Chereads / Evangelion: El Problema de Misato (+18) / Chapter 2 - ¿Realmente estoy haciendo eso?

Chapter 2 - ¿Realmente estoy haciendo eso?

NOTA 1: Todos los derechos de la serie Neón Génesis Evangelion pertenecen a Gainax/Khara, o a aquellos quienes les sucedan legalmente en el futuro. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.

NOTA 2: Este capítulo contiene escenas de tipo LEMON (descripciones explicitas de contenido sexual) por lo que no es apto para menores de 18 años.

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Misato abrió los ojos cuando el sol que se colaba por entre las cortinas de su cuarto la golpeó directo en los ojos. Dio un gemido de molestia mientras llevaba un brazo sobre su rostro para cubrirse los ojos. Suspiró con cansancio mientras intentaba que su cerebro se pusiera en marcha. Poco después los recuerdos llegaron a ella, recuerdos de un día marcado por recuerdos de un pasado que la avergonzaba y que la perseguiría hasta el fin de sus días. Un pasado en el que le aterraba volver a caer, víctima de la picazón que la perseguía aun después de tantos años de luchar contra ella. Se giró para quedar recostada de lado, mirando hacia adelante sin ver en realidad, con la mente aun algo embotada, pero sintiendo esa perpetúa picazón anidada entre sus piernas que le pedía una liberación. Consideró masturbarse, pero la sola idea la enfermó y le hizo sentir ganas de llorar.

Permaneció recostada de lado en el futón por largos minutos, sintiendo pena por sí misma y por lo bizarra de su situación. Bien visto, ella es una mujer hermosa; podría salir y encontrar un hombre tan fácil como sumar 2+2, pero las cosas no eran tan simples, o hace mucho que ya hubiera hecho eso. Es por eso que estaba aquí considerando hacer algo totalmente descabellado. Suspiró nuevamente y sus ojos se enfocaron en su reloj de pulsera. Eran pasadas las 9:00 de la mañana. Había dormido hasta más tarde de lo que hubiera querido, pero considerando que la noche pasada llegó al departamento cerca de las 12, agotada física y mentalmente, era totalmente natural que hubiera dormido tantas horas seguidas. De hecho, ahora que se percataba, se había quedado dormida sobre el futón con la ropa puesta. Volvió a suspirar, ahora con resignación.

Con un gemido Misato se puso de pie, se estiró para soltar la rigidez de su cuerpo, luego de lo cual se miró ante el espejo de cuerpo entero que estaba colgado en la pared frente a ella. La imagen que le devolvió el espejo era menos que estelar. Su ropa estaba arrugada, a sus pantys se les había corrido un punto, que iba desde el dedo gordo de su pie derecho, hasta más arriba de su rodilla, arruinándolas totalmente. En cuanto a su cabello, era un desastre y su rostro estaba demacrado. Sin olvidar el rastro de baba seca que salía de la comisura de sus labios.

— Rayos, me veo como la mierda — comentó Misato para sí misma con desgano, luego de lo cual salió lastimeramente de su cuarto y se adentró en la sala de su departamento.

El lugar estaba vacío. Si mal no recordaba, Shinji y Asuka debían estar en NERV a las 7:00 de la mañana para una corta prueba de control, luego estarían en acondicionamiento físico y entrenamiento de combate, hasta que dejaran NERV para ponerse rumbo a la escuela a eso de las 11:30. Eso quería decir que tenía el departamento para ella sola hasta la tarde, por lo que tendría el tiempo y la tranquilidad para llevar a cabo todo lo que tenía en mente.

— ¿Realmente estoy considerando hacer esto? — se preguntó Misato.

La morena se quedó por largos segundos de pie en medio de la sala de su departamento, mirando hacia el vacío, considerando una vez más lo que pretendía hacer ese día. La angustia y las dudas la invadieron una vez más, echando por tierra toda la resolución que había logrado ganar al salir del bar la noche anterior, luego de haber llorado sus penas en el hombro de Ritsuko. Volvió a suspirar por lo que creía era la enésima vez, agachó la cabeza y se llevó las manos al rostro. Estuvo así por un tiempo hasta que levantó la cabeza, dando una fuerte respiración para calmarse mientras miraba hacia el techo. Finalmente bajó la vista y se giró para ir a la cocina por algo de comer, cuando se percató que sobre la mesa había un par de platos con comida cubiertos con papel celofán transparente. Junto a los platos había una nota. Estiró una mano y la tomó para leerla.

"Te dejo el desayuno y algo de almuerzo en el refrigerador. No pude quedarme para verte anoche, tuve que acostarme temprano. Espero hoy te encuentres mejor y que tengas un buen día. Shinji"

Los ojos de Misato se llenaron de lágrimas al leer la nota. Se llevó una mano a la boca para contener un sollozo a la vez que con la otra se llevaba la nota al pecho. Cerró los ojos mientras las lágrimas salían de sus ojos. Echó una silla hacia atrás, se sentó, puso los codos en la mesa y enterró la cara en sus manos comenzando a llorar. Luego de unos minutos se pudo calmar lo suficiente para volver a mirar la nota de Shinji, que ahora estaba arrugada en su mano. La puso sobre la mesa y la estiró lo mejor que pudo, mientras sollozaba y sorbía la nariz. Acercó los plantos de comida, quitándoles el papel celofán, tomó los palillos junto a los platos y comió. Nuevas lágrimas cayeron de sus ojos mientras sonreía. Estaba delicioso. La respuesta a su pregunta ahora estaba clara en su mente. 

