La ira y los celos coloreaban la cara de la princesa Raxuviana. Incluso cuando se anunció la noticia del compromiso de su hermano con la inútil princesa Reawethen, la princesa Aurelia estaba firmemente en contra de la unión. Los planes habían fracasado y eso fue una gran alegría para la princesa, sabiendo que su hermano gemelo era completamente suyo de nuevo.
Y sin embargo, aquí estaba, una espina en su costado que nunca podría ser removida. Solo la vista de la princesa Dafne la hacía hervir la sangre.
—¿Es esa la hermana Dafne? —preguntó la princesa Drusila junto a Aurelia—. Una mano se cernía sobre sus labios en sorpresa, con los ojos muy abiertos mientras ella y Aurelia observaban la interacción de sus respectivos hermanos desde donde estaban. —¿Qué hace a solas con el príncipe Nathaniel? Especialmente cuando ya está casada...
—¿Está casada?