"Zephyr maldijo y aplanó sus alas, sumergiéndose inmediatamente detrás de ese estúpido hombre. Si dependiera de él, escaparía con Daphne en su poder, pero Daphne podría nunca perdonarle si la priorizara en un momento así.
El estómago de Daphne se agitó y revolvió ante la repentina caída pronunciada. El viento rugía en sus oídos, el aire golpeándole la cara. Parecía como si su piel fuera cortada por innumerables cuchillos afilados. Era doloroso y aterrador, pero nada comparado con la vista del cuerpo inmóvil de Atticus cayendo al suelo.
Su esposo tenía que vivir. Simplemente tenía que hacerlo.
—¡Atticus! ¡Atticus! ¡Aguanta!
Los ojos de Atticus parpadearon abiertos cuando escuchó gritar a Daphne. Para su máxima sorpresa, Daphne y ese extraño alado volaban hacia él. Si esto era una vívida alucinación provocada por el dolor, era bienvenida. Alcanzó instintivamente su mano.