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Misato nunca había limpiado tanto su habitación como este día. Luego de comer el delicioso desayuno que le dejó Shinji, entró a su habitación, se puso ropa más cómoda, abrió las ventanas para ventilar y lanzó afuera toda la ropa sucia que estaba desperdigada por el cuarto, para luego tomarla y meterla a la lavadora. Finalizado eso, regresó para recoger montones de latas de cerveza vacías, botellas de vino, papeles, revistas viejas y basura de todo tipo, que estaban ahí prácticamente desde el día en que se mudó. Luego ingresó con una aspiradora, una cubeta con agua, desinfectante y un paño para limpiar. Cuando finalizó, Misato apenas podía creer lo que estaba viendo. Su habitación resplandecía. Estaba ordenada, limpia y fragante, con rayos de sol colándose por entre las cortinas.

— Creo que con eso terminé aquí. Ahora es tiempo de preocuparme de mí — comentó Misato.

Con eso dicho se quitó la ropa y se paró frente al espejo de cuerpo entero colgado de la pared y miró su reflejo. Dejando de lado el cabello, que seguía siendo un desastre y su rostro que aún se veía algo demacrado, se centró en su figura.

Pese a no haberse cuidado particularmente bien en el último tiempo, Misato seguía conservando una figura esbelta de reloj de arena. Sus caderas eran anchas, su cintura estrecha, su abdomen seguía siendo plano y sus senos eran grandes y aun firmes en su lugar. Se giró de lado para ver su trasero, redondo y respingón. Sus piernas eran largas y torneadas. Sí, no podía negar que tenía un lindo cuerpo, algo que un chico como Shinji de seguro sabría apreciar. No pudo evitar una pequeña sonrisa ante ese pensamiento.

La sonrisa de Misato desapareció cuando vio la fea cicatriz que atravesaba su pecho. ¿Qué pensaría Shinji cuando la viera? Luego su mirada bajó a su entrepierna e hizo una mueca al ver el bosque que había ahí. Sí, había sido negligente consigo misma y dejó que los vellos púbicos crecieran más de la cuenta. En todo caso hacía mucho tiempo que nadie, fuera de sus juguetes y sus propios dedos, pasaban por ahí, así que nadie podía reclamar por lo frondosa que estaba su parte íntima. Pero ahora las cosas iban a cambiar.

— Bien, es hora de ponerte presentable — dijo Misato con las manos en las caderas, mirando acusadoramente a su frondosa entrepierna.

Por las siguientes horas Misato se dedicó exclusivamente a cuidar de sí misma, algo que en honor a la verdad, no había hecho tal vez en demasiado tiempo. No solo le dio una necesaria y cuidadosa rasurada a su parte intima, también depiló sus piernas y axilas, se puso una máscara facial para limpiar y rejuvenecer su rostro, luego se lavó acuciosamente cada rincón de su cuerpo, finalizando todo con un largo y relajante baño caliente. Mientras estaba ahí, no pudo evitar una sonrisa de felicidad. Se sentía genial. Consideró hacer esto más seguido.

Salió del baño rejuvenecida, sintiendo como su estómago comenzaba a reclamar por comida. Fue hasta la cocina y abrió el refrigerador sacando el almuerzo que Shinji había dejado para ella. Una vez se sentó a la mesa y comenzó a comer, sonrió al sentir el delicioso sabor de la comida. Sintió un calor recorrer su cuerpo y una sensación de alegría que no sabía cómo definir. Luego de comer se preparó un té y comenzó a pintarse las uñas de los pies y las manos. Solo entonces Misato cayó realmente en cuenta de que estaba tomando té y no una cerveza, de hecho, no había tomado ninguna cerveza en lo que iba del día. Miró con extrañeza la taza de té que descansaba en la mesa frente a ella. La cerveza se había convertido en una constante compañía que anestesiaba su dolor, su pena, su vergüenza, su insatisfacción por la picazón entre sus piernas y un deseo que no lograba calmar, y que la lastimaba cada día más. Pero hoy, en el día que iba efectivamente hacer algo por calmar esa necesidad, no necesitó alcohol. 

Miró por largos segundos la taza de té. ¿Por qué pasó esto? ¿Porque finalmente iba a dar un paso adelante para lidiar con su problema, o era por la persona que eligió para ayudarla? Una rebelde lágrima salió de uno de sus ojos mientras daba una pequeña sonrisa.

