La noche estaba en su punto más tranquilo, con el rugido lejano de motores y el resplandor de las luces de neón reflejándose en los autos. Han y Reese estaban en la azotea de un edificio con vista a la ciudad de Tokio. Desde ahí, podían ver la vida nocturna y el sinfín de posibilidades que ofrecía el mundo clandestino de las carreras. Han, con su habitual expresión relajada, abrio una bolsa nueva de semilla y se apoyó en la barandilla.
—Tokio es un mercado lleno de potencial, pero el dinero real no está en las carreras, sino en lo que gira alrededor de ellas —dijo han, mientras comia unas semillas.
Reese asintió, interesado. Sabía que Han no hablaba sin una razón de peso.
—¿Te refieres a las apuestas? Verdad —preguntó Reese.
Han sonrió, satisfecho de que Reese estuviera captando la idea.
—Exacto. Aquí hay corredores con talento, pero más importante, hay apostadores con bolsillos profundos que quieren acción. Ahora mismo, DK domina las calles, pero su enfoque es puro orgullo y poder. Nosotros vamos a hacer algo más inteligente. Crearemos una red de apuestas que no solo se quede en Tokio, sino que podamos expandir a otros mercados.
Reese cruzó los brazos, analizando la idea.
—¿Cómo planeas hacerlo sin que DK o su tio nos vea como una amenaza?
—Fácil. Primero, no lo retamos directamente. En lugar de competir con su control sobre las carreras, trabajamos desde las sombras, dejando que él crea que sigue al mando mientras nosotros nos llevamos el dinero. Atraemos a los corredores más grandes, les damos incentivos para que sus carreras sean en nuestro circuito. Les ofrecemos un sistema de apuestas limpio, seguro y, sobre todo, rentable para ellos.
Reese sonrió. Le gustaba cómo sonaba el plan.
—¿Y cuál sería mi papel en todo esto?
Han lo miró con seriedad.
—Tokio será nuestra base de operaciones, pero quiero que expandas esto en Los Ángeles. Con el tiempo, podemos llevarlo a otros lugares tengo contactos en londres que estan interesados en el mundo de las carreras, dependiendo de cómo avance el negocio. En LA, la cultura de las carreras callejeras sigue fuerte, y hay mucho dinero corriendo en apuestas ilegales. Si logramos establecer un sistema organizado, podemos controlar el flujo de dinero sin depender de ningún capo de la ciudad.
Reese asintió, entendiendo la magnitud del negocio.
—Eso significa que necesito un equipo en LA. Gente de confianza que pueda manejar las apuestas, la seguridad y los corredores.
—Exactamente —respondió Han—. No se trata solo de hacer dinero, sino de hacerlo sin llamar la atención equivocada. Mientras DK se pelea por ser el "Rey de Tokio", nosotros construiremos un imperio.
Reese se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Luego, sonrió y extendió la mano.
—Me gusta cómo suena. Estoy dentro.
Han estrechó su mano con una sonrisa. Reese asintió, procesando toda la información que Han le había dado sobre el negocio. Expandirse a Los Ángeles era un movimiento audaz, pero tenía potencial. Sin embargo, había algo que aún no cuadraba del todo en su cabeza.
—Está bien, Han. Todo suena sólido, pero dime algo… ¿quién va a ser nuestro corredor estrella? Si queremos que esto funcione, necesitamos a alguien que atraiga las apuestas y represente nuestra marca en las calles.
Han sonrió con su típica calma y tomó un sorbo de su bebida antes de responder.
—Sean.
Reese levantó una ceja, sorprendido.
—¿Sean? ¿El chico nuevo? Apenas sabe lo que es un derrape y casi se mató en su primera carrera contra DK. ¿Por qué él?
Han apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos, con su sonrisa aún en el rostro.
—Porque tiene algo que no se puede enseñar: determinación. Se estrelló, perdió y aún así no se rindió. Vi en su mirada que no iba a dejarlo así. Y eso es lo que necesitamos. No solo habilidad, sino alguien que no tenga miedo de caer y levantarse.
