el punto de vista de Malcolm
Malcolm estaba en su habitación, girando un lápiz entre los dedos mientras miraba la pantalla de su computadora. La llamada de Reese lo había dejado pensativo. Sabía que su hermano siempre estaba metido en cosas turbias, pero esta vez le estaba pidiendo ayuda directamente. Y lo peor de todo… la oferta era tentadora.
—Ugh… ¿por qué siempre me mete en estas cosas? —murmuró antes de tomar su teléfono y enviar un mensaje grupal a los Krelboyne.
Malcolm: "Reunión urgente. Mi casa. Tema interesante."
Lloyd: "Define 'interesante'."
Dabney: "Si esto es sobre el modelo matemático que hice para el mercado bursátil, ya les dije que aún es una teoría."
Stevie: "Si… es… otro… juego… de… mesa… no… cuenten… conmigo."
(Hasta en mensajes tiene asma el cabron)
Malcolm: "No, es algo más serio. Vengan."
30 minutos después…
Malcolm estaba en el garaje cuando vio llegar a sus amigos. Lloyd, con su eterno maletín lleno de libros. Dabney, con su expresión nerviosa de siempre. Stevie, avanzando lentamente con su silla de ruedas, mirándolo con sospecha.
—¡Bienvenidos, caballeros! —dijo Malcolm con falsa teatralidad—. Siéntanse cómodos.
—Ya estamos incómodos —dijo Lloyd, ajustando sus lentes—. ¿Qué pasa?
Malcolm respiró hondo.
—Mi hermano Reese necesita nuestra ayuda.
Dabney soltó un gemido.
—Oh, no…
—No… me… gusta… a dónde… va… esto —añadió Stevie.
—¡Esperen, esperen! —dijo Malcolm, levantando las manos—. Escuchen primero. Necesita que diseñemos un sistema de apuestas online. Algo seguro, sin rastro, imposible de hackear.
Los tres lo miraron con una mezcla de horror e interés.
—¿Una red clandestina de apuestas? —preguntó Lloyd, ajustándose las gafas—. ¿Sabes lo ilegal que es eso?
—Totalmente ilegal —confirmó Malcolm—. Pero…
—¡Pero nada! —interrumpió Dabney—. ¿Sabes qué nos pasaría si nos descubren? ¡Seríamos criminales!
—Seríamos… genios —añadió Stevie con una media sonrisa.
Lloyd entrecerró los ojos.
—¿Nos estás pidiendo que usemos nuestras brillantes mentes para ayudar a Reese Wilkerson a manejar una operación de apuestas ilegales?
—Sí… —admitió Malcolm—. Pero antes de que digan que no, escuchen esto: si aceptamos, Reese nos dará acceso a los mejores equipos del mundo. Computadoras de última generación, servidores propios, tecnología que ni las universidades tienen.
Los ojos de Lloyd brillaron un poco.
—¿Específicamente qué tipo de tecnología?
—Lo que pidamos —dijo Malcolm con una sonrisa.
Stevie soltó un silbido bajo.
Dabney frunció el ceño.
—Pero sigue siendo ilegal…
—Técnicamente… sí —admitió Malcolm—. Pero piénsenlo. No estaremos manejando dinero, solo el sistema. No es diferente a crear software de alta seguridad.
Lloyd se cruzó de brazos.
—Es diferente, y lo sabes. Pero… debo admitir que tener acceso a hardware de última generación es una oportunidad única.
Dabney miró a Malcolm con sospecha.
—¿Y si Reese nos traiciona?
—Por favor —dijo Malcolm rodando los ojos—, Reese no es un genio, pero sabe que sin nosotros no puede hacerlo. Nos necesita.
Los Krelboyne se miraron entre sí, cada uno evaluando los riesgos y beneficios.
Stevie fue el primero en hablar.
—Estoy… dentro.
Lloyd suspiró.
—Si vamos a hacer esto, lo haremos bien. Con medidas de seguridad extremas.
Dabney se removió en su asiento.
—Nos arrepentiremos… pero está bien.
Malcolm sonrió.
—Entonces, tenemos un trato. Ahora, hagamos la lista de lo que necesitamos.
Después de que los Krelboyne aceptaron el trato, Malcolm sacó su libreta y una pizarra portátil que había tomado prestado de la escuela.