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Misato estaba nuevamente desnuda, de pie ante el espejo colgado de la pared de su ahora limpia y reluciente habitación. La imagen que el espejo le devolvía era muy distinta a la de la mañana. Su cabello estaba sedoso y perfectamente peinado, su otrora demacrado rostro se veía rejuvenecido y eso que aún no se había aplicado maquillaje. Al mirar su entrepierna pudo ver un pulcro y perfectamente recortado bosquecillo de vellos, que distaba totalmente del frondoso bosque de la mañana. Sus piernas se veían lisas y suaves. Las uñas de los dedos de sus pies estaban con una perfecta capa de esmalte, al igual que las uñas de sus manos. Sonrió. Le gustó lo que vio. 

Estando satisfecha con lo bien que se veía su cuerpo, Misato se acercó a su cómoda y comenzó a hurgar en los cajones en busca de algo adecuado para ponerse. Luego de mucho deliberar, decidió ir por el clásico y siempre elegante color negro. Es así como estaba nuevamente ante el espejo de cuerpo entero revisando su reflejo. Vestía un hermoso conjunto de lencería de encaje negro, portaligas a la cadera y ligas de color negro. Debía reconocer que se veía bastante bien, de hecho, se veía realmente erótica con eso puesto, lo cual no estaba nada mal, esa era precisamente la idea detrás de todas estas preparaciones. 

Se acercó a la cómoda para tomar sus cosméticos, se aplicó un leve maquillaje y para finalizar se vistió con una falda hasta un poco más arriba de las rodillas, blusa y una chaqueta corta. Debía reconocer que la imagen que le devolvía el espejo era espectacular. Misato apenas creía lo bien que se veía. No pudo dejar de sentirse orgullosa de sí misma, pero el orgullo quedó de lado al sentir como la picazón entre sus piernas le recordaba el motivo de todos estos preparativos. 

— En verdad estoy por hacer esto — se dijo a sí misma, recordando la decisión que había tomado.

Salió de su habitación y caminó de regreso a la sala y vio el reloj que colgaba de la pared. Según el horario de la escuela que ella manejaba, aún faltaba hora y media para que finalizaran las clases de ese día. Sabía que podía esperar a que Shinji llegara a casa, pero siempre cabía la posibilidad de que este saliera a dar una vuelta por la ciudad con Touji y Kensuke, llegando relativamente tarde. La verdad es que ella quería aprovechar al máximo el tiempo que tendrían disponibles, por lo que iría por Shinji a la escuela. Eso le daría de paso la posibilidad de confirmar los planes de Asuka, que en teoría la mantendrían alejada del departamento por la noche y el día siguiente.

Viendo que aún faltaba algo de tiempo para que fuera hora de partir rumbo a la escuela, Misato se encaminó al balcón del departamento y se recargó en la baranda mientras miraba la vista frente a ella. El sol aún estaba alto en el cielo y corría una suave brisa que refrescaba el ambiente. Misato cerró los ojos mientras sentía como el viento chocaba con su rostro y mecía suavemente su cabello. Inspiró profundamente disfrutando de la sensación. Al abrir los ojos no pudo evitar que sus pensamientos fueran hacia lo que la llevó a la extrema y, a la vez, descabellada situación de querer proponerle a Shinji que la ayudara rascándole la picazón. 

El semblante de Misato decayó un poco al volver a analizar sus motivos y sus sentimientos. El hacer un nuevo paseo por sus recuerdos no era algo que la hiciera feliz, de hecho, es algo que la lastimaba profundamente. El recordar cuan bajo había caído, el cómo se dejó usar como una puta, y las cosas que todos esos hombres hicieron con ella, mientras buscaba calmar la picazón que la consumía en vida, se había transformado en una de sus más grandes vergüenzas y temores. Esa era la razón que la había mantenido en soledad por tanto tiempo.

Si bien en un primer momento intentó busca un hombre con el que poder estar, había resultado mucho más complejo de lo que había imaginado; por lo que finalmente desistió, refugiándose en la masturbación y la bebida, una combinación nada halagüeña. Aun así, cuando lo vio todo perdido, hubo una posibilidad, vio todas las señales correctas de parte de esa persona, pero no pudo hacerlo.

Makoto Hyuga había manifestado interés por ella, eso le resultaba bastante evidente, y no podía negar que era un buen hombre; pero desgraciadamente era su subordinado y francamente no se sentía atraída por él. Analizando esto, pudo darse cuenta de que tantos años de tratamiento y medicamentos para calmarla, estaban logrando su cometido. En su peor momento no hubiera dudado en llevarse a Hyuga a la cama y follarlo hasta dejarlo seco. En cambio ahora desechó la idea, pese a que la picazón en su entrepierna le rogaba ser atendida. Estaba en un punto donde aún tenía control sobre sí misma como para no repetir los errores del pasado, entonces, ¿Por qué Shinji le hizo replantearse las cosas? ¿Qué tiene Shinji que lo hace especial y correcto a sus ojos?

