NOTA 1: Todos los derechos de la serie Neón Génesis Evangelion pertenecen a Gainax/Khara, o a aquellos quienes les sucedan legalmente en el futuro. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.
NOTA 2: Este capítulo contiene escenas de tipo LEMON (descripciones explicitas de contenido sexual) por lo que no es apto para menores de 18 años.
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La pareja se encontraba en el cuarto de la dueña de casa, sentados uno frente al otro sobre el futón que Shinji había tenido la deferencia de arreglar, dejándolo perfectamente tendido en medio de la habitación. Esta fue una acción que nació del chico y de la cual Misato no podía estar más agradecida. Luego del desastre del día anterior, las cosas se habían movido sin querer y de tal forma, que se ajustaron a su plan inicial. El cuarto estaba limpio y ellos sentados uno frente al otro en su futón nuevo, perfectamente tendido en medio del lugar. La única diferencia con el idílico panorama imaginado por Misato, es que ella no vestía la ropa linda que se había puesto especialmente para Shinji. Nada es perfecto.
Frente a la mujer, un nervioso Tercer Elegido todavía trataba de asimilar todo lo que estaba pasando aquí. No podía apartar de su mente el estado horrible en que había llegado Misato la noche anterior, así como su llanto desgarrador que le partió el alma y la vergonzosa conversación de hacía minutos atrás; donde ella reconoció que lo vio masturbándose usando su ropa interior sucia, pero lejos de esta enojada, ella dijo que estaba feliz. ¿Cómo podía ser eso posible? Cualquier mujer estaría asqueada y horrorizada por este hecho, pero Misato estaba feliz; feliz porque uso sus bragas usadas y no las de Asuka, reconociendo también que ella se masturbaba pensando en él.
Todo esto era una verdadera locura, Misato debería estar horrorizada e indignada, mientras que él debería estar de rodillas con la frente apegada al suelo, disculpándose hasta el infinito; pero no, estaba en el anormalmente limpio y ordenado cuarto de la mujer frente a él, esperando escuchar su verdad; porque luego de confesar cosas realmente vergonzosas, Misato había reconocido que tiene un problema y se lo iba a revelar.
¿Qué tenía que ver el llanto desgarrador de la noche pasada y esta mañana, su incipiente alcoholismo, las confesiones vergonzosas sobre lo que hacía cada uno en la intimidad, con lo que sea el problema de Misato? ¿Y qué demonios pinta en todo esto esa caja negra junto a Misato? No tenía idea, solo era consciente del creciente nerviosismo de la mujer.
Misato pudo sentir la mirada de Shinji sobre ella. ¿Cuánto tiempo llevaban ahí? Bien pudieron ser minutos u horas, no lo tenía claro, solo sabía que debí comenzar a hablar, a contar la verdad sobre su vergonzoso pasado, pero las palabras se negaban a salir. Había sido tan fácil momentos atrás. Había tomado la decisión, no ahora, sino hace días, pero no podía hablar. Ahora que Shinji estaba finalmente frente a ella, las palabras se negaban a salir. Entonces se sobresaltó.
Tenía ambas manos apuñadas sobre las rodillas, apretándolas con fuerza en su nerviosismo, cuando sintió la mano de Shinji posándose gentilmente sobre una de sus propias manos. El toque era suave y gentil. Podía sentir su calor filtrándose en su piel. Amó el toque, le dio fuerzas. Levantó la vista y se encontró con la mirada comprensiva del Tercer Elegido.
— Tranquila Misato. Puedes hablar con confianza. Te escucharé — dijo Shinji con suavidad.
— No es fácil. Es vergonzoso — dijo ella con algo de pesar.
— No más vergonzoso que ser descubierto masturbándose, presionando unas bragas usadas contra la nariz.
Misato se sobresaltó ante esa declaración y miró al chico para decir algo, solo para ver su cara de completa vergüenza. Sí, eso era algo muy vergonzoso para él. Ser descubierto en ese acto era un fuerte golpe a su orgullo, pero él lo estaba tomando mejor de lo esperado. No solo lo había confesado y pedido disculpas, ahora usaba su propia situación, su propia vergüenza, para decirle a ella que estaba bien, que podía hablar en confianza, que él la escucharía y que no la juzgaría. El corazón de Misato se estremeció y sintió el deseo abrazar al joven frente a ella. ¿En qué momento había madurado tanto?
— Gracias — dijo Misato con voz apenas audible.
— No tienes que darlas. Estoy aquí para ti — dijo él con voz suave, estrechando un poco más el agarre en la mano de la mujer.
— Espero sigas aquí luego de lo que te voy a contar — dijo la mujer, con amargura.
