Daphne solo pudo reírse impotente. Si Nereo fuera realmente un hombre, las cosas serían mucho más fáciles de explicar. Si llegaran a conocer la verdadera identidad de Nereo, las calles estarían llenas de una segunda ronda de pánico e histeria.
Mientras tanto, la multitud de personas solo podía observar a su Reina riendo a carcajadas mientras llevaba el abrigo de otro hombre. ¿Había perdido la cabeza? ¿Pensaba tan poco del Rey Atticus que era capaz de engañarlo públicamente?
—¡Oh, esto era demasiado escandaloso!
—Reina Dafne, no logro ver el humor en esta situación —preguntó Francisca—. ¿Le gustaría iluminarnos a los demás?
Un tono gélido impregnaba sus palabras mientras lanzaba miradas asesinas a Daphne. Antes de que Daphne pudiera pensar en una respuesta que no revelara la verdadera identidad de Nereo como un kelpie, su vista fue obstruida por una espalda ancha.
—Nereo se había adelantado para protegerla de la vista de Francisca.