Shinji Ikari llegó a su vida junto con el ataque de un Ángel. Era un adolecente de contextura delgada, carácter débil, tímido e introvertido. No era lo que se pudiera esperar del que se esperaba fuera el piloto de un Evangelion, el arma más poderosa creada jamás por el hombre. Eso quedó demostrado en el intercambio que tuvo con su padre y como rechazó pilotar el EVA. Pero todo cambió cuando apareció Rei Ayanami en una camilla, casi a un pie de la tumba, y aun así dispuestas a pilotar el EVA-01. El ataque del Ángel la arrojó fuera de la camilla y Shinji corrió por ella, la sostuvo en sus brazos y vio a la chica gimiendo de dolor mientras se desangraba. El ver a Rei en ese estado fue lo que lo hizo cambiar de opinión. Ese día pudo ver una determinación en los ojos del chico que nunca antes había visto en nadie.

Si bien Shinji Ikari había despertado el interés de Misato desde el primer momento, luego de ver esa mirada de determinación en sus ojos, su interés por el chico había escalado aún más. Es por esto que cuando supo que él no se quedaría con su padre y tomaría un pequeño cuarto en el sector residencial de NERV, decidió llevárselo a vivir con ella. No solo le pareció lo correcto para hacer, también le parecía una muy buena idea en ese momento. Ella vivía sola en un departamento con dos habitaciones disponibles. Ambos podrían hacerse compañía y compartir las labores del hogar.

En un inicio las cosas fueron bastante bien, sobre todo para ella. Luego de un arreglo bastante chapucero por su parte, Misato había logrado que Shinji tomara la mayoría de las responsabilidades del hogar. En un inicio él no estaba muy contento con ese acuerdo, pero a poco andar el chico se hizo cargo de todo. Shinji se ocupaba de la limpieza del departamento, echaba la ropa a lavar, cocinaba, incluso se ocupaba de cuidar de ella cuando bebía más de la cuenta en casa, o cuando llegaba borracha a altas horas de la noche. Si bien él se veía molesto cuando a ella se le pasaba la mano con la bebida, nunca la trató mal por eso, ni la abandonó a su suerte cuando necesitó ayuda para llegar al baño a vomitar, o ir a dormir a su habitación. 

Con el tiempo se estableció una relación de confianza entre ellos. Misato pronto se relajó en presencia de Shinji y este a su vez fue perdiendo el nerviosismo inicial al vivir junto con una mujer. Podía entender eso. Él era un chico de 14 años, cargado de testosterona y estar en compañía de una mujer bastante linda, que en casa vestía algo escasa de ropa, debía ser un estímulo muy potente para él. Aun así, mantenían una muy buena convivencia, y lo más importante, pese que ella estaba en estado vulnerable más veces de lo debido, al beber en exceso para anestesiarse, Shinji nunca intentó nada raro, ni se propasó con ella de alguna forma; todo lo contrario, el chico en esos momentos era incluso más cuidadoso con ella. Eso es algo que secretamente hacía muy feliz a Misato. Nunca nadie se había preocupado así por ella, ni siquiera Kaji. Pero no todo fue color de rosas. Finalmente ocurrió algo que lo cambió todo.

Hay un dicho que dice: "El camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones". Esto había sido precisamente lo que ocurrió con esta buena intención de Misato, al llevarse a Shinji a vivir con ella. Sin saberlo, al llevar al chico a su departamento, se había puesto en una situación inmejorable para que su problema regresara en gloria y majestad: Descubrió a Shinji masturbándose.

Bien, esto no era nada extraño. Shinji es un joven cargado de testosterona, con un sano y totalmente normal interés por las mujeres. Esa noche, que ella se levantó tarde al baño y decidió darle una mirada a Shinji para comprobar que estuviera bien; ya que había comenzado a manifestar pesadillas como consecuencia de sus batallas en el EVA, lo encontró en actividades que distaban mucho de dormir.

Shinji nunca se enteró de que ella estaba ahí, o de que vio lo que hacía. De hecho, Misato no había sentido ningún sonido extraño, solo deslizó la puerta lentamente para asomarse y constatar que todo estuviere bien con su protegido. Grande fue su sorpresa al verlo de espaldas en la cama meneándose el pene, perdido en su placer mientras atendía su necesidad. Fue imposible para ella no darle una buena mirada a la masculinidad del chico, que en honor la verdad, era tal vez un poco más grande que el promedio, pero sin exagerar. Ciertamente, Misato había tenido penes más grandes en el pasado, pero al ver el duro y erecto pene de Shinji, algo se disparó dentro de ella, algo que no había sentido en demasiado tiempo.

Misato se llevó una mano a la boca para acallar un gemido y otra a su entrepierna. La picazón que hasta entonces había estado algo anestesiada con la peligrosa combinación de medicamentos y alcohol, se disparó como hace mucho no lo hacía. No pudo evitar mirar con fascinación a Shinji, que estaba inmerso en su momento de placer. Misato llevó casi inconscientemente una mano dentro de sus pantaloncillos de pijama y comenzó a acariciar su parte intima, la que ya estaba mojándose a la vez que pedía con urgencia ser atendida. 