—Bien, lo primero es lo primero —dijo, escribiendo en la pizarra—. Necesitamos definir la infraestructura del sistema.
Lloyd tomó un marcador y, sin pedir permiso, comenzó a escribir al lado de Malcolm.
—Necesitamos servidores dedicados, protegidos con cifrado de grado militar. Si esto va a manejar grandes sumas de dinero, no podemos permitir que alguien nos rastree.
Dabney, aún nervioso, levantó la mano.
—¿Y qué pasa si alguien intenta hackearnos?
—Que lo intenten —dijo Lloyd con una sonrisa—. Crearemos un sistema de seguridad basado en autenticación multifactorial y VPN descentralizadas. Si alguien intenta rastrear nuestras IP, parecerá que estamos en Rusia, pero en realidad estaremos en Japón, y al mismo tiempo en Alemania, pero en realidad en Los Ángeles.
Stevie sonrió.
—Un… laberinto… digital.
Malcolm asintió.
—Exacto. Pero también necesitamos una interfaz sencilla para que los apostadores puedan usarla sin problemas.
Dabney se animó un poco y sacó su laptop.
—Podemos hacer un diseño similar a las casas de apuestas deportivas online. Algo intuitivo, con estadísticas en tiempo real y un sistema de gestión de cuotas basado en IA.
Lloyd se giró hacia Malcolm.
—Dile a Reese que nos envíe especificaciones sobre las apuestas. ¿Cómo funcionarán? ¿Qué tipo de apuestas quiere?
Malcolm sacó su teléfono y envió un mensaje a Reese.
Malcolm: "Necesitamos detalles. ¿Cómo quieres que funcione la plataforma?"
Reese respondió de inmediato.
Reese: "Apuestas estándar, combinadas y de riesgo. Diferentes niveles de cuotas según corredores y reputación. Queremos que la gente tenga opciones, pero que siempre haya un margen de ganancia para nosotros."
Lloyd leyó el mensaje y asintió.
—Podemos hacer eso. Crearemos un algoritmo que ajuste automáticamente las cuotas según el historial de los corredores y la demanda de apuestas.
Stevie miró a Malcolm con una sonrisa.
—Esto… es… brillante.
Dabney suspiró.
—Sí… si no terminamos en prisión.
—Detalles, detalles… —dijo Malcolm, restándole importancia.
Malcom: "Reese esto es lo que necesitamospor el momento trata de conseguirlo lo antes posible trabajaremos en el codigo"
1. Laptops de alta gama. Procesadores de última generación, mínimo 32 GB de RAM y almacenamiento SSD de al menos 2 TB.
2.Servidores dedicados. Preferiblemente en una ubicación remota con acceso a VPN seguras y redundancia en la nube.
3.Monitores de alto rendimiento. Pantallas de 144 Hz o más para análisis de datos en tiempo real.
4.Routers y firewalls avanzados. Para garantizar la máxima seguridad y estabilidad en la red.
5. Sistemas de cifrado y autenticación. Software de encriptación de nivel militar y herramientas para evitar rastreo digital.
6. Acceso a bases de datos deportivas. Para desarrollar un sistema de estadísticas y análisis predictivo en tiempo real.
7.Desarrollo de una interfaz de usuario intuitiva. Fácil de usar para los apostadores, pero con herramientas avanzadas para la administración.
8. Un sistema de respaldo eléctrico. Baterías de larga duración y generadores para evitar interrupciones.
Malcolm envió la lista a Reese y sonrió.
Lloyd cerró su laptop y miró a los demás.
—Si esto funciona… seremos los dueños del mercado clandestino de apuestas.
Malcolm se cruzó de brazos.
—Si esto funciona, Reese nos deberá un favor. Y créanme, eso vale más que cualquier apuesta.
Los Krelboyne asintieron. Había comenzado una nueva era en su forma de ver la tecnología. Ya no eran solo nerds de la escuela… ahora estaban jugando en las grandes ligas.
Cambio de escena
Reese salió del club donde se encontraba con Twinkie y caminó hacia su auto. Encendió un cigarro mientras sacaba su teléfono y marcaba el número de Héctor.
—¿Bueno? —contestó Héctor con voz relajada.