— Misato, no digas eso — reclamó Shinji.
— Primero escucha lo que tengo que decir — dijo Misato, con la cabeza gacha — Es una parte oscura de mi vida. Una parte vergonzosa y sucia. Pero debes conocerla para comprender, para entender por qué soy así.
Shinji no supo qué decir a eso. La amargura y el dolor de Misato eran palpables. Ella apartó las lágrimas que amenazan con salir de sus ojos con una mano, liberando su otra mano para ponerla sobre la caja negra junto a ella. La deslizó hacia el frente dejándola entre ella y Shinji.
— Ábrela — dijo Misato, mirando a Shinji con temor y vergüenza — Ábrela. El contenido de esa caja es un espejo de lo que soy y de lo que fui.
Shinji tragó sonoramente mirando la caja con temor. Lo que contenía ciertamente atormentaba y avergonzaba a Misato. Por alguna razón, sintió que esta caja de plástico negro era una verdadera "Caja de Pandora" que develaría la verdad de Misato. Con mucha cautela, Shinji llevó las manos a la caja tomando la tapa. Tragó sonoramente y retiró la tapa. Lo que vio dentro fue algo que jamás imaginó.
Los ojos de Shinji casi salían de sus órbitas ante el contenido de esa caja negra de tamaño mediano. Le costaba dar crédito a lo que veía, pero no había forma de negarlo. Frente a sus ojos estaba la más gran colección de juguetes sexuales que había visto en su vida. De hecho, era la primera vez que veía una, pero aun así, era enorme.
La caja de Misato estaba llena hasta arriba de consoladores de distintos colores, formas y tamaños imaginables. Algunos con forma de cilindro con punta redondeada, otros, la mayoría, con forma de pene. Los había de distinto calibre, uno monstruosamente grande, otros grandes y gruesos, pero sin llegar al extremo y otros con lo que él creía era un tamaño normal. Algunos de esos "juguetes" eran manuales y otros parecían ser eléctricos. Otros, por la forma y los dos apéndices visibles, parecían ir en la vagina y el ano al mismo tiempo. Pudo ver muchas otras cosas más en esa caja, cosas que en honor a la verdad, jamás había visto y que, por su vida, no tenía idea de cómo se supone que se usan. Lo único que tenía claro, es que cada una de esas cosas había estado en la vagina o en el trasero de Misato.
Shinji no pudo evitar sentirse mareado al ver todas esas cosas, todos esos "juguetes" y al imaginar a Misato usándolos en sí misma. Miró a la mujer como buscando una explicación, pero esta no pudo sostener su mirada. Apartó la cabeza con la vergüenza pintada en el rostro, con una lágrima saliendo de uno de sus ojos.
— ¿Misato? — preguntó, sin saber qué más decir.
— Es… es como una picazón. Siempre está ahí, entre mis piernas, pidiendo ser atenida. Algunas veces es llevadera, otras veces soportable, pero en otras ocasiones… en otras ocasiones es un infierno — dijo Misato con voz lastimera — Siento la picazón incluso ahora.
Shinji miró boquiabierto a la mujer, apenas creyendo lo que escuchaba. Por su parte, los ojos de Misato estaban anegados en lágrimas, mientras se mordía el labio mirando el contenido de la caja. Estiró una mano para tomar lo que parecía un vibrador de color azul.
— Compré todo esto para atenderme a mí misma, en un intento por calmar la picazón y hacerlo entretenido — dijo Misato con una sonrisa amarga, dejando caer el vibrador en la caja — En un inicio funcionó, ahora solo me hace sentir miserable.
— No entiendo. ¿Por qué…? Quiero decir… ¿por qué tú…?
— ¿Por qué simplemente no me acuesto con alguien? — preguntó Misato con una sonrisa triste, completando la pregunta dejada a medias por el joven frente a ella.
— Eres… una mujer adulta. Es normal hacer eso — trató de argumentar un dubitativo Shinji.
— No para mi… no es tan simple… yo, tengo miedo de hacerlo — dijo Misato.
— ¿Miedo? — preguntó Shinji sin comprender aun.
— Tengo miedo de volver a caer… de volver a ser una mujer sucia… de volver a ser la puta que fui una vez — reconoció Misato, con lágrimas saliendo de sus ojos.
— ¿Misato? — volvió a preguntar Shinji, mirando con horror a la mujer, las lágrimas que caían de sus ojos, el dolor y la vergüenza en su rostro.