Contempló casi en trance como Shinji se masturbaba, a la vez que ella misma se masturbaba, excitándose cada vez más ante lo veían sus ojos. Cuando Shinji finalmente se corrió y una explosión de espeso semen salió desde la punta de su pene, Misato tuvo que contentar el gemido que casi escapa de su boca, junto con las ganas de entrar a esa habitación para tomar el pene del chico con las manos y beber todo ese espeso líquido que se escurría de él. Con una sangre fría que ella no recordaba tener, cerró la puerta con sumo cuidado y regresó a su cuarto rengueando, mientras sus dedos trabajaban furiosamente para tratar de calmar la picazón que se disparó como hace años no lo hacía.

Misato entró a su cuarto, cerró la puerta y cayó sobre su futón, enterrando la cara en la almohada mientras sus dedos trabajaban horas extras para tratar de calmar la picazón infernal que le quemaba el coño. Ahogó un gemido en la almohada al recordar el espeso y cremoso semen que escurría por el miembro de su protegido, sintiendo nuevamente el deseo de saborearlo, de sentir el sabor de ese espeso líquido caliente en su boca, de sentir el sabor de Shinji.

El orgasmo que vino fue repentino, fuerte, pero para nada satisfactorio. Se sintió artificial e insípido, lo cual no dejó para nada satisfecha a la morena. Podía sentir como la picazón seguía martilleando, manteniendo su coño en llamas pidiendo algo que sus dedos no le podían dar. Con frustración gateó hasta su armario, abriéndolo con una mano, dejando ver una caja de plástico negra en el suelo frente a ella. Con un movimiento lanzó la tapa a un lado y metió la mano dentro revisando el contenido, hasta que encontró lo que buscaba. Sacó un dildo con forma de pene de un tamaño respetable y sin perder tiempo, lo introdujo en su mojada intimidad. Tuvo que llevar una mano a su boca para acallar un gemido, mientras comenzó a maniobrar el dildo con la destreza que le brindaba la experiencia, buscando así calmar el fuego que le quemaba la entrepierna.

Misato no fue consiente de cuánto tiempo estuvo masturbándose esa noche, tratando de calmar la picazón que la consumía, solo sabía que de pronto se encontró de espaldas en su futón, saciada, con el dildo aun en una mano, pero sintiéndose totalmente miserable. Arrojó su juguete contra la pared, para luego girarse de lado haciéndose un ovillo y comenzar a llorar. Tomó la almohada y la llevó a su boca para acallar el llanto y el dolor, porque en ese momento sentía lo mismo que sintió una vez en Alemania; se sentía sucia.

No fue fácil para Misato lidiar con las cosas a partir de ese día. La mañana luego de encontrar masturbándose a Shinji por primera vez, casi no podía verlo a la cara, mientras que él estaba como si nada, totalmente inconsciente de que ella lo había visto y que, por culpa de esa visión, pasó casi toda la noche fantaseando con él; buscando calmar la picazón que para ese momento había regresado a torturarla una vez más.

La vida de Misato se había transformado lentamente en un suplicio con el que debía cargar en silencio. Ella en verdad intentó dejar ese incidente de lado, pero la imagen de Shinji meneando su erecto miembro se había grabado a fuego en su mente, y contra su mejor juicio, se encontró levantándose en mitad de la noche, todas las noches, tratando de descubrir al chico en el medio del acto masturbatorio. Lo había descubierto más seguido de lo que esperaba, y eso solo aumentó la picazón que la consumía. También aumentó su vergüenza y la sensación de ser una perra sucia y desvergonzada, por fantasear con Shinji para buscar su propia liberación. 

Es así como de pronto se encontró rondando el departamento todas las noches, con dildos y vibradores insertados en ella para tratar de calmar su ansiedad, mientras esperaba atrapar a Shnji en el acto de autosatisfacción; deseando poder estar ahí con él, decirle que no necesitaba hacer eso, que la tenía a ella. Luego volvía silenciosamente a su cuarto y se masturbaba, llorando mientras se sentía miserable por espiar a su protegido, y pese a todo lo que dictaba la cordura y la moral, seguía fantaseando con él, usándolo como combustible en medio de sus frenéticos y constantes actos masturbatorios que la hacían sentir como una basura. 

En este punto, la llegada de Asuka solo complicó las cosas para Misato. Con la pelirroja ahí, ya no podía hacer la guardia cada noche fuera del cuarto de Shinji, eso la puso irritable y temperamental. Concurrió con su especialista en busca de ayuda y de más medicamentos para calmar su deseo y ansiedad, en busca de algo que la hiciera olvidar. Nuevamente el especialista le recordó que era algo totalmente normal tener deseo sexual, que no debía aislarse del mundo y de su propio sentir. El refugiarse en la masturbación compulsiva no era la solución al problema. Ella debía abrirse, darse la oportunidad de sanar y encontrar una pareja, alguien que no solo fuera un escape sexual, sino alguien que estuviera ahí para ella, que la comprendiera y apoyara.

Era tan fácil decirlo.

¿Es que nadie podía comprende que ella tenía miedo? Miedo de contar su verdad, miedo a ser despreciada por su horrible pasado, miedo a perder el control y volver a ser la puta que fue una vez. 