—Héctor, necesito que me consigas una casa segura cerca de mi casa en Los Ángeles. Algo discreto, pero con suficiente espacio para instalar equipos y operar sin problemas.
—¿Qué tan discreto? —preguntó Héctor, ya mentalizándose en la búsqueda.
—Lo suficiente como para que nadie haga preguntas. Que parezca una casa común, pero con buena seguridad. Además, te enviaré una lista con todo lo que necesito. Usa el dinero de la caja chica y consíguelo lo más rápido posible.
—Mándame la lista y yo me encargo. ¿Algo más? —dijo Héctor mientras se escuchaba el sonido de teclas al fondo, ya comenzando a buscar opciones.
—Sí, manda cinco teléfonos de última generación. Asegúrate de que tengan cifrado y sean imposibles de rastrear.
Héctor soltó una leve risa.
—Ya entendí, quieres lo mejor. Dame un día y todo estará listo.
—Confío en ti, carnal. No me falles.
—Nunca lo hago, carnal —respondió Héctor antes de colgar.
Reese apagó el cigarro y miró su teléfono. Todo iba según lo planeado. Ahora solo tenía que esperar.
Devuelta a Malcolm
Malcolm observó la pizarra en la cochera de su casa. Sobre ella, él y los Krelboynes habían esbozado la estructura básica del sistema de apuestas digitales que Reese necesitaba. Desde el manejo de transacciones en criptomonedas hasta la seguridad del sistema, cada detalle debía ser meticulosamente planeado.
—Bien, hasta ahora tenemos la estructura básica —dijo Malcolm, girándose hacia sus amigos—. Pero antes de continuar, debemos asegurarnos de que el sistema sea completamente seguro e imposible de rastrear.
Lloyd, que estaba revisando su laptop, asintió sin levantar la vista.
—Para empezar, vamos a necesitar servidores descentralizados y una VPN que enmascare cualquier transacción. También sería ideal usar una red TOR para encriptar todo el tráfico de datos.
—Además, deberíamos trabajar con una blockchain privada en lugar de una pública —intervino Dabney—. Si queremos que las apuestas sean realmente anónimas, necesitamos evitar cualquier punto de vulnerabilidad en la red.
Stevie, con su característico esfuerzo al hablar, levantó una ceja.
—La… seguridad… es… clave. ¿Reese… tiene… idea… del nivel… de cifrado… que necesitamos?
Malcolm suspiró y se cruzó de brazos.
—No, pero por eso nos llamó a nosotros. Él solo quiere que funcione sin problemas. Nosotros tenemos que asegurarnos de que nadie pueda rastrear el flujo de dinero.
—Y hablando del dinero —dijo Lloyd, girando su laptop para mostrar una serie de gráficas—, he estado revisando qué criptomonedas son las mejores para esto. Bitcoin tiene demasiado escrutinio ahora mismo, pero Monero o Zcash podrían ser opciones más seguras.
Dabney asintió rápidamente.
—Sí, Monero es prácticamente imposible de rastrear. Si usamos eso para todas las transacciones, nadie podrá saber de dónde viene o a dónde va el dinero.
Malcolm tomó un marcador y escribió "Monero/Zcash" en la pizarra.
—Perfecto. También necesitamos un sistema automatizado para convertir apuestas en criptomonedas y luego transferirlas a cuentas fraccionadas. Si lo hacemos bien, nadie podrá rastrear los fondos.
Stevie sonrió levemente.
—Esto… será… divertido.
Malcolm miró la pizarra con una mezcla de emoción y nerviosismo. Estaban construyendo algo enorme, y si lo hacían bien, Reese tendría una de las redes de apuestas más seguras y sofisticadas del mundo. Pero cualquier error podría ser catastrófico.
—Bien, chicos, manos a la obra. Reese nos está dando los mejores equipos que hay en el mercado, así que no hay excusas para fallar.
Los Krelboynes se miraron entre sí, sonrieron y comenzaron a trabajar. Esto era más que un simple proyecto… esto ya no era un robot para pelear era su entrada al mundo real.
Al día siguiente – 8:00 a.m.