Algo se removió dentro Shinji, algo que le dio una fuerza y una determinación que pocas veces había sentido antes. No lo pensó, no dudó, simplemente puso a un lado la ahora ofensiva caja negra y estuvo junto a Misato. La tomó en sus brazos y ella se aferró a él. Podía oírla sollozar. Quería decir algo, pero las palabras no salían de su boca, solo pudo estrechar con mayor fuerza el abrazos.
— Hice tantas cosas Shinji… tantas cosas — habló Misato, aun con la cara enterrada en el pecho del chico — Dejé que me usaran e hicieran conmigo cosas que ahora me dan asco. Hice cosas que ahora me avergüenzan.
Shinji se aterró ante esa afirmación de Misato, ella…
— Simplemente no podía parar — continuó Misato, cortando el tren de pensamientos del Tercer Elegido. Entonces levantó la cabeza y lo miró a los ojos — Yo… me volví adicta al sexo.
Shinji miró impactado a la mujer por esa revelación, por esa afirmación de una condición que había escuchado en alguna ocasión. Demonios, no hacía mucho habían estado bromeando con Touji y Kensuke, sobre lo divertido que sería tener una novia insaciable en la cama, que pidiera sexo sin parar una y otra vez. Ciertamente sonaba divertido, pero ahora, al ver los ojos anegados en lágrimas de Misato, al ver su dolor y su vergüenza al admitir esa condición, supo que no era para nada divertido. Podía ver que para Misato era una maldición. La abrazó con fuerza.
Misato miró a Shinji con vergüenza. Lo había admitido. Reveló su oscuro secreto, aquello que la manchaba y avergonzaba, pero para su sorpresa, Shinji no se alejó de ella. Él la atrapó en un nuevo abrazo, mucho más fuerte que el anterior. Se sintió bien, reconfortada, cálida. Se apartó un poco para poder mirarlo a los ojos, para poder confirmar lo que ese abrazo transmitía. En los ojos de Shinji no había desprecio o asco, por el contrario, pudo vez cariño, comprensión y tal vez… algo más. Sintió su vista borrosa por las lágrimas, que Shinji enjugó con sus pulgares, como había hecho poco antes. Esbozó una pequeña sonrisa y miró a ese joven frente a ella, que la seguía mirando con respeto, pese a no merecerlo. Antes de ser realmente consiente, su lengua comenzó a moverse y empezó a hablar.
Misato no se guardó nada. Le contó a Shinji cómo había comenzado todo con una semana de sexo desenfrenado con Kaji, como apareció la picazón cuando aún estaba en la Universidad, sus múltiples amantes ocasionales, su roce lésbico con Ritsuko y como luego de la Universidad fue a trabajar a la Rama Alemana de NERV. Habló como en Alemania la picazón se volvió tan insoportable que terminaba en dicotheques y bares de mala muerte, en busca de hombres. Contó como la picazón y el deseo consumieron su vida, como vivía exclusivamente para el sexo, pasando de cama en cama, de hombre en hombre, de orgía en orgía, volviéndose en una mujer fácil, una vulgar, una cualquier, hasta llegar a ser la más grande puta de Alemania.
Lloró al recordar todas esas cosas, lo bien que se sentía en el calor del momento, así como lo miserable y asquerosa que se sentía luego de eso, pero no podía parar, siempre volvía por más. La picazón siempre estaba ahí, pidiéndole más sexo, haciéndola caer cada vez más bajo, sintiéndose cada vez más asquerosa, más sucia, hasta que finalmente dijo basta.
Para poder conservar su trabajo y llevar adelante su venganza personal hacia los Ángeles, tuvo que reconocer que tenía un problema, era "Adicta al Sexo". Recordó cómo se internó voluntariamente en una institución psiquiátrica, lo que le trajo el consiguiente el síndrome de abstinencia. Contó a Shinji lo desesperada que estuvo, como lloraba, gritaba y rogaba para que se la follaran. Recordó los medicamentos y la terapia grupal, pero al final, todo ese sufrimiento rindió frutos. Se había recuperado, pero no estaba curada.
Al llegar a Tokio-3 la picazón volvió, mas contenida, pero ahí estaba otra vez, consumiéndola en vida. Compró todos esos juguetes en un intento de aplacarla, masturbándose en forma casi compulsiva, pero solo logrando sentirse vacía y miserable. Contó como cayo en la bebida como forma de escapar de la picazón, del deseo que la quemaba, anestesiándose con cada vez más ingentes dosis de alcohol, encontrando en el estado de ebriedad una pequeña pausa a su miseria.
Shinji escuchó la confesión de Misato en silencio. Escuchó su miseria, cuan bajó había caído en Alemania, como uso y se dejó usar, perdida en un círculo viciosos de autodestrucción que por poco acaba con ella, un circulo autodestructivo del que afortunadamente logró escapar. Ahora podía comprender tantas cosas.