Con resignación y una picazón que iba de mal en peor, se dejó consumir por el trabajo buscando distraer su mente. Es así como el estrés del trabajo en NERV, el ataque de los Ángeles, la pelirroja que era un constante peligro a la hora de tratar de espiar a Shinji, la picazón que no quería dejarla y que la obligaba a masturbarse furiosamente noche a noche sin poder lograr una real satisfacción, sumado a lo miserable que se sentía luego de eso, finalmente le comenzaron a pasar la cuenta. Estaba muy irritable y comenzó a beber aún más que antes, buscando un escape, buscando anestesiar su mente y la maldita picazón. Era bastante común verla molesta y entonada en casa, o llegar tarde totalmente ebria. Asuka no estaba para nada contenta con eso, de hecho, cuando estaba en ese estado, se alejaba de ella como si tuviera la peste, pero no Shinji. Si bien él se veía molesto y algo resignado, no la abandonó. Siempre cuidó de ella y se preocupó que estuviera bien, antes de dejarla en su cuarto para que durmiera. Pero eso no podía durar para siempre. Finalmente una noche, la cuerda se cortó.

La picazón había ido en aumento pese a sus lamentables intentos por bajarla con sus dedos, juguetes y mucho alcohol. Una noche, donde había bebido más de la cuenta tratando de anestesiarse, llegó al departamento dando tumbos apenas manteniéndose en pie, para terminar cayendo estrepitosamente al suelo. Shinji apareció poco después al sentir el ruido y se horrorizó al verla en un estado tan lamentable y sentir el fuerte olor a alcohol. Él pudo levantarla del suelo con más facilidad de lo que hubiera esperado y logró maniobrar con ella al baño, llevándola al escusado justo a tiempo para que pudiera vomitar y echar fuera todo el contenido del estómago. Shinji sostuvo su cabello en alto para que no lo ensuciara y se quedó pacientemente a su lado esperando que ella se sintiera mejor. 

"No deberías beber tanto Misato. No me gusta verte así"

Esas palabras de Shinji fueron más de lo que Misato pudo soportar y comenzó a llorar aun abrazada al excusado. Pronto fue tomada gentilmente en un abrazo que no sabía que necesitaba y lloró aferrada a la polera de Shinji, manchándola con sus lágrimas, sus mocos y restos de vómito. Al Tercer Elegido no le importó. No le importaron sus lágrimas, los mocos que colgaban de su nariz, o el olor a vómito y alcohol, él simplemente estuvo ahí para ella.

Cuando finalmente se calmó lo suficiente, Shinji la ayudó a ponerse de pie y la acercó al lavamanos para que se lavara la boca y la cara antes de escoltarla hasta el desastre que era su habitación. Con una paciencia infinita, Shinji echó a un lado la ropa sucia, basura y latas de cerveza vacías, para recostarla en el futón y cubrirla, antes de despedirse para dejarla dormir; pero Misato no pudo dormir. El gestó de Shinji al cuidar una vez más de ella la había remecido por entero. Se giró de lado abrazándose a sí misma mientras comenzaba a llorar. Lloró de rabia por ser tan estúpida, por beber demasiado, por ser tan miserable, por ese abrazo del que no hubiera querido soltarse jamás. Lloró también, por la picazón que no la dejaba en paz aun en ese momento.

Trató de resistir pero la picazón se volvió insoportable, mientras las imágenes de todas las veces que había visto a Shinji masturbándose desfilaban por su mente, las veces que lo había visto correrse, el deseo de poder beber su semen y saborearlo en su boca. Se llevó una mano a la boca para acallar el llanto que llegó a ella, al ensuciar el acto desinteresando de Shinji para con ella, imaginándose con él, dejando que la poseyera, que la follara hasta rellenarla de su espeso semen. 

Se llevó la almohada a la boca para acallar el llanto mientras que se remangaba la falda y en su desesperación rasgo las pantys para meter una mano entre sus bragas y tratar de calmar el ardor que la consumía, pero no era suficiente. Con resignación se arrastró por el futón y el suelo de su habitación, con los dedos de una mano aun hundidos en su coño, mientras seguía mordiendo la almohada, usando su otro brazo para alcanzar la puerta del closet y abrirla. La caja negra de sus juguetes estaba a la vista. Se volvió a arrastrar lastimeramente impulsándose con los pies y un brazo, hasta que alcanzó la caja. Lanzó a un lado tapa y hurgó en su interior buscando lo primero que encontró, un vibrador al que se le había estropeado la batería. No le importó. Tomó el aparato y lo insertó profundo en ella, llorando de rabia, de pena, y por la artificial sensación que sabía no podría calmar su deseo.

Misato lloró mientras se masturbaba pensando en Shinji, sintiéndose como una basura. Se quedó así por largo rato de espaldas en el suelo junto al closet, con las piernas abiertas y el vibrador aun dentro de ella, sintiendo pena por sí misma. Luego de un rato se levantó lentamente para ir a la cocina por un poco de agua. Pudo sentir el vibrador aun dentro de ella, pero no lo sacó, el coño aun le picaba. Se mordió el labio mientras negaba con la cabeza, apartando el llanto que quería abordarla una vez más. Se acomodó las bragas que nunca se quitó, para que sujetaran el vibrador e impidiera que se saliera de su lugar. Fue así que salió caminando lastimeramente, sorbiendo la nariz, sintiéndose más miserable con cada lastimero pasó que daba, entonces se detuvo y miró hacia donde estaban los cuartos de los chicos. Lo pensó por un momento, pero finalmente se decidió ir a darle un vistazo.