El sonido insistente de golpes en la puerta resonó en la casa de los Wilkerson. Malcolm, con los ojos rojos por la falta de sueño, se arrastró fuera del sofá donde se había quedado dormido. Sus amigos estaban esparcidos por la sala, cada uno en una posición incómoda, con laptops abiertas y cuadernos llenos de cálculos y diagramas.
—¡Ya voy! —gruñó Malcolm, caminando pesadamente hacia la puerta.
Al abrir, se encontró con Héctor, vestido con una chaqueta de cuero y gafas oscuras, luciendo tan fresco como si hubiera dormido doce horas.
—Vaya, niño genio, pareces un cadáver —se burló Héctor al ver la expresión agotada de Malcolm.
Malcolm se frotó los ojos y bostezó.
—No todos podemos dormir cómodamente ¿sabes?
Héctor rió y le dio una palmada en el hombro.
—Bien, pues será mejor que despierten, porque tengo todo lo que pidieron. Siganme.
Malcolm volteó a ver a sus amigos, que apenas reaccionaban. Lloyd se quitó los lentes y se frotó la cara, Dabney seguía medio dormido sobre su laptop, y Stevie apenas se movía mientras dewey desayunaba cereal sin inmutarse por la escena.
—¡Vamos, chicos! —exclamó Malcolm con la poca energía que le quedaba—. Ya tenemos el equipo.
Los Krelboynes se arrastraron fuera de sus improvisadas camas y lo siguieron tambaleándose hasta la camioneta de Héctor, que los llevó a una casa segura en un barrio discreto a pocas cuadras de la casa de los Wilkerson.
Al entrar, los Krelboynes quedaron impresionados. En la sala, perfectamente ordenado, estaba todo el equipo que habían solicitado: laptops de última generación con especificaciones de alto rendimiento, servidores dedicados con encriptación de grado militar, routers especializados para redes privadas y un arsenal de hardware que haría babear a cualquier hacker.
—Esto… es… hermoso —murmuró Stevie con dificultad, sus ojos recorriendo cada rincón.
—Reese no escatimó en gastos —comentó Lloyd, acercándose para inspeccionar los servidores.
Héctor se apoyó en el marco de la puerta y sacó su teléfono.
—Todo está aquí. Me tomó toda la noche conseguirlo, pero no hay nada que no pueda encontrar si hay suficiente dinero de por medio. Ahora depende de ustedes armarlo todo.
Malcolm asintió, observando a su equipo.
—Bien, chicos, este será nuestro cuartel general. Aquí crearemos el sistema más seguro y eficiente que podamos. No podemos permitir errores.
Dabney, ya más despierto, sonrió mientras desempacaba una de las computadoras.
—Nunca subestimes el poder de los Krelboynes.
Los cuatro se pusieron a trabajar. Los siguientes días serían clave para construir el núcleo del sistema que manejaría las apuestas.
Casa segura – Día 1 de instalación
Malcolm y los Krelboynes se pusieron manos a la obra, cada uno concentrado en su especialidad. Lloyd estaba a cargo del hardware, asegurándose de que los servidores estuvieran correctamente instalados y que la red funcionara sin fallas. Dabney se enfocaba en la ciberseguridad, estableciendo protocolos de encriptación y cortafuegos para evitar que cualquier curioso pudiera rastrear las transacciones. Stevie, con su capacidad para el cálculo avanzado, trabajaba en el algoritmo de apuestas, asegurando que el sistema pudiera analizar estadísticas y probabilidades con rapidez.
Malcolm, como siempre, supervisaba todo y se encargaba de integrar el sistema de pagos con criptomonedas. Sabía que este sería el punto más delicado, ya que debían asegurarse de que el dinero se moviera sin dejar rastro.
—Lloyd, ¿los servidores ya están corriendo? —preguntó Malcolm mientras revisaba el código en su laptop.
—Sí, pero estoy optimizando el flujo de datos. No queremos que la página se caiga cuando haya demasiados usuarios conectados —respondió Lloyd sin apartar la vista de la pantalla.
—Dabney, ¿cómo vamos con la seguridad?
—Bien, pero quiero añadir una capa extra de protección en caso de que alguien intente hackearnos —respondió Dabney mientras escribía rápidamente en su teclado.
—Stevie, ¿el algoritmo está listo para pruebas?
