionara el afrodisíaco mientras Drusila proporcionaba la oportunidad.
—Sí, hermana, vámonos ya —dijo Drusila con una sonrisa mientras pasaba su brazo por el de Dafne, como si una vez más fueran hermanas íntimas compartiendo secretos en la oscuridad de la noche.
El cuerpo de Drusila parecía como si estuviera calentándose rápidamente; claramente, el baile con el duque la había cansado más de lo que había esperado. Casi sospechaba que podría haber tomado el vaso equivocado, pero no, una rápida mirada confirmó que era su huella de labial la que decoraba el borde del vaso.