—Sí —respondió Calarian, dando un trago a su hidromiel—. Princesa Drusilla Molinero. Deberían ser medias hermanas, si recuerdo bien mis datos.
—La reputación de la Princesa Drusilla la precede —intervino el Príncipe Nathaniel—. Levantó tranquilamente su copa de vino, removiendo el líquido antes de dar un pequeño sorbo. Los rumores dicen que ella dominó la piromancia a la edad de doce años. También es muy apreciada por sus hermanos mayores, particularmente por la Princesa Dafne.
—Muy apreciada, claro —se burló Atticus al pensarlo.
—Quién sabría qué planes rastreros tenía en mente esta princesa cuando le dio a Dafne un collar de vidrio afirmando que era una placa de cuarzo transparente. Atticus aún podía recordar el collar en cuestión. Pequeño, simple, e insignificante. Era una copia muy mala de un auténtico tesoro de Reawethen que estaba hecho de diamantes.