Sabía que Misato estaba mal, que algo la atormentaba, solo que nunca imaginó que sería algo tan grande. Ahora podía comprender tantas actitudes y comportamientos extraños, la máscara de tonta felicidad que ocultaba a la verdadera Misato; triste, amargaba, llena de arrepentimientos, atormentada por los recuerdos y fantasmas de su pasado. Ahora podía comprender porque bebía tanto, hasta el punto de la inconciencia etílica. Solo quería escapar de sus demonios, aunque fuera por un momento.
Ahora, Misato sollozaba entre sus brazos luego de contarle su verdad, su trágico pasado, que pese a todo su esfuerzo no quería dejarla ir.
— No quiero ser esa mujer otra vez — sollozaba Misato, aferrada al joven ante el que había derramado toda su alma. No podía levantar la cabeza, simplemente no podía verlo a los ojos, no después de todo lo que había dicho, luego de revelar su sucio pasado. Si viera desprecio y asco en los ojos de Shinji, no podría soportarlo.
Shinji estrechó el abrazo en que tenía Misato, mientras levantaba la cabeza mirando al techo, dando pesadas respiraciones para calmar las ganas de llorar como un bebe. Debía ser fuerte, no se podía derrumbar, no ahora. Aun así, sus ojos estaban anegados en lágrimas, sintiendo el dolor de Misato, como esta mujer, al mando de las operaciones militares de NERV, que era capaz de dirigir una batalla en contra de los Ángeles, ahora era un desastre sollozante en sus brazos, repitiendo una y otra vez: "No quiero ser esa mujer otra vez".
Misato repetía la frase una y otra vez, como si fuera una especie de mantra, mientras Shinji sentía como su propio corazón se apretaba ante esas lastimeras palabras.
— Ya no eres esa mujer, Misato — dijo finalmente Shinji, haciendo que ella se tensara en sus brazos, dejando sollozar — Ya no eres esa mujer. ¿No te has dado cuenta?
Misato se apartó lentamente del abrazo y levantó la cabeza con temor, sus ojos rojos de tanto llorar, su rostro demacrado, solo para encontrarse con Shinji mirándola con cariño, comprensión y sus propios ojos anegados en lágrimas.
— Si fueras esa mujer, no estarías sufriendo de esta manera. Si fueras esa mujer, no tendrías tanto miedo de seguir adelante por temor a caer otra vez — dijo Shinji, lagrimas saliendo de sus ojos — Ya no eres esa mujer Misato. La mujer que tengo ante mí, no se parece en nada a esa mujer de Alemania. Puedo verlo… estoy seguro, que ya no eres esa mujer.
Misato miró a Shinji con gruesas lágrimas saliendo de sus ojos, su vista nublada, su corazón apretado, comenzó a dar fuertes sollozar, hasta que no pudo contenerse más y se aferró a Shinji, llorando con todas sus fuerzas, un llanto desgarrador, echando fuera todo su dolor, su pena, su desesperación. Shinji la abrazó y lloró con ella.
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Misato abrió los ojos lentamente, cuando logró enfocar la mirada, se percató que estaba en su cuarto recostada en su futón. Se sentó confundida, no recordaba haberse acostado. Estrechó los ojos, pensando. Luego de unos segundos los recuerdos volvieron a ella. La confesión de su oscuro y sucio pasado, el cómo Shinji la había escuchado y reconfortado, como él había afirmado terminantemente: "Ya no eres esa mujer"
Sintió como su corazón se apretaba ante ese recuerdo. ¿Había sido real? ¿En verdad él quiso decir eso? ¿En verdad no la despreciaba ni sentía asco por su pasado? La angustia comenzó a apoderarse de ella. Necesitaba verlo, comprobar que no estaba alucinando.
— Misato, ¿estás bien?
La pregunta sobresaltó a la mujer y la hizo mirar hacia adelante, para ver a un preocupado Shinji entrar a su cuarto, sentándose junto a ella en el futón, poniéndole una mano en el hombro.
— ¿Te sientes bien? ¿Quieres que te traiga algo? — preguntó Shinji con preocupación.
— Yo… ¿qué pasó? — preguntó Misato, aun descolocada, pero agradeciendo el toque.
— Lloraste mucho. Eso eventualmente te agotó y te quedaste dormida. Te arropé y te dejé descansar. Dormiste cerca de una hora — dijo Shinji con una sonrisa gentil.