Caminó con algo de dificultar, más por los efectos de la borrachera que por lo que llevaba insertado dentro de ella. Deslizó lentamente la puerta de Asuka y se sorprendió al encontrar el cuarto vació. Estrechó los ojos buscando una respuesta, hasta que recordó que la pelirroja anunció esa mañana que pasaría esa noche donde Hikari. Con eso resuelto, cerró la puerta y se giró hacia el cuarto de Shinji, se apegó a la pared, y antes de abrir de la puerta, escuchó una respiración acelerada, un gemido, un susurro. 

Inmediatamente la entrepierna de Misato comenzó a arder exigiendo más atención, pese a ya tener algo dentro. Tragó sonoramente, la borrachera en ese momento totalmente espantada de su sistema, y deslizó la puerta lentamente. Shinji estaba ahí, nuevamente de espaldas a la cama, meneando su duro y erecto pene, pero había algo distinto esta vez. Había algo en su otra mano, algo que sostenía contra su cara, contra su nariz, dando fuertes inspiraciones. La habitación estaba en penumbras, pero por la luz que se colaba por entre las cortinas, pudo ver claramente lo que Shinji sostenía en una mano y olfateaba con tanto fervor: Era unas bragas… sus bragas. 

Misato se llevó una mano a la boca para acallar un gemido mientras que la otra mano la llevó a su entrepierna que explotó en llamas, sujetando y hundiendo un poco más el vibrador dentro de ella, tratando de apaciguar el deseo que la consumía. De alguna forma se las arregló para pasar los siguientes minutos viendo con fascinación y excitación como Shinji se masturbaba, olfateando las bragas que ella recordaba haberse cambiado ayer y que él debió sacar del cesto de la ropa sucia. ¿Desde cuándo él hacia esto? ¿Desde cuándo usaba su ropa interior sucia para estimularse? ¿Era la primera vez que lo hacía? No recordaba haberlo visto antes hacer algo así. Misato no pudo seguir divagando por más tiempo ya que de pronto Shinji se tensó y un chorro de semen salió disparado con un gemido del chico, mientras un susurró salió de sus labios, apenas audible, pero totalmente inconfundible. Era una palabra. Un nombre: "Misato" 

La Directora de Operaciones de NERV logró acallar un gemido, mientras que con un esfuerzo sobrehumano y una sangre fría única, logró una vez más cerrar la puerta y alejarse silenciosamente del cuarto de Shinji, antes de ser descubierta por él. Rengueó hasta su cuarto, cerrando la puerta, cayendo sobre su futón, lo ojos anegados en lágrimas y el deseo desbordando en el centro de su ser. ¿Qué significaba esto? ¿Él pensaba en ella mientras se masturbaba? ¿Fantaseaba estar con ella, tanto como ella fantaseaba estar con él? Ese solo pensamiento disparó cientos de cosas en ella, sobre el todo el recuerdo de ver a Shinji sujetando sus bragas usadas contra su cara, inspirando, llenando sus pulmones con su esencia de mujer.

Misato gimió mientras se masturbaba furiosamente, al mismo tiempo que su buen juicio de le decía que todo eso estaba mal, que lo que ella hacía en este momento estaba totalmente reñido con la moral. Shinji había cometido un acto detestable al tomar su ropa interior sucia y usarla para satisfacerse, pero la nublada mente de Misato no lo vio así. Saber que Shinji tenía esa prenda con él, no una de Asuka, sino una de ella; que se masturbó fantaseando con ella, que se corrió pronunciando su nombre, fue algo que la emocionó, la excitó y la llenó de felicidad por partes iguales, hasta que un potente orgasmo la golpeó repentinamente. Tuvo que tomar su almohada y enterrar la cara en ella para acallar el gemido que escapó de su garganta, un orgasmo como hace mucho no sentía. No era algo pleno, no era satisfactorio, pero fue mucho mejor que los insípidos y patéticos orgasmos artificiales que a los que tristemente se había acostumbrado.

Se quedó de espaldas en el futón por largos segundos tratando de recuperarse, con las piernas abiertas y el vibrador a medio camino de salir de su empapado coño. Estaba sudorosa, cansada, con la respiración agitada y con un sabor agridulce subiendo por su garganta. De pronto abrió de golpe los ojos y se giró justo a tiempo para vomitar su futón.

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Misato suspiró con cansancio, antes de levantar la vista para contemplar la ciudad desde el balcón de su departamento. Esbozó una amarga sonrisa antes de negar con la cabeza. Ese último recuerdo de ella vomitando el futón después de correrse pensando en Shinji, fue realmente patético. Bien pensado, ella misma era patética. Sí, realmente patética.