Stevie respiró hondo antes de responder.
—Probabilidades… calculadas… pero falta… refinar…
Malcolm sonrió.
—Bien, chicos. Estamos avanzando.
Casa segura – Noche 1
Después de casi doce horas de trabajo ininterrumpido, el sistema básico estaba corriendo. Malcolm abrió su laptop y accedió al servidor central. La interfaz de la plataforma de apuestas se veía limpia y funcional, con opciones para hacer apuestas en carreras locales y hasta la posibilidad de visualizar estadísticas en tiempo real.
—Hemos creado algo increíble —dijo Malcolm con una sonrisa cansada.
—Y esto es solo el principio —añadió Lloyd.
Dabney se quitó los lentes y suspiró.
—Vamos a necesitar mucho más café.
Malcolm cerró la laptop y se estiró.
—Descansemos un poco. Mañana probaremos el sistema en una simulación real. Si todo sale bien, podremos informarle a Reese que está listo para operar.
Los Krelboynes asintieron y se dejaron caer en los sofás. Sabiendo que el primer paso ya estaba dado.
Casa Segura – Día 2 de instalación y pruebas
Malcolm fue el primero en despertar, aunque decir "despertar" era un decir: apenas había dormido unas horas. Se incorporó lentamente y miró a su alrededor. Lloyd estaba roncando sobre un teclado, Dabney dormía en una posición extraña en el sofá, y Stevie había terminado en el suelo con una manta encima.
Se levantó y se dirigió a la estación de trabajo principal. Encendió la laptop y revisó el estado de los servidores. Todo seguía corriendo sin problemas. Era momento de hacer las primeras pruebas.
—¡Despierten, genios dormilones! —exclamó Malcolm, dándole un empujón a Lloyd.
—¡Mamá, cinco minutos más! —murmuró Lloyd antes de abrir los ojos y darse cuenta de dónde estaba.
Dabney se enderezó lentamente, y Stevie, aunque seguía somnoliento, se acomodó en su silla como pudo.
—Hora de probar si todo esto realmente funciona —dijo Malcolm, abriendo la interfaz de la plataforma de apuestas.
Primeras Pruebas del sistema
Malcolm comenzó a hacer simulaciones con apuestas ficticias.
—Bien, primero veamos cómo se registran las apuestas. Lloyd, entra desde tu laptop y haz una apuesta de prueba.
Lloyd tecleó rápidamente.
—Listo. Acabo de apostar 500 yenes a que el próximo ganador de una carrera simulada será un nissan.
Malcolm revisó la pantalla. La apuesta apareció casi instantáneamente en el servidor.
—Perfecto. Ahora hagamos que el sistema procese el pago en criptomonedas —dijo Malcolm, activando el módulo de transacciones.
Dabney revisaba los cortafuegos y la seguridad del sistema.
—Hasta ahora, no hay brechas visibles. Todo se mueve sin dejar rastro.
Malcolm sonrió.
—Stevie, ¿cómo va el algoritmo de predicción?
Stevie tecleó lentamente antes de responder.
—Funciona… pero necesita… más datos…
—No hay problema. Cuando empecemos a operar con carreras reales, mejorará con el tiempo —dijo Malcolm.
Simulación
Para la prueba final, decidieron monitorear una carrera clandestina en vivo que se transmitía en un foro japonés.
—Hagamos una apuesta pequeña en esta carrera. Solo para ver si el sistema procesa todo correctamente —sugirió Malcolm.
Ingresaron una apuesta mínima en Bitcoin y esperaron el resultado.
A los pocos minutos, la carrera terminó y el sistema automáticamente procesó la ganancia según el resultado.
—¡Funciona! —exclamó Lloyd.
—Sí, pero ahora tenemos que hacer esto a gran escala —dijo Malcolm, más serio.
Dabney se giró hacia Malcolm.
—Esto es enorme. Si seguimos así, este sistema podrá manejar millones de transacciones.
Malcolm cerró la laptop con satisfacción.
—Ahora solo falta que Reese nos dé el visto bueno. Es hora de llamarlo.
Sacó su teléfono y marcó el número de su hermano.
—Reese, tenemos algo que mostrarte.
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Para mi gusto esta es mi favorita hasta ahora saludos nos vemos luego