Misato miró con algo de vergüenza y pesar. Su rostro estaba demacrado, sus ojos rojos e hinchados de tanto llorar, su cabello estaba despeinado, pero así y todo a ojos de Shinji se veía hermosa. Dudó por un momento, pero con una confianza que aún no sabía de donde estaba sacando, levantó una mano para acariciar el cabello de la mujer. Ella se tensó un momento y bajó la mirada, mordiéndose un labio.
— ¿No sientes aversión hacia mí? ¿No te da asco tocarme, ahora que sabes…
— ¡Deja de decir eso! — dijo Shinji repentinamente molesto, cortando a Misato a media frase. Ella levantó la vista para encontrar una mirada seria y dura — Nunca podría sentir asco de ti, así que deja de decir eso. Ya no eres esa mujer — añadió con una mirada más suave.
Misato seguía mordiéndose el labio, nerviosa, emocionada y feliz al escuchar esas palabras. No pudo evitar ladear su cuerpo hasta caer sobre Shinji, el que, luego de dudar un momento, la estrechó en un abrazo, al que ella respondió de inmediato. Se sentía tan bien, pero aun así…
— No sé si eso sea verdad — dijo de pronto en un susurro — La picazón no se va. Sigue ahí… aun ahora puedo sentirla — reconoció.
Misato pudo sentir como Shinji se estremecía, pero no la soltó, de hecho, estrechó un poco más el abrazo en que la tenía.
— ¿No se supone que es normal sentir eso? Somos humanos, es natural… creo — dijo Shinji.
— Eso dice mi terapeuta — dijo Misato con una pequeña sonrisa.
— ¿Qué más te dice? — preguntó Shinji, apoyando inconscientemente la mejilla en la cabeza de Misato, enterrando la nariz en su cabello, disfrutando del aroma a flores de su shampoo.
— Dice que masturbarme compulsivamente no es la solución. Que debó encontrar una pareja que me comprenda, que pueda apoyarme — dijo Misato — Y antes de que digas algo. No, Kaji no es una opción. Nunca lo ha sido.
— Pensé que ustedes… bien, pensé que había algo entre ustedes.
— Tú lo dijiste, había — afirmó Misato — Kaji puede ser muy divertido y bueno en la cama, pero sigue siendo un mujeriego. A estas alturas, sé que nunca dejará de serlo. Y aunque el sexo es divertido, llega el día en que descubres que necesitas a un hombre para otras cosas aparte de pasarla bien en la cama; necesitas de un hombre que sepa estar ahí para una. Cuando ese día llegó, me di cuenta que él nunca estuvo para mí. Aun así, no puedo culparlo; sería hipócrita reprocharle su promiscuidad cuando ya sabes que nunca fui mejor que él.
Shinji solo pudo guardar silencio pensando en esas palabras, y en lo que Misato le había revelado poco antes sobre Kaji. Como todos sus problemas comenzaron con una semana de sexo con Kaji, como la asustaba el ver cuánto Kaji se parecía a su padre y ahora esto; no, definitivamente Kaji no es opción; de hecho, a estas alturas, podría hacer incluso más daño.
— Odió sentirme así, ¿sabes? — continuó Misato, sacando a Shinji de sus pensamientos — Quiero decir, me gusta el sexo. ¿A quién no? Se siente genial, pero esto… esto no es lo que quería. Sentir la maldita picazón de la mañana hasta la noche, despertar en mitad de la noche porque la maldita picazón no me deja dormir… sentirla incluso ahora mientras hablamos.
Misato apretó aún más el abrazo que compartía con su protegido, que curiosamente parecía ser él quien la protegía a ella. Se sentía tan bien en sus brazos, como si ella hubiera sido hecha para encajar en sus brazos.
Shinji tragó ante las palabras de Misato. Aún estaba tratando de procesar todo lo que ella le había confesado sobre su pasado, sobre la mujer en que se convirtió en Alemania. Le era difícil imaginarlo, y la verdad prefería no hacerlo. Misato ya no era esa mujer y estaba seguro de que nunca volvería a serlo. Podía ver y sentir el sufrimiento y la vergüenza que le traía ese pasado, podía sentir su miedo a volver a caer en eso otra vez. A su juicio era un miedo infundado, pero ella parecía no asimilarlo aun.
Estrechó un poco más el abrazo en que la tenía sujeta, subiendo una mano a su cabeza para acariciar su cabello. Se sentía tan bien tenerla entre sus brazos, tan reconfortante, tan cálido. Sintió el repentino deseo de proteger a esta mujer, de velar por su seguridad, por su felicidad, pero, ¿podría hacerlo? Él solo es un simple adolescente, ella una mujer adulta; una mujer adulta que ahora tenía entre sus brazos, una mujer adulta que se estaba dejando abrazar por él. Sintió un pequeño vació en el estómago ante ese pensamiento, ante lo que ella le hacía sentir, emocional y físicamente. Se reprendió por ese último pensamiento, no debía pensar así, no con el problema de Misato aún sin resolver.
