—¡Así es! —Veronica declaró enojada, dando un giro para gritar al hombre que se atrevió a interrumpirla—, sin darse cuenta de que todos retrocedían en terror y le rogaban en silencio que dejara de hablar. —Ella nunca será m..mi…
—¿Sí? Siéntete libre de continuar tu frase —Atticus sonrió mientras miraba a Verónica Yarrowood—. Era una sonrisa agradable, pero solo un tonto no detectaría la sed de sangre en sus ojos mientras la miraba.
De nuevo, si Verónica Yarrowood fue tan tonta como para insultar a Daphne en su presencia, tal vez tenía una opinión demasiado alta de su inteligencia desde el principio.
—Estoy esperando, Lady Yarrowood. No es amable dejar a tu señor colgado así —Atticus regañó, levantando una ceja—. ¿O tienes la intención de ofenderme?