Reese se quedó en silencio por un momento, pensando en lo que Han decía.
—Sí, lo entiendo. Pero aún así, necesita mejorar si va a ser la cara de nuestro negocio.
—Lo hará —aseguró Han—. Lo voy a entrenar. Y tú también.
Reese soltó una pequeña risa.
—¿Yo? ¿Ahora soy instructor?
—No te hagas el tonto. Sabes que tienes más experiencia que él en esto. Tú entiendes cómo funciona la calle, y Sean tiene que aprenderlo si quiere sobrevivir en este mundo.
Reese suspiró y asintió.
—Está bien. Pero si vamos a hacer esto, hay que asegurarnos de que esté listo. No podemos apostar nuestro negocio en alguien que no pueda ganar.
Han sonrió, satisfecho.
—Exactamente. Y para eso, lo vamos a poner a prueba.
Reese lo miró con curiosidad.
—¿Cómo?
Han se recargó en su asiento con una sonrisa confiada.
—Verás, yo me encargaré de entrenar a Sean. Le enseñaré cómo moverse por las calles de Tokio, cómo entender la cultura de las carreras aquí. No es solo pisar el acelerador, es saber cuándo hacerlo, en qué calles correr, con quién hablar y a quién evitar. Tokio tiene sus propias reglas, y si quiere sobrevivir, necesita aprenderlas.
Reese asintió, cruzándose de brazos.
—Eso tiene sentido. El chico tiene potencial, pero aún es un novato. Si realmente va a ser nuestro corredor estrella, no puede simplemente aprender a derrapar, tiene que saber moverse.
Han tomó otro sorbo de su bebida antes de continuar.
—Exacto. Y mientras yo lo entreno, tú te encargarás de algo igual de importante: la estructura de las apuestas.
Reese sonrió de lado y dijo.
—Así que quieres que construya el negocio mientras tú formas al talento.
—Algo así —dijo Han—. Necesitamos que todo esto sea sólido antes de expandirlo. Primero, tenemos que asegurarnos de que el sistema funcione aquí en Tokio, atraer a la gente correcta y hacer que las apuestas sean parte del mundo de las carreras sin levantar demasiadas sospechas.
Reese tamborileó los dedos sobre la mesa, analizando la idea.
—Está bien, tiene sentido. Tokio es un buen campo de pruebas. Si podemos establecer un sistema eficiente aquí, podremos replicarlo en L.A.
Han asintió.
—Exacto. Y cuando tengamos todo listo, podremos movernos al siguiente nivel.
Reese sonrió con satisfacción.
—Entonces, tenemos trabajo que hacer. Yo construiré la estructura, tú entrenarás a Sean… y cuando llegue el momento, haremos que esto sea más grande de lo que cualquiera de esos idiotas podría imaginar.
Han levantó su vaso y Reese hizo lo mismo.
—Brindemos por eso —dijo Han con una sonrisa.
—Por el negocio —respondió Reese.
Chocaron los vasos y dieron un sorbo, sabiendo que el verdadero trabajo apenas comenzaba Reese sabía que no bastaba con solo correr y hacer apuestas al azar. Si realmente iban a convertir esto en un negocio rentable, tenía que estructurarlo de manera eficiente, asegurándose de minimizar riesgos y maximizar ganancias. Tokio ya tenía un sistema de apuestas informal en las carreras callejeras, pero era caótico, basado en promesas y en efectivo mal contabilizado. Reese planeaba cambiar eso el primer paso seria Crear una Red de Casas de Apuestas
El primer paso era asegurarse de que las apuestas no dependieran solo de las carreras en vivo. Si todo el dinero se manejaba en un solo evento, las ganancias serían limitadas y los riesgos de que alguien no pagara serían altos. Necesitaban un sistema de apuestas fijo, operando en distintos puntos de la ciudad.
Saludos 🤗 🤗 🤗