"Atticus había buscado en casi la totalidad del palacio real de Raxuvia y aún no había señas de Daphne o Sirona. Ni siquiera había podido echar un vistazo al presuntuoso príncipe heredero en ningún sitio.
Sin embargo, a pesar de su desaparición, el castillo estaba lleno de chismes y charlas sobre ellas. Dondequiera que iba Atticus, se enteraba de un nuevo rumor que rodeaba a su esposa. Algunos eran leves, pero muchos otros eran audazmente perturbadores. No importaba cuántas veces Atticus había repartido advertencias y amenazas, parecía que las mujeres nobles no tenían miedo de soltar la lengua.
Estas mujeres temblarían al verlo en persona y prometerían que nunca hablarían de ello, pero cuando Atticus se daba la vuelta, se daba cuenta de que de alguna manera, los rumores siempre empeoraban. Así que tenía que encontrar a Daphne lo antes posible, para poner fin a este lío.
—¡Atticus!