—Un kelpie —murmuró Jonás en voz baja.
—Parece que sí —acordó Atticus con un asentimiento.
—¡Pero los kelpies no son nativos de Raxuvia, nunca hemos tenido constancia de que alguien avistara uno en siglos! —exclamó el príncipe Nathaniel, luciendo aún más confuso—. ¿No suelen cazar en aguas más frías? De hecho, los kelpies solían ser avistados con más frecuencia en los múltiples lagos de Reaweth.
—¿Lo son? —preguntó Daphne, sorprendida. Una vez más, sintió que su cara se ruborizaba debido a su falta de conocimiento. ¡No podía reconocer a una criatura nativa de su tierra natal!
El príncipe Nathaniel se puso de pie, más alto, y comenzó a explicar. Daphne necesitaba ver que él era el hombre más conocedor. O al menos, definitivamente mejor educado que su esposo. El rey Atticus siempre pareció más un hombre de músculo que de cerebro.