"Desde que Daphne había abandonado la oficina de su padre, había una sensación inquietante que le revolvía el interior. Por una extraña razón, sabía que cualquier cosa que su padre quisiera discutir con Atticus no sería un tema de su agrado.
No importaban sus nuevas habilidades, no importaba el obvio odio de Alistair hacia ella y su esposo, Daphne era más consciente de la desagradable manera en que Drusilla la había estado mirando durante su corta e incómoda cena familiar. Aquella hermana suya, Daphne se había dado cuenta, parecía disfrutar quitándole lo que pudiera obtener.
Sintió como si Atticus fuera su nuevo objetivo.
—Maldita cría del infierno —murmuró Daphne entre dientes, apretándolos mientras caminaba por los corredores. Nadie la escuchó y, aunque lo hubieran hecho, nadie se atrevía a contestarle.