Permanecieron abrazados por un tiempo más, cada uno metido en sus propios pensamientos, hasta que Misato levantó la cabeza, quedando justo frente al rostro de Shinji. Sus frentes tocándose, sus narices rozándose, sintiendo el aliento del otro. No supieron quien lo inicio, solo sabían que de un momento a otro se estaban besando, besos suaves en un inicio, más profundos mientras más pasaba el tiempo, hasta que sus lenguas se encontraron, trabándose en combate, entrando en la boca del otro, disfrutándose mutuamente, sorbiendo el aliento del otro.
Shinji estaba mareado, extasiado y apenas creyendo que estaba besando a la hermosa mujer que tenía entre sus brazos, una mujer que había sufrido mucho más de lo que merecía por sus errores del pasado, una mujer que significaba tantas cosas para él. Por su parte Misato estaba emocionada y también mareada por las deliciosas sensaciones que estaba experimentando. ¿Desde hace cuánto tiempo que no compartía un beso? ¿Desde hace cuánto que un beso no la hacía estremecer hasta los huesos? ¿Dónde aprendió Shinji a besas tan bien? Muchas preguntas en su mente, mientras su corazón latía desbocado. Se apartó lentamente con un jadeo.
— Besas tan bien — dijo Misato entre jadeos.
— Solo… solo estoy improvisando… es… es mi primera vez — reconoció Shinji entre pesadas respiraciones, arrancando una sonrisa y un beso húmedo de la mujer.
— ¿Tuve tu primer beso? — preguntó Misato, arrancándole un sonrojo. Sonrió y lo volvió a besarlo una y otra vez. Besos suaves y húmedos, sorbiendo el aliento del otro — Quisiera ser… tu otra primera vez — susurró, estremeciendo a Shinji — Yo… siento que si eres tú, si es contigo, entonces puedo hacerlo sin miedo a caer — susurró una vez más, con los ojos humedecidos.
— Misato, yo… — trató de decir Shinji, pero las palabas no salían de su boca.
— ¿No quieres? ¿Yo… te doy asco? — preguntó ella con vergüenza.
— ¡No! Jamás — dijo Shinji, tajante — Yo… yo... te deseo Misato… te deseo más de lo que puedes imaginar — con la vergüenza pintada en el rostro.
Misato tomó su rostro entre sus manos y le plantó un nuevo beso húmedo, quedando nuevamente sus frentes juntas, sus marices rosándose y sus alientos mezclándose.
— Me alegra escuchar eso — dijo Misato con una sonrisa.
— No creo que eso esté bien — dijo Shinji, repentinamente serio — Siento que si lo hacemos ahora, me estaría aprovechando de ti, de tu problema. No quiero aprovecharme de ti.
Misato sonrió ante esas palabras, ante su preocupación por ella. Estrechó el agarre a la cara de Shinji y lo hizo mirar a sus ojos llorosos.
— No lo harás — le susurró — Quiero estar contigo, quiero que seas tú.
— Yo… nunca lo he hecho antes… yo…
Las palabras de Shinji fueron acalladas por un nuevo beso de Misato. Se separó con un sonido húmedo y miró al joven frente a ella.
— Yo estoy tan asustada como tú — reconoció Misato, con una sonrisa nerviosa — Mira mis manos, están temblando — añadió, tomando las manos de Shinji, el que pudo constatar que efectivamente, las manos de la mujer estaban temblando.
Ambos se miraron a los ojos, pudieron ver tantas cosas en ese momento, pero la emoción pudo más y se volvieron a besar. Al separarse juntaron sus frentes una vez más.
— ¿Está bien, que quiera estar contigo? — preguntó Shinji.
— Sí… si eres tú, entonces sí — dijo Misato, con una sonrisa
Un nuevo beso de Misato, un beso húmedo y profundo, logró que las cadenas que retenían a Shinji se liberaran y se fue sobre la mujer, llevándola de espaldas al futón. De pronto estaba besándola con deseo, mientras ella gemía entre el beso. Pronto su boca fue liberada y Shinji comenzó a besarle el cuello, arrancando nuevos jadeos y gemidos. Shinji pronto dejó su cuello, para darle un nuevo beso en los labios. Ambos se miraron por un momento luego del beso. Misato pudo ver tantas cosas en los ojos de Shinji en ese momento. Pudo ver cariño, preocupación, deseo, pero por sobre todo, pudo ver que no estaba equivocada, pudo ver que él era la persona indicada para ella. Tomó el rostro de Shinji en sus manos, dándole una linda sonrisa, mientras una rebelde lágrima caría de uno de sus ojos.