Aquí estaba ella, Misato Katsuragi, una mujer adulta, hermosa y exitosa; Directora de Operaciones Militares de NERV, que tiene bajo su mando a las 3 armas más poderosas creadas por el hombre, comportándose como una niña estúpida e inmadura, con un problema no resuelto de adicción al sexo, masturbándose compulsivamente por temor a buscar un hombre de verdad y en cambio, estaba pensando en proponerle a un adolescente, su propio protegido nada menos, volverse su "amigo con ventajas". ¿Qué demonios pasa por su cabeza para cometer semejante estupidez, reñida con la moral y la ley?

Sí, ahora lo recuerda: Shinji es el indicando.

Misato recargó los codos en la baranda de la terraza y enterró la cabeza en las manos mientras daba un nuevo suspiro de cansancio. Por su cabeza desfilaron todas las cosas que estaban mal con esta loca idea suya; todas las cosas que eventualmente se podían ir al infierno y llevarla directo a ser despedida, denunciada a la policía y puesta en prisión. Eran demasiadas cosas, mucho más de las que le gustaría, pero su propio corazón y la picazón entre sus piernas, le decían una y otra vez que el riesgo valía la pena. Shinji es el indicado. 

Es cierto que él es mucho más joven que ella, pero sentía que en su caso, la edad no sería un problema tan determinante, además no eran tan distintos. No podía olvidar la noche cuando Shinji se masturbó pensando en ella, mientras se corría oliendo sus bragas usadas. Se emocionaba y excitaba al saber que él fantaseaba con ella usando sus bragas. ¿Seguiría haciendo eso? No había vuelto a atraparlo con sus bragas usada, pese a dejarlas visibles en el cesto de la ropa sucia. 

— Rayos — dijo Misato dando un golpe de puño en la baranda de la terraza, mientras apretaba los dientes al sentir como la picazón en su entrepierna se hacía cada vez más intensa.

Cerró los ojos con fuerza dando fuertes respiraciones tratando de calmarse, apartando esos afiebrados recuerdos de su mente. Luego de un momento logró calmarse, pero entonces sintió como la angustia la invadió por un momento y una rebelde lágrima escapó de uno de sus ojos. ¿Qué rayos pasaba con ella? Primero se excita y luego está hecha un mar de nervios y aun no salía del departamento. Inspiró con fuerza una vez más en un nuevo intento por recuperar la calma. Logró recuperar la compostura luego de unos minutos, apartó una nueva lágrima que escapó de uno de sus ojos e ingresó a la sala del departamento. Levantó la vista y miró el reloj colgado de la pared, faltaban 35 minutos para la hora de salida de la escuela. Estaba con el tiempo justo si quería llegar antes de que sonara el timbre de salida. 

Misato se apresuró a su cuarto, para retocar su maquillaje y cerciorarse si era necesario un cambio de bragas. Luego de que todo estuviera en orden, la mujer volvió a pararse frente al espejo de cuerpo entero colgado de la pared. La imagen que este le devolvía era simplemente espectacular. Se veía hermosa, aunque su rostro un tanto compungido desentonaba un poco. Intentó una sonrisa pero salió una mueca. Rodó los ojos y decidió dejarlo y lidiar con eso cuando llegara el momento. Miró nuevamente su reflejo en el espejo y asintió con la cabeza. Haría esto, ya no había vuelta atrás.

Caminó hasta la puerta del departamento y se puso los zapatos. Salió del departamento y caminó por el corredor hasta el ascensor, en un inicio con pasos algo tímidos, pero a medida que avanzaba se hacían cada vez más firmes. Misato salió del edificio ya con paso decidido y caminó directo hasta su querido Renault Alpine A310. Se subió al auto, lo puso en marcha y dejó el estacionamiento con un rechinido de neumáticos, para luego adentrarse en las calles de Tokyo-3 rumbo a la escuela, rumbo a lo que podría ser el fin de sus problemas o el inicio del fin de su carrera y de su vida.

Continuará...

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Notas del Autor: Segundo capítulo de esta cruda y poco común historia.

Este capítulo se centró por entero en Misato, en sus pensamientos, sus inseguridades, sus penas y dolor. Como pudimos ver, ella no está para nada bien. Es evidente que no piensa con total claridad, dejándose llevar por sus deseos reprimidos.

Espiar a su protegido y usarlo para liberar su deseo, no es para nada correcto. Nada de lo que hace en la intimidad parece ser correcto. Misato ha perdido el foco, pero su miedo a entregarse a un desconocido, su miedo a recaer en las acciones del pasado, es más fuerte. Aun así, sabe que necesita dar rienda suelta a su deseo o se volverá loca; pero herida, desesperada y rota como está, solo ve una salida a su problema, solo ve una persona con la que podría dar ese paso, una persona a la que se podría entregar.

Ya hemos visto algo más de Misato, de lo rota que está, pero aquí creo que es hora de ver un poco que piensa la otra parte interesada, qué es lo que piensa y siente Shinji sobre Misato. 

Nos leemos en el próximo capítulo.