Por primera vez en mucho tiempo, Misato Katsuragi se dejó llevar, entregándose nuevamente al deseo, pero ahora con la seguridad de que lo había con la persona indicada.
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Misato dio un gemido mientras abría los ojos, para encontrar que estaba acostada nuevamente en su futón. Pudo ver por la ventana que estaba atardeciendo y dio un suspiro de cansancio. No quiso pensar demasiado en eso, simplemente volvió a acurrucarse en el futón, momento en que se percató que no estaba sola. Sus ojos se abrieron de golpe al darse cuenta de que Shinji dormía profundamente mientras ella usaba su pecho como almohada. Sintió además que ambos estaban desnudos, recordando de paso lo que habían hecho en esa habitación.
Un sonrojo cubrió las mejillas de Misato al recordar como esos besos y caricias habían ido escalando, hasta el punto en que las cosas ya no pudieron contenerse más. Es así como ese día, ella había salido finalmente de una sequía sexual autoimpuesta demasiado larga.
Tal como era de suponer, Shinji era efectivamente virgen e inexperto, pero ese día, pese a toda su experiencia previa, pese todo el deseo reprimido que había liberado, Misato estaba tan nerviosa y asustada como una virgen adolescente. La verdad es que pese a las palabras de Shinji, ella seguía temerosa de volver a ser la mujer que fue una vez.
Es así como en un inicio las cosas fueron nerviosas y torpes para ambos, pero pronto fueron entrando en confianza, dejando que la excitación y el deseo fueran tomando poco a poco el control. Para Misato se sintió como si estuviera descubriendo el sexo por primera vez. Se sonrojó al pensar en cómo un joven inexperto, podría haberle dado más placer que el mejor de los amantes con el que se hubiera cruzado en su pasado. Pero había una diferencia, algo que lo hacía todo completamente diferente, no fue un acto únicamente carnal, había algo más.
Misato miro al joven dormido junto a ella y no pudo dejar de emocionarse, mientras su corazón se estremecía. Este día, ella se había entregado por entero a Shinji Ikari. Le confió todo su cuerpo y su ser a un joven que, pese a su inexperiencia, supo tomarla y hacerla suya. Misato volvió a hacer cosas que en su pasado fueron hechas solo como un medio para satisfacer un deseo carnal; en cambio ahora, con Shinji fue distinto. No fue solo por un mero deseo carnal, pudo sentir aprecio y cariño en cada roce, en cada caricia, en cada beso, cada vez que él había entrado en ella. Pese a su miedo inicial, nada malo pasó, Shinji nunca dejó de mirarla con cariño y ella no cayó en los vicios del pasado. Todo se había sentido bien, fue correcto y fue hermoso.
Una lágrima de felicidad cayó de uno de los ojos de Misato al comprender y digerir finalmente, por qué este chico inexperto la había hecho experimentar los orgasmos más alucinantes de su vida, por qué cada vez que él entraba en ella, sentía como si estuviera tocando su propio corazón.
Un deseo comenzó a nacer en el interior de Misato, de pronto sintió la necesidad de sentir a Shinji, de sentirse siendo suya otra vez, no por un simple deseo sexual, de hecho, la picazón que la había atormentado durante años, se había ido. No, su necesidad de él era mucho más que física, era emocional.
De pronto Misato se encontró estimulando delicada pero firmemente, el miembro viril del joven Piloto EVA, que comenzó a responder a su toque, mientras que comenzaba a dar suaves gemidos en sueños ante la caricia a su miembro. Pronto pudo sentir como él estaba duró una vez más, y echó a un lado la tapa del futón para subirse a horcajadas sobre él.
— ¿Misato? — preguntó un adormilado Shinji, abriendo los ojos, solo para ver a la mujer sobre él, acomodándose, guiando su miembro con una mano a su abertura, para dejarse caer y hacer que se deslice dentro de ella una vez más.
El abrazo de la vagina de Misato fue alucinante, cálido, estrecho, húmedo, hundiéndose deliciosamente hasta el final con un dulce gemido de Misato de fondo, un gemido un tanto distinto a los dados en los momentos de pasión, de esos momentos que comenzaron a atravesar su mente, pero no tuvo tiempo de recordar. Misato comenzó a moverse, lenta pero firmemente, haciendo que el placer comenzara a abordarlo junto con escuchar los suaves gemidos de ella, unos gemidos que más que de placer, parecían de emoción. Pudo sentir algo distinto, no malo, sino más bien, mucho más profundo.
— ¿Misato? — volvió a preguntar, mientras se sentaba en el futón, solo para ser atrapado en un fuerte abrazo.
Misato abrazó al joven, estrechándolo con fuerza, sintiéndolo deslizándose dentro de ella, manteniendo el movimiento en un ritmo suave, pausado, gimiendo con placer, jadeando y disfrutando del contacto.
— ¿Misato? — pregunto una vez más, viendo a la mujer sobre él, su rostro sonrojado, sus ojos nublados, su cabello despeinado, cayendo desordenadamente sobre sus hombros y cara, su boca entreabierta, dando suaves gemidos y jadeos. Fue la imagen más erótica que Shinji jamás había visto en su vida.
— Quería sentirte… necesitaba sentirte — susurró Misato en un jadeo.
Las palabras de Misato remecieron a Shinji por completo. Podía ser joven, podía tener nula experiencia fuera de este día, pero no era tan ingenuo como para dejar pasar esas palabras. De alguna forma, supo que esas palabras iban más allá del íntimo acto que compartían, eran palabras que se referían al plano emocional. Su corazón se remeció. ¿Sería posible?
— Necesitaba sentirte — susurró ella una vez más, mientras mantenía el ritmo pausado pero firme.
Misato bajó la cabeza, quedando su frente tocando la de Shinji, mientras ella seguía jadeando y gimiendo, haciendo que sus alientos se mesclaran. Ella lo besó, un beso firme, pero suave, sin lujuria, sin pasión desenfrenada, era un beso con cariño, con aprecio, con algo más. Él respondió.
Se besaron una y otra vez, sin prisa, sin dejarse llevar, solo sintiendo y acariciando la boca del otro. Al separarse quedaron con sus frentes unidas otra vez, sus alientos mezclándose. Para Shinji en ese momento estuvo todo tan claro. Le había dicho a Misato que la quería, las pasadas horas que compartieron, pero era mucho más que eso, era más que simple cariño, lo sabía, estaba seguro. Tomó la cara de Misato entre las manos y la miró directo a los ojos.
— Te amo — dijo sin pensar, sin dudar, revelando eso que una vez fue brumoso en su mente, pero que ahora era tan claro como el cristal — Te amo — volvió a decir, mientras una rebelde lágrima caía desde uno de sus ojos.
Misato miró a Shinji con sorpresa, su corazón latiendo desbocado al saber que esas palabras eran reales, pudo escucharlas, pudo verlo en sus ojos. Lágrimas de felicidad salieron de sus propios ojos. Estaba por hablar, por decir algo, cuando pudo sentir como Shinji se tensaba y segundos después acabó dentro de ella. Misato abrió grande los ojos al sentirse llena de él, mientras que un repentino orgasmo la golpeó y la estremeció de pies a cabeza.
El orgasmo fue repentino y potente, haciendo que Misato arqueara la espalda echando la cabeza hacia atrás, dando un gutural gemido de éxtasis, sus ojos anegados en lágrimas mirando hacia el techo de su cuarto, sintiendo algo mucho más profundo que el placer físico. Por su parte, Shinji enterró la cara en los senos de Misato, gimiendo de placer, feliz de poder haber hecho audible eso que sentía por esta increíble mujer que estaba entre sus brazos.
Una vez que Misato se hubo repuesto del orgasmo, cuyos vestigios aun podía sentir recorriendo su cuerpo, levantó las manos para tomar el rostro de Shinji y hacer que lo mirara a los ojos.
— También te amo — susurró, para luego darle un suave beso en los labios.
Al separarse ambos se vieron a los ojos, para luego abrazarse con fuerza. Misato lloró, pero a diferencia de todos los llantos de ese día, este era un llanto de felicidad. Pudo sentir a Shjnji llorar también, y sonrió. ¿Cuánto habían llorado este día? Ya no importaba, nada de eso importaba. Por una vez, Misato sintió que las cosas podían funcionar para ella.
Continuará...
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Notas del Autor: ¡Hola a todos! Hasta que finalmente llegó el momento, Misato confesó su verdad a Shinji. Fue una conversación cruda, dura, emocional, pero necesaria. Todas las miserias de Misato debían ser expuestas si ella quería que las cosas funcionaran. No fue fácil para Misato, y ciertamente no lo fue para Shinji.
La actitud de Shinji fue comprensiva y bastante adulta ante todo lo que se le lanzó encima. Todas las cosas que él venía notando en Misato, su deseo de ayudarla y sus propios sentimientos jugaron un papel ahí, para que esta pareja dispareja se pudiera encontrar. ¿Qué les depara el futuro? Ya veremos.
Saludos y nos leemos.